Dolor

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Meses después ~


—Ah~ Kong…—gimió justo cuando su pareja embistió con fuerza en su dulce punto —vamos a llegar… t-tarde

Kongphob hacía de oídos sordos, no le importaba llegar tarde al entrenamiento o faltar, su único deseo era seguir amando a su compañero. Nunca pensó que viviría feliz entre las piernas de su exenemigo, y no es que solo lo vea como un objeto de placer, Arthit es mucho más, más que su propia vida.

—No…anudes — protestó molesto, al sentir la deliciosa presión y terminar unidos —te dije que no —suspiró

—Eres precioso —besó el puchero tan tierno.

—Vamos a llegar muy atrasados.

—¿Y?

—Somos los instructores

—Por eso no hay que preocuparse, ellos esperarán.

—Debemos dar el ejemplo Kongphob.

—Hum~ —  acurrucado en el pecho de Arthit descansó dichoso —únicamente quiero pasar un poco más con mi amor.

—No uses tu dulce voz para convencerme —aunque sus palabras eran serias, sus acciones eran muy diferentes, pues abrazaba con piernas y brazos al cálido cuerpo.

—Te amo mucho.

—Y yo te amo más Kong —y esperaba que él pudiera sentir el palpitar de su corazón.

Una hora después pudieron reunirse con sus pupilos. Era un día muy caluroso y en contra de sí, estaba utilizando un cuello tortuga. Todo por las marcas de amor que le había dejado su inquieto novio, lo odia sin duda.

—Me da mucho calor —dijo jalando el cuello.

—Quítatelo —sonrió con picardía — quiero que todos vean que eres mío

Arthit nada más le dio una de sus típicas miradas de muerte, y aunque muera de ganas de decirle a todos que están juntos, no quiere escuchar tontos chismes sobre su relación o el querer saber su condición, misma que sigue oculta y teniendo el olor de Kongphob le hace más fácil que nadie sospeche.

Sin embargo, su lado omega desde que ha sido marcado quiere más libertad, es por eso que casi todas las noches se entrega a su pareja y no es una queja, lo disfruta y mucho… Es solo que le asusta que alguien sepa que es un zeta. No quiere la atención de los miembros de la manada u otras.

—Buenos días —saludó poniéndose de frente del grupo, todos le respondieron con gran entusiasmo — vamos a calentar y después comenzaremos con el circuito, ¡¿entendido?!

—¡Si, señor!

Arthit revisaba cada ejercicio, algunos que eran hechos con ayuda de Kongphob, el cual guiaba a los nuevos miembros, cuando era hora del circuito tomaba nota de cada integrante.

—¡Vamos, vamos! —animaba a los que casi se rendían al final, pero avanzaban.
Sentía que el entrenamiento había sido cansado y tal vez debió desayunar más porque su estómago le dolía.

Mientras avanzaba la mañana, tomaba más agua para calmarse, pero cuando estaba entrenando a uno de sus compañeros sintió un fuerte calambre.

—¡Ah! —se sostuvo el vientre, el pupilo se asustó al pensar que lo golpeó muy fuerte, pero está seguro ni siquiera lo tocó.

—¿Está bien?

—S-si… —suspiró profundamente — parece que algo me cayó mal.

—Debería descansar

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