Capítulo XX

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Siempre dicen save de the best for last y les dejo el último capítulo de esta breve historia con mi obra favorita.

Mil gracias a quienes me acompañaron con esta historia, a quienes votaron, a quienes dejaron sus comentarios. Espero de corazón que les guste.


Esra observaba a Halit dormir a pierna suelta a su lado, sin ningún vestigio de preocupación. Si Halit decía que confiaba en ella, no tenía corazón para contradecirlo, pero era consciente que era muy lógico que para los ojos imparciales su situación se viera, a lo menos, extraña. De verdad que ansiaba volver el tiempo atrás y ser honesta con él desde un principio, pero todavía no se inventaba la máquina del tiempo. Llevaba despierta horas dándole vuelta al tema y no hallaba forma de sosegar a su inquieta mente. De pronto, una idea alumbró todos los rincones de sus opacos pensamientos: no podía volver el tiempo atrás, pero bien podía eliminar o al menos revertir los efectos de sus actos. Con cuidado de no despertar a su marido, se levantó y fue hasta el secreter que estaba cerca de su cama, abrió su pequeño laptop y se puso a redactar un largo correo electrónico a Sinan. Luego de unos minutos, programó el envío para las nueve de la mañana del día siguiente, luego apagó el aparato, volvió a la cama, se arrimó al calor de Halit y cerró los ojos para conciliar, por fin, el esquivo sueño.

Diez para las nueve del día siguiente, estaba fuera del despacho de Sinan. Lo llamó para comprobar que estaba en su oficina y que podía atenderla. Cuando entró, tomó asiento y mirando fijamente a Sinan le señaló:

- En los próximos minutos te llegará un correo electrónico. Necesito que me ayudes con los documentos que ahí te menciono. Necesito demostrarle a Halit que mis sentimientos son genuinos.

Sinan la había mirado algo dudoso, luego había abierto su correo y había buscado entre los mensajes nuevos. Cuando terminó de leerlo la miró nuevamente y le preguntó: ¿Estás bien segura de lo que aquí me pides?

- Así es. Eres la única persona, de aquellas que saben la verdad, que me puede ayudar. No puedo volver el tiempo atrás, Sinan, pero sí puedo darle a Halit la libertad de decidir qué hacer.

- Pero Halit te ama.

- Y yo también, por eso quiero que me elija libremente.

- Está bien. Tendré los documentos para hoy en la noche. Asumo que Halit no sabe nada de esto.

- No. Y apreciaría que no se lo informaras.

- Espero no tener problemas.

- No los tendrás. Te lo prometo.

- Está bien. Tendrás todo hoy en la tarde, en tu correo electrónico.

- Muchas gracias.

Cuando salió del despacho de Sinan, Esra se sentía más liviana, pero algo más temerosa. Ahora estaría todo en manos de Halit, sólo le faltaba hablar con su padre y esperaba tener la sabiduría necesaria para decir sólo aquello que debía revelar y nada más que eso.


El día había sido agotador, pronto tendría que hacer un nuevo viaje, pero esta vez le pediría a Esra que fuera con él, sólo rogaba que no coincidiera con la inauguración de la exposición de Mert, porque Esra no le perdonaría que él faltara, ni iría con él de viaje si era en las mismas fechas.

Tan pronto cruzó el umbral de su casa, Esra tiró de él para llevarlo hasta el despacho con aire misterioso.

- Cariño, pensé que a esta hora todavía estarías trabajando en la muestra.

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