Capítulo XVII

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Holaaaaaaa... Primer capítulo de este fin de semana. Mañana va el segundo.

¿Recuerdan que Esra no rogaba? Bueno, en este capítulo va la explicación.


Esra lloró un largo rato y él hizo lo único que podía hacer en esas circunstancias: acariciar suavemente su cabello.

- Lo siento, he empapado tu camisa – dijo volviéndose a sentar erguida después de unos momentos.

- No te preocupes, no es de mis camisas favoritas – replicó él tratando de arrancarle al menos una sonrisa, algo que afortunadamente logró, pero sólo por un breve espacio de tiempo.

- Debó estar espantosa – dijo ella sacando un pañuelo de papel de su pantalón para enjugarse las últimas lágrimas.

Él negó con la cabeza.

- Siento el espectáculo que dimos – agregó Esra disculpándose.

- No te preocupes. Desde la cocina no se oía absolutamente nada.

- Mi padre está furioso.

- Es comprensible, pero se le pasará.

- No estoy segura – replicó ella con la vista perdida.

- Esra, sé que haces esto porque estaba en el contrato, pero puedes retirar la demanda. No quiero que te sientas obligada a hacer esto. Si no crees que sea lo correcto o si crees que esto romperá irremediablemente la relación con tu padre, eres libre de retirar la demanda.

Esra lo miró con los ojos todavía humedecidos.

- No te preocupes, Halit. Esto es algo que debí hacer hace mucho tiempo. No debí esperar hasta este punto. Esta es una medida que debí adoptar hace muchos años atrás.

- ¿Estás segura?

Esra asintió enérgicamente.

- Por supuesto que sí. Los inconvenientes no se van a solucionar sólo por evitarlos. Mi padre tiene un problema y si él no es capaz de buscar ayuda, al menos tengo que procurar reducir las consecuencias de su enfermedad.

- Tu padre parece un hombre razonable. Estoy seguro de que en algún momento recapacitará.

- No estoy segura... Yo... Nos dijimos cosas horribles hoy.

- Cuando estamos enfadados decimos cosas horribles, de las que después nos arrepentimos.

- Yo no sé si me arrepentiré de lo que le dije. Eran cosas que llevaba mucho tiempo guardando.

Parecía como si Esra quisiera decir algo más, pero Halit no se atrevió a preguntar. Quería que fuera ella la que decidiera contarle lo que considerara pertinente.

- Es irónico ¿sabes? Mientras estábamos en Göreme, Sonya me dijo que te habías casado conmigo porque querías mis antecedentes y ambos sabemos que fue así. Sin embargo, no puedo evitar sentirme como una estafadora, porque esos antecedentes no eran para nada intachables.

- Esra...

- Hay suficientes esqueletos escondidos en el armario en mi familia.

- Esra, el problema de tu padre no es responsabilidad tuya.

- Lo sé, pero mi familia tiene muchos secretos y tal vez debí haberte advertido de estos antes de casarnos.

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