Capítulo VI

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Holaaaa... Acá yo otra vez. 

Lamento la demora, pero es que estas semanas he andado a full con un montón de tareas. Lo peor de todo es que la historia sigue rodando en mi cabeza mientras hago otras cosas. Eso por una parte es bueno porque no decae la inspiración, pero por otra parte no me permite concentrarme bien en lo que estoy haciendo jajajajajaj

Bueno, espero que la disfruten. Mil gracias por sus likes y sus comentarios.


En la oscuridad de la limosina, Halit seguía atónito y furioso en partes iguales, pero bien sabía que no podían discutir ahí, frente al pobre Ahmet, que no tenía culpa de sus problemas.

Esra miraba por la ventana y su respiración era larga y profunda, como si estuviera haciendo enormes esfuerzos por mantener la calma. Jamás la había visto así y menos con él.

Recordó cuando Esra lo llamó dos días después de haberle hecho la propuesta, indicándole que, si su oferta seguía en pie, su abogado le hiciera llegar el borrador del contrato. Su tono de voz era apagado y la conversación fue escueta, como si no tuvieran nada más que decirse.

Todavía recordaba la expresión de su abogado cuando le había dado las indicaciones.

- ¿Pero estás claro que ese contrato sólo tendrá validez entre ustedes? Si te casas, las normas del matrimonio aplicarán de igual forma y el contrato que suscriban no tendrá más validez que un acuerdo prenupcial. Las normas del matrimonio no son disponibles para que las partes las puedan cambiar totalmente.

- Lo entiendo, pero la idea es justamente que el contrato sea válido para nosotros.

- Me imagino que será secreto.

- Supones bien. Sólo lo sabremos tú, Esra, yo y tal vez lo comente con mi madre, para que no se haga ilusiones. Esra tendrá absolutamente prohibido comentar cualquier cláusula contractual con un tercero, aunque se trate de alguien de su familia.

Su abogado había suspirado y había preguntado por última vez:

- ¿Estás bien seguro?

- Segurísimo.

Y así había sido como un día después su abogado le había hecho llegar a Esra un borrador innominado del acuerdo, en papel. Nada de correos electrónicos que después dejaran huella.

Una semana se había tomado Esra para aceptar lapropuesta y entonces volvieron a reunirse para coordinar los próximos pasos delplan.



Esra no podía dejar de pensar en las insidiosas palabras de Günce. ¿Qué podía hacer? Estaba atada de manos en esa relación. Para empeorar las cosas, cuando había querido estar sola, Cemil había aparecido con su impertinente y absurda declaración de amor. ¿Es que ese hombre no tenía memoria? Estaba visto que ni Cemil ni Halit la tenían en muy alta estima intelectual, el primero por el solo hecho de considerar que ella pudiera interesarse nuevamente en él y el segundo por creer que podía dejarla como una estúpida frente a todos y que ella lo aceptaría de buena gana. Ya vería Halit de qué madera estaba hecha ella.

A su mente volvieron los recuerdos de la época en que aceptó la propuesta de Halit. Se tomó dos días para pedirle que le enviara un borrador. Lo cierto es que estuvo fuertemente tentada a aceptar desde un comienzo, pero tenía sus dudas. Lo que finalmente la hizo decidirse fue la tristeza de su hermano Rahmet, cuando una semana después le informó que ya había visto escuelas en las que podría dar clases a tiempo completo y que había hablado con su director de tesis doctoral para avisarle que debería poner el proyecto en espera por un tiempo indefinido. Esra había tragado saliva y lo había abrazado. En voz baja le había susurrado que no se preocupara.

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