Capítulo V. La doncella y su jaula de oro.

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- Alexandra -


Georgetown.

Año 2031.

Un recuerdo envuelto en fuego...

Mi memoria se mantenía fija en una especie de bloqueo y si trato de recordar algo solo vienen jaquecas como respuesta a ello.

Lo poco que logro recordar es mi amada familia y ni siquiera es de una forma linda o agradable. No es porque ellos fuesen malos para mí sino todo lo contrario...

Solo que no pensé que realmente las cosas estaban tan mal. Si por algo he de empezar... Nunca subestimes lo que no está bajo tu control. Así como puedes jugar con fuego existe la probabilidad de que te puedas quemar.

Crear una herida.

Años atrás. Parecía un día normal en aquel entonces. Ya lo saben, típica vida de una estudiante de secundaria. Era una chica normal haciendo su rutinaria caminata de la escuela hasta la comodidad de su hogar. Miré muy solitarias las avenidas y los locales lo cual era raro porque las calles de Georgetown cerca de Washington, D.C. son muy pobladas de vastedad de gente. Además, las nubes estaban protegiendo al Sol de sus mismos mantos de luz.

Apenas contacté con la perilla de mi puerta dando a entender que llegué a mi burbuja protectora del mundo llamada casa. Estaba cansada por las clases de mi instituto y lo único que deseaba hacer era recostarme en la cama de mi habitación. Mis ojos presenciaron tal acto inhumano que arrebataron por completo mi perspectiva de lo que era para mí un simple día normal; zarpando en desesperación mi regresar al que creía que fuese el protector de todo mal.

Hubo sangre...

Ese fatídico día resultó ser un trauma por algunos meses, pero ahora gozaba de buena merced, o eso es lo que quiero creer. Yo no me consideraba una persona con un estómago débil, si sabes a lo que me refiero, aunque las pesadillas son constantes cuando vuelvo a vivir la misma tragedia varias noches atrás. Tal vez, eso influyó mucho en la persona que soy hoy en día después del horrible infortunio.

Me llamo Alexandra y me encuentro a la que ahora es mi nueva residencia. Una que yo consideraría casi un castillo... No. Mi padre no le nombraría así para él es un imperio... Todo dentro de esta es teñido de una inefable elegancia y moldeado a merced de infinidad de riquezas permitiéndome vivir con holgura.

Los pisos como sus paredes son blancos al brillar de perlas y todos los muebles que se encuentran en esta gran fachada visten de colores oscuros. Desde el gris marengo hasta el negro carbón. A pesar de ello, cuenta con una infinidad de empleados. Todos los trabajadores son amables y bien enseñados por su amo, mi padre.

Desde el día que llegué aquí, le pidió en especial a un señor que fuese mi mayordomo personal. Él es la única persona en que mi padre confía sin importar nada. No me creía merecedora de todos estos lujos de en sueño, y aún lo pienso después de un largo lapso de tiempo. Muchos deseamos en algún momento de nuestras vidas poseer lujos en profusión. Sueño que todos sin importar la edad y circunstancia anhelamos ciegamente.

Vivir en casas de extensos tamaños; tener personal que te atienda sin fruncir el entrecejo, sentir júbilo al comer cosas deliciosas todos los días. Portar joyas, ropa de marca, realizar viajes por cada parte del mundo entre muchas otras cosas.

Pero, ¿Qué costo pagarían todos para llegar a ello?

Personas de vez en cuando tratan de escabullirse a las residencias de mi padre con tal de usurpar todas las riquezas que existen dentro sí. Y no los culpo. Necesitan sobrevivir de alguna manera, aunque la clase privilegiada sea la que mayor abunda en esta ciudad.

The Last Sun In The World II: Hell (En pausa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora