Ya casi llegamos... Sé que puedo avanzar...
Caminaré unos cuantos pasos adelante. Mi gente me necesita...
La insaciable tormenta no cesaba. Mis rodillas se sentían derrotadas al punto de casi doblarse del agotamiento. El calor seguía ardiendo con fulgor nuestros rostros, mientras las marcas de sudor formaban tatuajes en su paso, y la piel dolía al sentir el inmenso ardor desenfrenado penetrar nuestros ropajes. Aquel sentimiento en que todo se sentía tan olvidado y perdido por la eternidad de los tiempos. La arena hacía remolinos escandalosos en las calles sacudiendo los carteles desgarrados a arañazos, a pesar de ello, nuestras marcas de calzado seguían dejando huellas en los restos de la tormenta.
No se percibía tal pizca de alegría y vida por estas desoladas carreteras. No era raro en un territorio soez como este, pero, aun así, divisar la ciudad así me pone un poco triste.
-¡Vamos! ¿Cuánto falta para llegar? ¡Me estoy muriendo de sed! -Drake sintió inquietud y preguntó a Wolf. Sus pies no podían más. Su cuerpo resentía el cansancio por la larga ruta detrás ya marchada. Permitió abrir su boca para mostrar aquella lengua blanca. Consumida por la sed.
-Vaya dramático se ha colado por aquí. -Charlotte le alegó. Sus ojos tenían decepción. Le avergonzaba su cansino compañero. Elevó sus extremidades para así cruzarse de brazos.
-Vamos, ya falta poco. Sopórtenlo, chicos. -Wolf animó a sus acompañantes. Entonó una voz firme sin llegar ser tosca.
Su polaina se movía con el pasar de las arenas. Wolf respondía tranquilo ante las quejas de su compañero. Después de oír sus palabras, al menos ya tendría en cuenta que no faltaba mucho para llegar a aquellas residencias. Aunque hubiese preferido seguir durmiendo en mi cabaña.
-¿Me estás tomando el pelo? Hemos caminado por horas, ¡Horas! Ni una mosca se ha visto por aquí. -el chico de mechones rubios volvió a reprocharle, aunque intentaba ser realista mantenía aún su burlona voz y amigable sentido del humor.
Eso hacía que nadie le tomara enserio.
-Hemos tomado el camino seguro. No es nada del otro mundo. -Wolf giró el torso hacia atrás. Él quería encarar a Drake a los ojos-. Seguro no quiere decir que sea el más corto, Drake.
Las tormentas no permitían visualizar con detenimiento las edificaciones en su estado más deprimente. Sus ajimeces se fundían en el escarlata más brillante. Al pasar por las tormentas de arena. Nos dimos cuenta que se comenzaban a observar varias llamas provenientes de fogatas y un par de campamentos pequeños. También se visualizaban refugios improvisados hechos con materiales reciclados.
Aquellas pobres almas perdidas que habíamos encontrado eran conocidas como "los nómadas." Almas vagantes en pena; castigadas por la desdicha de la desgracia, y maldecidas por la desesperación de no encontrar a sus semejantes en vida. Todo por culpa del fenómeno conflictivo pasado, la Gran Guerra de los Tres Continentes.
Dentro de sus hogares se resguardaban en donde podían a causa de las fuertes ventosas, aunque los encontramos aquí siempre tienen que irse a vivir a otros espacios buscando la alegría en sus sumisos corazones. Nunca están en un solo lugar. Ellos vagan por cada una de las avenidas de Garden Street. Evitando encuentros con esos despiadados hombres que amargan la felicidad del más afortunado.
Wolf nunca ha podido convencerlos de unirse a nuestro grupo. Tampoco quieren recibir ayuda de nadie. Según ellos es porque están luchando por una causa más importante que su bienestar. Además, no siempre pueden ser personas racionales o pacíficas. El daño les ha enseñado a endurecerse como piedras.
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The Last Sun In The World II: Hell (En pausa)
RandomEl hombre desde hace décadas conquistó sus mares hasta dominar territorios desconocidos. El hombre poseía de una naturaleza conquistadora. Cuando venían épocas de conflicto, el hombre creó las guerras para dominar ante los enemigos. Su naturaleza aú...