𝐬𝐢𝐞𝐭𝐞

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Para ti Eren, en unos años.

Caminaba vagamente por aquel distrito, en compañía de un día soleado, repleto de aves que volaban libremente por el cielo. Las personas pasaban a mi alrededor, muchos pueblerinos nos observaban, incluso los niños que corrían alegremente por los callejones. Me detuve. No recordaba una memoria donde yo haya sido de esa manera. Corrían, y reían entre sí. Era un grupo de tres niños, quienes jugaban animados entre ellos. Y no, de hecho, yo no tuve amigos. Hasta ahora, era la primera vez que me relacionaba con personas de mi edad y quizás, el hecho de haber crecido entre paredes y con adultos, me hizo ser distante a lo que debería no ser. Un suave tacto en mi hombro hizo que mi girara, observando los azulados grisáceos ojos de Mikasa mirarme, alentándome a seguirla entre la gente, quienes en un soleado medio día parecían estar haciendo sus compras en aquel mercado. Seguí a la chica con cabello corto, negro y lacio, quien me acompañaba en este distrito junto a los demás cadetes. Nos preparaban para realizar unas tareas con las tropas de guarniciones, los primeros en felicitarnos y adiestrarnos por nuestra gran ceremonia de graduación. Realmente, habían muchos de ellos rondando por aquí, quienes parecían estar también trabajando desde la mañana, pues se veían cansados, pero, no tan sobrios.

—Hay muchas personas.—comentó Mikasa, manteniéndose distante a los que pasaban a su lado.—¿Qué sucede?—se preguntaba ella.

—La legión de exploración saldrá de expedición, fue lo que se rumoreaba.—expresó Eren, caminando más adelante de nosotras, mirándonos de reojo.—Verás a tu papá, Ainara.—afirmó, pero me quede en silencio, observando todo a mi alrededor.

—No parece haber cambiado nada aquí afuera.—indique, eran pocas las veces que salíamos al comercio para comprar algunos caprichos, eran pequeñas excursiones, y, como no todos podían ver a sus familiares, yo decidí no hacerlo; porque Eren, Mikasa y Armin, no tenían a quien visitar, pasaba esos días junto a ellos, siendo su única visita.

—Allí deben estar Ainara.—decía Eren, sonriéndome ampliamente, este señalo adelante suyo, mostrando las grandes líneas de personas inmovilizadas.—Vamos, debes ver a tu papá.—exclamó, apretando mi mano para alentarme a caminar, Eren era demasiado impulsivo.

—Cuidado... —le pedía apenada, él empujaba a la gente, pero dentro de su insistencia, había una emoción que yo no entendía, el hecho de que él admiraba a la legión, lo hizo no desistir de su decisión.

—Miren, es el capitán Levi.—decían entre medio de ese bullicio donde deseaba poder mirar, pero me era difícil sobrepasarlos.—Es el soldado más fuerte de la humanidad.—exclamaban, necesitaba levantarme más, quería acercarme.

—Ainara es tu...

—Papá... —culmine en decirlo antes que Eren pudiera hacerlo, porque fue un extraño sentimiento de tristeza y felicidad en cuanto lo vi.

La emoción. Esa conmovedora emoción que hace reflejar el vago sentimiento de tristeza, por la ausencia de tres años a la que nos tuvimos que ambos someter. Fue difícil. Eso me hizo ser igual a mis compañeros, en que no pudieran ver a sus familiares o compartir con ellos, fue lo que me hizo tener que pasar por sus mismas dificultades sin ningún privilegio como ellos creían que tendría. Sonreí, sonreí al punto de sentir mis ojos humedecidos en cuanto lo vi en ese blanco caballo. Él era idolatrado por todos. Todos le miraban y creaban bullicio entre él y sus camaradas. En ese momento, me desprendí de la mano de Armin, queriendo pasar entre la gente. Me empujaban, estaba siendo tan aclamado, que no podía pasar entre las personas, pero él parecía buscar entre los cadetes de mi mismo uniforme. Ese era el lazo sanguíneo que nos unía, el hecho de que me sintiera cerca, me hizo impulsarme con más fuerza.—¡Papá!—exclamé, y su rostro se giró, él buscaba entre las personas, pero aún no me encontraba, pero fue el hombre atrás suyo con cabello lacio negro y ojos grisáceos quien lo llamó fríamente. Aquel capitán, aclamado también por el público reconoció a la pequeña hija de su superior, a quien le enseñó a limpiar y ordenar. Levi me miró, de una manera inexpresiva, pero su único afecto de emoción por verme, fue estrechar su mano para sostener la mía.

𝐎𝐂𝐄𝐀𝐍──𝐀𝐫𝐦𝐢𝐧 𝐀𝐫𝐥𝐞𝐫𝐭 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora