𝐜𝐢𝐧𝐜𝐨

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El día de la montaña de nieve.

Hacía frío, hacía demasiado frío para que pudiera continuar caminando en este arduo entrenamiento. Sentía como mis huesos pesaban cada ves más, al punto de moverme con lentitud. No era así como quería pasar este día, pero aquí debía estar. Una velada más, un año que continuaba pasando sobre mis ojos. Pronto esta tortura acabaría, estaba cerca de la gran meta. Miraba al cielo, la noche estaba estrellada, muy hermosa últimamente. La luna me daba la iluminación suficiente para que continuara avanzando, junto a los demás, quienes sonreían, antes de empezar con una leve separación. Tenían frío igual que yo, la ventisca estaba azotando nuestros rostros. Así que mantenía mis manos ocultas en el interior de mi bolsillo, esperando que se calentaran. El suspirar, botaba un helado aire que podía ver trascender hasta desaparecer. El punto de este entrenamiento, era sobrevivir el clima, hasta bajar la montaña y poder volver a la base de reclutas, donde claramente no nos estarían esperando con una taza de chocolate caliente, pero al menos la fogata era lo que valía la pena para nosotros. Me mantenía aún lado de esa chica con grisáceos azulados ojos, Mikasa tenía su nariz enrojecida, el frío empezaba afectarle. Me mantenía a su lado, observando a los demás charlar. Ella y yo estábamos en silencio, una al lado de la otra.

—Espera Eren, se supone que aquí nos separamos. Lo ha dicho el instructor. ¿Acaso no puedes hacer caso una sola ves?—le preguntó Jean, señalando hasta lo bajo de la colina.

—Creo que sería una mejor estrategia, que recrearemos grupos. Así, podríamos permanecer unidos a la distancia, sería un mejor trabajo. Él también quería que ejerciéramos eso, ¡cara de caballo!—justificaba Eren, lo cual tenía punto, en este momento, ellos no estaban trabajando en conjunto.

—Oigan chicos, no podemos quedarnos aquí. Nos congelaríamos, hay que seguir avanzando.—pedia Reiner, separándolos.—Por más complicado que sea, ya los demás han empezado a partir, si quedamos atrás, no habremos superado las expectativas del instructor Shadis.—indicaba este, con ese tono tan maduro que tenía, Reiner era un gran compañero, le estimaba demasiado.—Él dijo que serían grupos de solo dos personas o tres. Quizás, ahí descubriremos cómo trabajar en equipo. Andando, debemos vernos abajo de la colina. Tengan suerte.—expresó este.

—¡Te lo he dicho ya Eren, debemos separarnos! ¿O estás asustado?—le decía Jean a Eren, quien solo le miraba con el ceño fruncido, no había un día en donde ellos no dejaran de pelear.

—¡Cállate Jean, de verdad que eres intolerable! ¡Es por eso que nadie quiere hacer equipo contigo, solo Marcó te soporta!—se defendía Eren, ambos casi chocarían su frente.

—Chicos, recuerden el verdadero propósito del porque queríamos bajar en grupo.—musitó Marcó, y por un momento, todos se miraron de una manera extraña, por lo cual, atesore en quedarme distante.

—Ainara, ¿vienes?—me preguntó Reiner, mirándome detenidamente mientras que Berthold yacía aún lado de aquella chica, de la misma fría chica con la que había peleado meses atrás, ese suceso no se había vuelto a repetir, pero ella y yo, ni siquiera nos mirábamos. 

—Te veo allá abajo.—le musité a Mikasa, distanciándome de ella, para seguir los pasos de Reiner, a lo que Mikasa me asintió, para dirigir su mirada a Eren, esta quien lo apretó por el abrigo, esperando a que continuara trabajando.

—Esos dos no se cansan de pelear.—comentaba Reiner a mi lado, mientras que podía ver a la distancia como Annie y Berthold caminaban juntos, la colina sería difícil, el haberla subido nos había hecho perder un poco de aire.—Oye, tienes rojas las orejas.—él tocó mis orejas, pero continué caminando a su lado.

𝐎𝐂𝐄𝐀𝐍──𝐀𝐫𝐦𝐢𝐧 𝐀𝐫𝐥𝐞𝐫𝐭 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora