Blood

444 89 30
                                    

La sangre adornaba cada pared, cada rincón de su hogar. El color rojo nunca fue el favorito de Arthit; ahora menos, con sus cortas piernas buscaba con desesperación a sus padres y mientras lo hacía trataba de no mirar hacia el suelo. Solo quería llegar a la cocina y encontrar a su mami preparando un rico desayuno para él y su papi. Lo intentó, de verdad que lo intentó… tropezó y aún desea que ese día sea una pesadilla.

—Estarás a salvo aquí —alzó su antigua cama y abriendo la puerta oculta reveló el refugio — entra Gulf y no salgas hasta que yo vuelva. —Repitió con melancolía las palabras dichas una vez por su madre.

—Cuidate —suspirando profundo y dudoso de sus siguientes palabras —y por favor no mates a Mew. —Sus ojos brillantes llenos de tristeza y dolor rogaban por su amado.

—Haré lo que pueda, entra.

No muy convencido Gulf aceptó, sabía que no sería de ayuda en su estado, y aunque desee cortarle la cabeza a Leo con sus propias manos, su pequeño cachorro de cinco meses de gestación lo necesita más.

Asegurando todo, Arthit miró a su alrededor. Su antigua habitación seguía igual - en realidad no - había sido limpiada y pintada pero en su memoria solo podía ver como quedó después de salir del refugio. Su pared de dibujos estaba vacía, sus juguetes no existían y su armario seguía guardando las últimas prendas que su mamá dobló con mucho cuidado.

—Te extraño mucho mamá. —Su voz era suave, y casi nadie notaría que estaba a punto de quebrarse. Recordar a su madre le causaba tanto dolor. Ella había dado la vida por él, nunca podría agradecerle pero no entiende como fue capaz de hacer ese sacrificio, tal vez cuando tenga un hijo comprenda lo que una vez su mamá sintió.

Por ahora, otro sentimiento reina en su corazón; ira y sed de venganza. Los mismo hombres que destruyeron su familia hace un tiempo atrás vuelen y está vez está preparado.

🌼

El viento de la noche era tan frío que hacía temblar hasta a los mismos animales del bosque, la tiniebla era espesa que casi no deja ver más allá de las narices y a pesar que la luna estaba en su máximo esplendor, el camino era oscuro.
Era una noche para no salir de casa pero para gente sin escrúpulos era perfecta; Leo y Fod habían escogido este día en particular por esas mismas condiciones, hace años no lograron su cometido porque la noche estuvo de su lado, hoy no existían fallas.

O eso pensaban.

—Todo está listo Arthit.

—Gracias Kongphob —giró terminado de ajustar su arma en su cinturón y pudo ver a su querido beta listo para defender a la manada. Y aunque estaba asustado por fallar, el tener a su amigo a su lado le da paz —Cuidate mucho, por favor —caminando dos pasos acortó la distancia, abrazando con fuerza el fornido cuerpo pedía a los cielos protección para él, para todos.

—También cuídate —devolviendo el gesto Kongphob trató de relajarse, hoy más que nunca Arthit lo necesitaba y no iba a fallarle así tenga que ir contra su propio padre.

Los dos se habían perdido en su burbuja que los a su alrededor se volvieron aire, en el fondo sentían esa extraña conexión aunque uno se negaba a aceptar que era un sentimiento real.

—Hijo —llamó Artur un poco incómodo de interrumpir el momento, girando para indicar al invitado que acaba de llegar.

Al ver a esa persona nuevamente hizo que el cálido ambiente que se creó se rompiera, Kongphob todavía tenía un poco de recelo hacia su "amigo". A pesar de que hace unos años Mew se disculpó, además de anunciar la relación con Gulf, todavía no podían volver a lo que eran; por su parte Arthit trataba de hacerse a la idea de que Mew sería parte de la familia y mantener una relación agradable por su primo pero igual que Kongphob aún dudaba del alfa.

El Beta Donde viven las historias. Descúbrelo ahora