Capítulo XVIII

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Espero que el capítulo de hoy les guste tanto como esta interpretación del concierto de Aranjuez por parte de Paco de Lucía.

Esta historia ya se acerca a tierra derecha, así que no creo que queden más de dos o tres capítulos más. 

Como siempre, muy agradecida de sus comentarios y/o estrellitas. Es gratificante saber que la historia les agrada.


- ¿Señor? – preguntó su asistente algo insegura.

- ¿Sucede algo? – preguntó él levantando la mirada de la pantalla de su notebook.

- Su madre está aquí – dijo haciéndose a un lado para que, efectivamente, su madre entrara en su oficina.

- ¿Mamá? – preguntó sorprendido - ¿Ha ocurrido algo malo?

- No ha ocurrido nada malo. Al menos no a mí – dijo su madre crípticamente acercándose para besar sus mejillas.

Su asistente cerró la puerta y los dejó a solas.

- ¿Qué quieres decir con eso? ¿Le ha pasado algo a alguien en Soma? ¿Mis primos, mi tía?

- Están todos bien, no te preocupes.

- ¿Entonces qué haces en Estambul? Nos vimos la semana pasada y no me avisaste que pensabas viajar. Hubiera enviado a Ahmet a recogerte a la estación de autobuses. ¿Traes maletas? – preguntó mirando tras su madre.

- No te aflijas. Seré una provinciana, pero puedo andar sola en Estambul. No traje maletas, sólo un pequeño bolso de viaje porque no pienso quedarme. He venido a verte porque estoy preocupada por ti.

- ¿Preocupada por mí? – preguntó Halit mientras la invitaba a sentarse junto a ella en un amplio sofá de su oficina.

- Ayer hablé largo y tendido con Sonya.

- ¡Ah! – exclamó Halit suponiendo que Sonya le habría metido ideas a su madre.

- Me contó que el matrimonio entre tú y esa... mujer...

- Esra – la corrigió Halit.

- Es real.

Halit retuvo la respiración unos segundos. No quería hablar de eso con su madre todavía, pero ya que ella estaba aquí, pensó que lo mejor sería la honestidad.

- ¿Y viniste hasta Estambul para preguntarme eso? Podrías haber llamado.

- Quiero verte a la cara. Quiero saber la verdad, creo que tengo derecho a saber.

Halit se puso de pie y paseo por la sala.

- ¿No me vas a responder?

- Estoy meditando mi respuesta, mamá.

- ¿Qué tienes que meditar? Sólo dime la verdad.

- ¿Para qué corras a compartirla con Sonya? Te confié uno de mis proyectos más importantes, cuyo éxito dependía en gran medida de su confidencialidad y corriste a contárselo a otra persona. Eso no habla muy bien de tu supuesto derecho a saber la verdad.

- ¡Halit!

- Sonya le dejó muy claro a Esra que sabía "la verdad" – señaló haciendo comillas con las manos – de nuestro matrimonio. Eso sólo lo sabían tú y Sinan. Sinan no conoce a Sonya, por lo que mal pudo él contarle. Fuiste tú. Ahora me dices que Sonya te contó que nuestro matrimonio es real... ¿Por qué tendría Sonya que haber esperado otra cosa?

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