Capítulo XVI

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Holaaaaa... El capítulo de hoy se acompaña con esta hermosa obra de Pablo de Sarasate.

Muchísimas gracias a quienes leen la historia, a quienes votan y a quienes comentan.


Esra despertó sola en la cama. Se estiró con fuerza y luego rodó hasta la mesita de noche para verificar si tenía algún aviso en su móvil. Efectivamente, Halit le había enviado un mensaje hace una hora indicándole que él y el señor Ulusoy habían ido a recorrer nuevamente el predio. Esra puso los ojos en blanco pensando que ahora, que ella sentía que estaba en plena luna de miel, el señor Ulusoy le quitaba tiempo con su marido. Con pereza salió de la cama para bajar a desayunar, luego de pasar por la regadera.

Eran sólo las 9:00 pero al parecer todo el mundo ya estaba en pie y a juzgar por el desorden de la mesa, el desayuno había sido servido hace bastante rato. Algo cohibida dio los buenos días a la dueña de casa, que todavía estaba en la mesa, así como también a dos empleadas que retiraban parte de la vajilla.

- Señora Özcan, por favor tome asiento. ¿Desea te o café para el desayuno? – ofreció una de las empleadas.

- Café estaría bien.

- ¿Con leche?

- No, solo. Por favor.

- Mi marido tiene absolutamente acaparado a tu esposo – comentó alegremente la señora Ulusoy – Hoy ha vuelto a llevarlo al lugar donde quiere que se instale el laboratorio.

- Bueno, no me quejo. El proyecto también es muy importante para Halit – respondió tímidamente tomando asiento.

- Eres muy comprensiva – añadió Hazal.

- ¿Por qué? – preguntó con curiosidad.

- Me temo que me pongo algo celosa cuando mi marido le presta tanta atención a un proyecto – replicó con una sonrisa.

- Halit ama mucho su trabajo. Creo que estaría perdida si tuviera celos de sus proyectos – respondió Esra algo dubitativa.

- Se ve que te ama mucho. ¡No vieras lo preocupado que estaba por dejarte sola hoy en la mañana cuando salieron! Quería ir a despertarte, pero mi marido le dijo que te dejara descansar.

- Es muy dulce – señaló Esra.

- Sí, pero está bien que te cuide así. Después de todo eres un ángel. Yo no habría aguantado que una mujer se lanzara a los brazos de mi marido de la forma en la que la empleada de los Mishibata lo hizo ayer con Halit – dijo con un mohín de desaprobación en el rostro.

- Hasta Halit estaba algo desconcertado – señaló Esra procurando quitarle gas a la situación – No se veían hace muchísimos años, por lo que me comentó.

- Para no haberse visto en años, se nota que la muchacha le tiene mucha confianza. ¡No vieras lo enfadado que estaba mi esposo! Se nota su total falta de modales. ¡Lanzarse así sobre un hombre casado! – exclamó con algo de alarma en la voz.

- Sí, la verdad fue algo incómodo, pero no soy celosa.

- ¿No habrán sido novios, o sí?

- No, pero ella sí está enamorada de él – tuvo que admitir Esra ante la insistencia de la dueña de casa. Se ve que no había ser humano que pudiera resistirse a una buena dosis de chisme, razón llevaba Yuval Harari.

- ¡Por Alá! ¡Qué vergüenza para sus progenitores! Deberías hablar con tu suegra.

- ¿Con mi suegra? ¿Por qué? – preguntó Esra extrañada.

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