Holaaaaa... Nuevo capítulo. He escrito poco porque no he tenido mucho tiempo de tranquilidad esta semana, así que sabrán disculpar lo escueto del capítulo.
¡Nessun'dorma! Que nadie duerma... Y parece que nadie duerme mucho en la casa del señor Ulusoy.
La habitación que les habían facilitado tenía dos amplias camas, así que Esra estaba un tanto dubitativa. Se había llevado un hermoso camisón blanco de encaje que cumplía una doble función: era recatado y sensual a la vez. No quería parecer desesperada por llamar su atención y tampoco sabía muy bien como abordar la conversación que quería tener con él.
Justo cuando habían estado en medio de una charla íntima, en el comedor, antes de la cena, los comensales habían arribado al lugar y la intimidad que habían logrado se había diluido, por lo que Halit no pudo responderle qué se sentía cumplir sus sueños. La impertinente de Sonya no había cenado con ellos, para alivio de Esra, quien no quería verla ni en pintura. La alegría por el acuerdo alcanzado había contagiado a todos los presentes y el señor Mishibata había insistido en que su gobierno estaba muy interesado en conocer los resultados de los experimentos que la empresa de Halit llevaría a cabo, lo mismo que el embajador de Chile. Cuando la comida se terminó, las mujeres se habían retirado a tomar te a otra estancia. Esra estaba intranquila. Quería ver a Halit, quería continuar hablando con él, pero al parecer el señor Ulusoy tenía totalmente acaparado a su marido.
Cuando ya eran las diez de la noche, se excusó diciendo que se iba a dormir. Fue hasta el salón donde estaban los hombres bebiendo un bajativo y les dio las buenas noches. Halit le devolvió una significativa mirada, dándole a entender que no podía desairar al su anfitrión, así que Esra había ido a su habitación sola. Eso le había dado tiempo para prepararse y hasta había abierto un libro para hacer la espera más llevadera. Sin embargo, le costaba concentrarse puesto que estaba atenta a cada ruido que oía afuera de su habitación. Finalmente, el ajetreo del día había comenzado a hacer su efecto y el sueño había comenzado a vencerla, así que apagó la luz. Estaba por dormirse cuando unas conversaciones cerca de su puerta despertaron su atención. Era Halit y el señor Ulusoy agotando la última charla del día, mientras se acercaban a la habitación que ocupaba Halit. Finalmente, el señor Ulusoy se despidió y cuando Halit estaba por entrar, Esra oyó a una voz femenina al otro lado de la puerta. Reconoció al instante esa impertinente voz.
- ¿Qué haces despierta a esta hora? – inquirió Halit en voz baja.
Esra se acercó sigilosamente a la puerta para oír mejor. Sabía que era una imprudencia y una falta absoluta de modales, pero la curiosidad pudo más.
- Necesito hablar contigo.
- ¿No puede ser mañana? Estoy cansado.
- ¿De verdad la amas?
- ¿Qué dices?
- ¿De verdad amas a esa odiosa mujer?
- Alejémonos de la puerta – susurró Halit, pero afortunadamente para Esra no fue lo suficiente como para dejar de oír.
- ¿Te preocupa que pueda oír la respuesta tu linda mujercita? – preguntó Sonya con amargura.
- Sonya, has sido muy injusta con Esra. Ella no te ha hecho nada – replicó Halit con total desconcierto en su voz - ¿Se puede saber qué te hace odiarla tanto si apenas la conoces?
- ¿Y todavía lo preguntas? – consultó Sonya y lo mismo pensó Esra. Había que ver que los hombres eran muy estúpidos para ciertos temas.
- Sonya, estoy casado. Esra y yo somos felices.
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Conveniencia
FanfictionHalit siempre pensó que con trabajo e inteligencia podría llegar a tenerlo todo, pero en una sociedad clasista y cerrada, tus orígenes determinaban la forma en la que eras recibido, por eso se hizo con la joya del Cuerno de Oro de Estambul. Con Esra...