Ellen se gira brevemente, para apremiar a Caleb que empiece. Él reacciona, abre los ojos y extiende el brazo para pasarlo alrededor de su cuello, pero entonces comienza a imaginar que no lo hace para simular un ataque, sino para girarla hacia él, para cogerla por los hombros y atraerla hacia su cuerpo. Para inclinar su cabeza y acercar su boca. Para buscar sus labios y besarla. Para poner las manos en su cintura, agarrarle la camiseta y sacarla con un rápido movimiento por su cabeza. Para auparla y que ella le rodeara el cuerpo con sus piernas. Para...
—¡Vamos, agárrame! —le vuelve a pedir Ellen. Y Caleb toma aire profundamente y se esfuerza por apartar las imágenes que con tanta claridad se habían dibujado en su mente, para centrarse en su cometido; entrenarla. Y recuerda cómo lo había hecho otras veces, con otros hombres, así que intenta imaginar que Ellen también lo es, para apaciguar su excitación, aunque le resulta la labor más complicada a la que ha tenido que enfrentarse hasta el momento. Más aún, cuando ella pone las manos en su atebrazo y siente un electrizante cosquilleo con el contacto de su piel.
—Bien, ejem —dice Caleb casi en un susurro, carraspeando al ver que casi no le sale la voz—: Esta reacción es normal, instintiva. Pero inefectiva. Gira el cuello hacia un lado, lo que te evite la opresión que te esté ejerciendo. Luego, agarra mi muñeca con una mano, no el antebrazo. Echa con fuerza hacia atrás, y a la vez, te agachas un poco, te giras... y retuerces mi muñeca, así. Y con este brazo, me golpeas en el costado, aquí... ¿entendido?
—Entendido.
—Repetimos. Despacio...
Vuelven a hacer los mismos movimientos, una y otra vez. Caleb le corrige posiciones, le sigue dando indicaciones, hasta que ve que ha pillado la técnica, y hacen toda la secuencia con mayor celeridad.
Ellen empieza a estar agotada, pero muy satisfecha al ver cómo puede inmovilizar a su oponente y librarse de su ataque, cada vez con mayor facilidad.
—Muy bien, ya lo tienes —le dice Caleb, con orgullo. Se aparta de ella, para secarse el sudor y dar por finalizada la clase. Pero ella le pide que sigan una vez más. Él se niega —: Ya está bien por hoy.
Ellen va a insistir, pero el tono de Caleb ha sido bastante tajante y no cree que vaya a poder hacerle cambiar de opinión. Se da la vuelta y se dirige hacia donde había dejado la bolsa, para marcharse, pero entonces, Caleb la sigue y rápidamente, la inmoviliza, sujetándola por el cuello:
—No hemos trabajado el factor sorpresa —le susurra al oído. Ellen se sobresalta, pues no lo esperaba y le da la sensación de que Caleb está más pegado a su cuerpo que antes, hace más fuerza con su brazo y tiene la cara mucho más cerca de la suya. Le habla al oído, con su voz profunda. Le parece más grave y amenazante de lo habitual. A Ellen se le eriza la piel y se le acelera el corazón, cuando él le susurra—: Tendrías que haber salido huyendo, bomboncito, porque ahora vas a jugar a mi juego.
Ella se queda inmóvil. Siente el aliento de Caleb en su cuello y le parece que lo ha rozado con sus labios. Está totalmente desconcertada, pues no esperaba un nuevo ataque, pero a su vez, porque también se siente excitada. Y todavía le desconcierta más que se cruce por su mente la idea de que eso no está siendo parte del entrenamiento, sino que ha querido atacarla de verdad. Caleb oprime su cuello con más fuerza, mientras que la otra mano la pone en su cintura y la atrae un poco más hacia su cuerpo. Va desplazando esa mano por su cadera, hacia su vientre, aproxima la boca a su oreja, saca la lengua y roza su lóbulo suavemente. Entonces, Ellen reacciona y recuerda de pronto todos los movimientos recién aprendidos. Le agarra por la muñeca, gira su cuello y su cuerpo rápidamente y consigue desasirse de él. Se aparta con un movimiento y se pone frente a él, con la respiración agitada, con los ojos muy abiertos, observando a Caleb que se ha quedado con el cuerpo doblado, sujetándose la muñeca.
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El entrenador
Ficção AdolescenteEllen se toma la justicia por su mano, cuando su mejor amiga le cuenta que lo que vivió con dos universitarios, en una fiesta, no fue una relación sexual consentida. Decide contratar los servicios de Caleb, un joven experto en artes marciales y otra...