𝐭𝐫𝐞𝐜𝐞

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Eren Jaeger, ¿la esperanza de la humanidad?

Me encontraba sentada en aquel estrado. Aún me sentía abatida, miraba algún punto de la corte, perdida entre mis pensamientos más melancólicos. Portaba mi uniforme de reclutas, representaba una élite de resurgimiento, pero, mi corazón no parecía bombardear con orgullo. Habían muchas personas, de las diferentes élites. Estaban propuestos a exclamar su juicio, sus verdades y opiniones, aunque no fueran francas, pero yo solo estaría aquí para esclarecer que aquel a quien juzgarían, no estaba solo. Desde que nací, no había tenido mucho. Un padre, uno que se esforzó por no estar ausente, a diferencia de mi madre a quien jamás conocí. Quizás, una niñera a la que le tome el cariño suficiente para verla morir aplastada por unos escombros. Un capitán friolento y sombrío, que me cuidaba como una sobrina. Pero, aquellos compañeros eran diferente. Era por el hecho de que una parte, nos hacía iguales. Éramos fuertes, como débiles. Aunque, cuando estábamos juntos, éramos imparables, me dolía saber que en esta posición debía obligarme a resistir la amarga ausencia de Marco. Baje mi cabeza, observando mis manos, las que pudieron alcanzarlo y sostenerle, pero fui débil e imprudente. Si hubiese actuado de la manera correcta, ¿habría salvado a Marco? Me preguntó a mi misma, algo que no puedo ser capaz de responder.

Levante la mirada, suspirando gruesamente, para así, toparme como el capitán Levi me miraba. Sus grisáceos ojos examinaba mi postura tan frágil, correspondía a mi debilidad, anhelando con su falta de tacto el poder devolverme algo de paz. Lo supe, porque él me asintió, esperando que pudiera acceder a un enfoque mayor. Retome la postura, para asentirle. Afirmando mi firmeza. Confiaba en él, demasiado porque por alguna razón, Levi parecía siempre seguir los pasos de mi padre sin vacilar. No había alguien que fuera más fiel, que ese capitán quien me acompañaba. Deje de mirarlo, la altura de mi padre en esta corte me impedía poder ver más allá del estrado. Donde irónicamente cuando buscaba encontrar alguna mirada, encontré sutilmente los azulados ojos de Armin Arlert mirarme. La calma que sentí, fue inexplicable. Un sentimiento me agobio, me apretó fuertemente la garganta cuando dejó de mirarme en aquel momento en que las puertas de la corte se abrieron, mostrando como unos policías militar arrastraban a un anonadado Eren hasta una columna de metal enterrada en el suelo. Lo tratarían como un vil animal. Eren levantó su cabeza, miraba aliviado hacia donde nos encontramos y encontrando mi mirada, se calmó. Al igual que cuando debió encontrar la de sus amigos más fieles.

—¿Es necesario?—pregunte en un tono bajo, mirando a mi papá quien bajo la cabeza seriamente para observarme.

—Si.—respondió, con la misma expresión.—Desconocemos su verdadera posición, es por eso que lo apostaré todo en él, hoy mismo.—artículo.

—Silencio, quiero escuchar al comandante supremo.—musitó Levi, aún lado de mi, en cuanto aquel hombre con barba apareció en el estrado, quedando frente a Eren Jaeger.

—Vamos a empezar... ¿Eren Jeager verdad?—se dirigió con una gruesa y firme vos, viendo cómo Eren le miraba sumamente abrumado.—Eres un soldado que ha jurado defender al pueblo con su vida, ¿o me equivoco?—Darius Zackly le miraba, le miraba, Eren asintió ante el hombre más respetado de las tres élites.—Se trata de un caso especial. A continuación serás juzgado por el tribunal militar, todas las decisiones serán tomadas por mi. Juzgaremos una vez más, si vives o mueres. ¿Alguna objeción?—se dirigió a un Eren incómodo por su postura, estaba arrodillado y siendo observado por cientos.

—No, señor.—respondió Eren, tensamente.

—Me alegra que entiendas directamente, es por eso que iremos al grano. Era imposible ocultar tu existencia, por lo obstante, cuando hagamos un anunciado oficial acerca de ti, vamos a tener que que dar otra explicación acerca de los titanes. Hoy decidiremos qué élite se encargará de ti, si la policía militar o el cuerpo de exploración.—explicó detalladamente aquel comandante supremo, quien tenía su mirada en Eren.—En primer lugar le cedo la palabra a la policía militar.—todos dirigimos nuestra mirada a la otra parte del estrado, donde yacía toda la gente de la policía militar.

𝐎𝐂𝐄𝐀𝐍──𝐀𝐫𝐦𝐢𝐧 𝐀𝐫𝐥𝐞𝐫𝐭 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora