Capítulo XIII

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Holaaaaa segunda dosis de la semana.  Ahora voy al día porque el capítulo XIV no tiene ni media palabra escrita. Espero que les guste. Los celos son un mal consejero, si no que lo diga Otelo.


El aeropuerto más cercano a Göreme estaba en Nevsehir, a 30 kilómetros de distancia. Esra había estado hace años en el lugar, cuando visitó Capadocia con un grupo de amigos de la universidad. La famosa región de Anatolia Central recibía millones de turistas cada año, lo que generaba una enorme cantidad de basura, según le había comentado Halit. De ahí la importancia de probar el nuevo proyecto que lo tenía sumido en una actividad laboral frenética. La zona estaba habitada desde el período neolítico y tenía una importancia histórica y cultural para toda la humanidad, tanto así, que la UNESCO la había nombrado Patrimonio de la Humanidad en el año 1985.

Cuando salió de la zona de embarque, buscó a Halit con la mirada, pero fue él quien la divisó primero, haciéndole señas. Esra sonrió aliviada de verlo contento. No se veían desde el miércoles en la noche, aunque bien podría contar el jueves de madrugada, pensó con picardía.

- ¡Halit! – dijo acercándose a él mientras arrastraba su maleta de mano.

- ¡Al fin llegas! – exclamó el sonriendo.

Cuando estuvieron frente a frente se miraron sin saber muy bien como actuar. El primero en reaccionar fue Halit, quien la abrazó cálidamente, llevando su cabeza a su pecho y depositando un beso en sus cabellos.

- Espero que hayas podido descansar – dijo ella levantando la cabeza para mirarlo – Conducir nueve horas de Soma hasta acá tiene que haber sido agotador.

- Lo fue, pero valió la pena – respondió Halit con un brillo en los ojos – ¿Nos vamos? – preguntó.

- Espera. Debo ir por mi otra maleta.

Ante la mirada de asombro de Halit, pues solo pasarían una noche en Göreme, Esra se justificó:

- No sabía bien cual era la ropa adecuada y tampoco sé si el señor Ulusoy tiene algún evento programado en su hogar, por lo que traje cuatro atuendos distintos, además del pijama y mis cosas.

- Está bien. No hay problemas – sonrió.

Se dieron la media vuelta para ir por la maleta de Esra, cuando se toparon de frente con su anfitrión.

- ¡Señor Ulusoy! – dijo Esra sorprendida.

- ¡Vaya! No esperaba encontrarlos en el aeropuerto. Pensé que llegarían juntos en el próximo vuelo de Estambul, pero veo que la señora Özcan venía sola.

Halit tragó saliva, pero se repuso rápidamente.

- Buenos días, señor Ulusoy. No esperaba verlo en el aeropuerto, si no que en su casa.

- Espero a mi hijo menor. Viene de Estambul, tal vez venía en su vuelo, señora Özcan.

- ¡Vaya coincidencia! – señaló Esra sin demasiado entusiasmo.

- De todos modos, me alegra haberlos encontrado aquí. ¿Por qué no llegaron juntos?

- Yo llegué anoche desde Soma. Esra viene de Estambul.

- ¿Soma?

- Sí, fui a ver a mi madre.

- ¿Y usted no lo acompañó? – preguntó el hombre mayor a Esra.

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