𝐝𝐨𝐜𝐞

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La preservación humana.

—¿Marcó?—me pregunté.

Mi respiración estaba entrecortada, podía sentir que en cualquier momento, la falta de aire me provocaría un des balance. Corría tan rapidez entre esos tejados, que no estaba siendo estable en manejar mi respiración, estaba agitada y lo único que había en mis venas, era pánico. No había tiempo para pensar con cordura, porque en cualquier momento que dejara de escuchar esas aclamaciones, me volvería loca. Apreté con fuerzas mis hojas, debía estar preparada para el ataque, aunque llegara tarde, no podía desertar. Escuchaba sus gritos. Eran huecos en mis tímpanos, me estaba aclamando por aliento. En tantos callejones sin salidas, no podía ser capaz de distinguirlo. No sabía donde podía estar, necesitaba hallarlo de una manera u otra, antes de que fuera demasiado tarde. Impulsé todo mi gas en ese momento de desesperación, donde solo necesitaba llegar al lugar determinado de donde provenía ese estruendo. Miraba a todos lados, veía a varios titanes conducir por el lugar. Iban perdidos entre medio de esos gritos desgarradores que no podía tampoco distinguir lo que decían, solo aclamaban por ayuda en medio del desgarre emocional que transmitía. Me detuve en seco, mis ojos abordaron el estado de shock en el que entre cuando visualicé aquel titán. Entre sus manos, forcejeaba por querer tragar su cuerpo, veía como él se estaba esforzando. Estreche mi mano, no podía dejarlo morir.

—¡Marcó, resiste por favor!—le pedí, sintiendo como todo mi cuerpo empezaba a temblar.—¡Por favor, resiste!—continuaba pidiendo.

—¡Ayúdame, por favor Ainara!—me grito fuertemente cuando escucho mi avistamiento.—¡No quiero morir, Ainara por favor!—volvió a gritarme en esa desesperación.—¡Ahhhh!—gritaba, con dolor, con sufrimiento.

Denegué en un gruñido, en uno que se me salió todo el alma cuando en ese impulso, mi gancho que se ató en un tejado para poder sobrevolar por encima de aquel titán, se desprendió. Perdí la altitud, y toda esperanza cuando caí al suelo. Fue tan brusca esa caída, que toda mi respiración se fue por el choque de mi espalda en el suelo. Estaba inmóvil, sumamente inmóvil, a tal grado que mis manos involuntariamente soltaron las hojas. No podía ser cierto que mi gancho se desprendiera con esa facilidad, no había provocado un erróneo movimiento, todo estaba bien con la acción que cometería, pero, fue un mal presagio ser testigo de aquellos estruendosos gritos. Mi vista estaba nublada, estrechaba mi mano la estreché hasta que sentí como un bache de sangre mancho mi rostro por completo. Anonadada, intentaba incorporarme, pero la falta de aire me obligó a desistir. Dude, nuevamente dude. Aturdida, en medio del desconsuelo donde sentía mi alma acogerse en la tristeza, quede boquiabierta entre el sollozo cuando abrumada vi el cuerpo de Marcó caer bruscamente en el suelo. El sonido fue tan áspero, tan perturbador, que sentí que estaba viviendo una horrible pesadilla de la cual no podría despertar nunca. Todo mi interior se apretó, todo. Las pisadas de ese titán dejaron de tambalear, su grande cuerpo decayó en el suelo, pero, lo peor era que el daño ya estaba ocasionado.

—No, no.—me arrastre, fuertemente me arrastre a pesar de que no tuviera la condición física para continuar, me arrastre hasta apretar con fuerza la pierna de Marcó.—Idiota ¿No que no querías morir?—me pregunté aturdida, observando, aún estaba convulsionando, aún estaba muriéndose.

—Ai-Aina-Ainara... —me llamaba, su respiración se entrecortaba, todos sus órganos debían estar dejando de funcionar.—Ellos, ellos lo hicieron... —continuaba diciéndome, pero no podía entenderlo.—Hu-huye... —no entendía, solo le miraba con detenimiento.—Jean.—articulaba con dificultad, estaba agonizando frente a mi.—Gracias Ain...

La sangre estaba expuesta, tanto como la mitad de su cuerpo desprendido donde dejaba carne viva a su alrededor. Era tan abrumador, que mi estomago se revolcó mientras que solloce fuertemente. Fue la imagen mas horrible que había visto en toda mi vida, ni siquiera la falsa muerte de Eren se había visto cómo está, cuando aquel titán desprendió el cuerpo de Marcó con un solo bocado, dejándolo inservible. Las grandes pisadas volvían a tambalear el suelo, pero yo estaba en negación de irme y abandonarle aquí. Mis lágrimas marcaban la tragedia que me azoto. Mi dolor se esclarecía en un fuerte sollozo donde continuaba apretando sus únicas extremidades. Intente estrechar más mi mano, hasta llegar a su chaqueta, la apreté tan fuerte exigiéndole un perdón por el dolor que me estaba provocando. Era el hecho de que le quería, de que él me quería. De que todos lo queríamos. Frustrada, con un sollozo entrecortado por mi falta de respiración, continuaba escuchando los pasos de aquel titán. No me iba a mover. Así era como moriría, porque no podía implicar el hecho de que mi alma continuara resguardando la vida de mis compañeros muertos, pero es que, Marcó era diferente. Grite, grite fuertemente. Nuevamente me quería castigar, nuevamente me obligaba a ver la sangre desbordarse por todo el suelo. Me necesitaba mutilar, me necesitaba culpar.

𝐎𝐂𝐄𝐀𝐍──𝐀𝐫𝐦𝐢𝐧 𝐀𝐫𝐥𝐞𝐫𝐭 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora