Caleb toca el timbre con insistencia. Ha intentado llamar a su hermano por teléfono, pero no le ha respondido. Así que ha decidido ir a su casa.
Sabe que quizás todo lo vea con más claridad por la mañana, pero no quiere dejar así las cosas. Necesita saber qué ha ocurrido, qué ha provocado la actitud de Ellen, por qué insiste en culpar a su hermano.
Ella le ha dicho que le pregunte a Jared y es lo que se ha propuesto hacer, así que no piensa marcharse de allí hasta que no hable con él. Se apoya en su moto y espera.
Al cabo de una hora, ve aparecer a su hermano, cabizbajo, caminando por la acera. Cuando se acerca a su portal, levanta la vista, sorprendido, al ver allí a Caleb.
—Ey, bro, ¿qué haces aquí?
—¿Qué ha pasado en esa habitación? —le pregunta Caleb directamente. Y Jared hace ese pestañeo nervioso, que le confirma a su hermano que está ocultando algo. Antes de que diga nada más, Caleb se acerca un poco más a él, con un gesto algo amenazante, con un rostro que Jared también conoce muy bien.
—Yo... Yo... —Jared baja la vista al suelo, avergonzado. Caleb le agarra por las solapas y lo zarandea.
—¿¡Qué ha pasado en esa habitación!? —le vuelve a preguntar, elevando el tono de su voz.
—Lo siento. No sé lo que me ha pasado, bro...
—¿¡Has intentado abusar de Ellen!? ¿¡Lo has hecho?! —Caleb está cada vez más furioso, mientras zarandea a su hermano con violencia.
—¡No le iba a hacer nada! ¡Te lo juro! —Caleb lo parta dándole un empujón y se echa hacia atrás, intentando tomar aire para calmarse— Pensaba que ella también quería...
Caleb se gira rápidamente y le lanza un puñetazo a la mandíbula, haciendo que caiga al suelo. Abre las piernas y se pone encima de él, levanta de nuevo su brazo, pero de inmediato lo baja y respira profundamente y da unos pasos hacia atrás. Su hermano sigue en el suelo, inmóvil.
Caleb se lleva una mano a la frente, nervioso, enfadado. No sabe qué hacer. Lo único que le apetece es darle una paliza, pero es su hermano, y no puede creer lo que ha hecho. Da un par de pasos por la acera, frotándose la frente con la mano.
—Lo siento mucho —escucha la voz lastimera de Jared, que sigue sin moverse, en el suelo.
—¿¡Que lo sientes!? —pregunta Caleb, furioso— ¿Eso es todo? ¿¡Lo sientes!?
—¡Sí! ¡Claro que lo siento! ¡Nunca me había pasado algo así! —Jared está intentando levantarse y Caleb se acerca hasta él, le sujeta nuevamente por la solapa y lo incorpora con un rápido movimiento.
—¿¡Y la otra chica!?
—¿Qué chica? —pregunta Jared.
—Su amiga, la que fue a tu local, ¡¿te pasó algo así con ella también?!
—¿Laia? No... —Jared se frota la mandíbula dolorida, mientras se apoya en la capó de un coche. Está algo aturdido y la vergüenza le duele más que el golpe, pero consigue centrarse en la pregunta que le ha hecho su hermano—: Ya te dije lo que pasó con esa chica, y no... Yo no hice nada. Y tampoco le habría hecho nada a Helena, te lo juro.
Jared agacha la cabeza y resopla. Está arrepentido y avergonzado. Ni él mismo puede justificar su comportamiento. Caleb lo mira detenidamente y le parece que puede sentir el bochorno de su hermano. Aunque nunca hubiera imaginado que fuera capaz de actuar de aquella manera, cree que lo conoce bastante bien y que su arrepentimiento es sincero. Jared levanta su vista hacia Caleb y sabe que su hermano está muy furioso, aunque le parece que ha empezado a calmar sus nervios.
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El entrenador
Ficção AdolescenteEllen se toma la justicia por su mano, cuando su mejor amiga le cuenta que lo que vivió con dos universitarios, en una fiesta, no fue una relación sexual consentida. Decide contratar los servicios de Caleb, un joven experto en artes marciales y otra...