Prefacio

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En el estallido de una nueva inminente guerra vislumbre como el Sol explotó en los cielos librando sus furias en enormes bolas de fuego. Cayendo en una lluvia ardiente que quemaba a los demonios del infierno.

Una luz cegó la paz y asfixió el alivio de una madre por la seguridad de su niño. Un viejo hombre enloqueció al mirar que sus carnes ardían y se fundían como el propio cuerpo de su hijo.

Los líderes solo cruzaron los dedos, mientras estaban desplegando sus castigos divinos sobre el pueblo que prometieron proteger con promesas vacías. Los privilegiados se empeñaron en asegurar sus riquezas sabiendo que ellos no son los bendecidos por pecar con su inmensurable vanidad. Los infortunados se quedaron esperando a que el peor de los escenarios cesara con su masacre.

Y nosotros...

Nos encargaremos de que la peor de las guerras no se desate, aunque en este punto, nos encontramos en la más terrible de las catarsis que el enemigo mundial ha generado.

Sucesos que han profanado la cordura de cada uno sin una pequeña pizca de salvación. Sin asegurar que esta situación pueda resultar en un gratificante éxito, y siendo a su vez nuestra última misión.

Nuestro último aliento... Un aliento de inocencia en un mundo incomprendido que ha corrompido los corazones de cada ser vivo.

Un mundo que es probable que ya no tenga remedio...

Y si estás presenciando todo esto... Te lo ruego con mis manos en rezo. ¡Sálvate y corre lo más lejos!

Déjame aquí. Quiero disfrutar el dolor de mi derrota y contemplar todo lo que he perdido por lo testarudo que he sido con aquellos que juré cuidar...

Le he fallado abruptamente a mi yo del pasado. También le he fallado a mi propio hermano. Lo siento mi querido amigo. La promesa que me mantenía vivo y la razón de mi lucha...

Han quedado en el olvido de un mundo que ya no me escucha. Un mundo que me ha dejado mudo...

—¿Te has detenido a pensar, como en un instante, todo cuanto conocemos está a punto de desaparecer?

Vidas se han perdido. Vidas se han salvado.

—Tal vez, aunque yo haya perdido más que nadie. Quiero salvar lo que ahora tengo.

Si pienso en el pasado mi corazón se encoge de tristeza. La impotencia se apodera de cada rincón de mi ser. Lo sé, esto es una desgracia.

Hemos condenado a este mundo a su perdición y la sorpresa es que arderá con todos nosotros.

En todo este tiempo, me he dado cuenta como los seres humanos somos despreciables, hipócritas y voraces. Somos una serpiente astuta y silenciosa para lo malo. Pero estúpidos y torpes para lo que en realidad importa. Ciertamente nos creamos una burbuja llena de falacias fantásticas, y cuando esta se rompe la realidad nos azota sin la mínima pizca de compasión y piedad.

Estamos condenados. Todo el mundo lo sabe.

El planeta ha perdido su luz. Aquella luz que lo caracteriza desde su concepción en el universo. Una luz que llegó a su límite. La hipocresía junto con el odio y la maldad se han apoderado de la tierra que nos ha albergado desde hace miles de millones de años.

La alegría tal y como algún día la llegamos a conocer se ha esfumado dejándonos a merced de la amarga tristeza. La valentía se convirtió en cobardía y el honor en una gran deshonra.

¿Cómo encontraremos respuestas?

¿Cómo estar seguros de que existe una solución?

Yo sé que conoces mi historia, pero solo sabes una parte de ella.

Cuando pensábamos que lo peor pasaría, la vida, quizás el destino o ¡Qué sé yo! Me demostró que aún existen peores escenarios que pueden suceder tras haber padecido una devastación...

Un colapso.

Todo aquello que fue destinado a su creación inevitablemente será destinado a su destrucción.

Ven aquí. Siéntate y escúchame. La humanidad ha cometido innumerables equivocaciones. Te mostraré cuales fueron. Tal vez tú en este preciso momento los estés llevando a cabo. Los humanos tenemos el hábito de repetir los errores del pasado, o más bien, estar atados a un pasado que ya fue.

Somos individuos empedernidos a la rebeldía sin cura. Sin notarse en sus pieles remedio alguno.

—Nuestras mentes son ambiciosas incluso hasta cuando dormirán.

Mi historia seguirá fuerte y latente mientras tú, querido espectador. Le regales algo de vida.

Continúa...

Descubre como a partir de aquí el mundo perdió lentamente los colores de su vitalidad. El amor incondicional. Su alegría se llenó de matices grises y sombrías. Desvaneciéndose con la inmundicia de su gente.

—Lo real va mucho más allá de lo imaginado.

Si tan sólo tuvieras la oportunidad de divisar por mis luceros y sentir por medio de mi agitado corazón. El día de hoy estarías inquieto y presuroso por tenerlos entre tus brazos y gritar a los cuatro vientos el amor que sientes por ellos.

Sé que sabes a quienes me refiero. No lo dudes, hazlo. Hazlo antes de que pierdas el Sol de tu vida. Su amor y el calor que te brindan aquellas personas que tú amas.

Hazlo, antes de que sea demasiado tarde. Antes de que pierdas aquel gran manto de luz que nos otorga vida o el calor que su cobijo te brinda.

Prepárate porque el infierno está aquí de muchas e inexplicables maneras. Si creíamos que lo peor había sido historia estábamos muy equivocados.

El hombre desde hace décadas. Conquistó sus mares hasta dominar territorios desconocidos. El hombre poseía de una naturaleza conquistadora. Cuando venían épocas de conflicto, el hombre creó las guerras para dominar ante los enemigos. Su naturaleza aún seguía siendo conquistadora, pero su hogar ya no era el regalo que su padre le obsequió desde un inicio.

El anhelado cielo.

El ángel satán al caerse sobre las tierras del hombre en un acto de tristeza y cólera fundó el hogar al que ahora pertenecería el nuevo hombre conflictivo. Eran los territorios ardientes de fuego y del egoísmo puro.

El nuevo hogar de las almas que no poseen un alma errante de cielo su destino será el exilio a los nuevos aposentos por debajo de sus cúmulos. Su nuevo hogar ahora será el infierno.

Entonces, el ser humano ante su necesidad de conquista y dominio, retó a su progenitor con la promesa de que el lugar que algún día fue merecedor del soñado cielo ardería con fulgor como lo hacen los calabozos y las cuevas de fuego. El cielo también sería conocedor de las llamas ardientes del inframundo.

Los de abajo le prometieron a los de arriba que traerían el sufrimiento eterno hasta donde se encontraba el amor eterno de su progenitor.

Juraron que algún día conocerían lo que realmente era estar y sentirse en el mismísimo infierno...

— The Last Sun In The World II: Hell. —

The Last Sun In The World II: Hell (En pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora