7. La feria III

1.5K 122 39
                                    

Después de acabar esos deliciosos algodones de azúcar, subimos al famoso "Tren del terror". Se suponía que daba miedo, pero todas las personas que subían, salían de la atracción con una inmensa sonrisa.

Estuvimos haciendo cola durante diez minutos, y cuando fue nuestro turno, montamos en la zona del centro del tren. Nos encontrábamos como en una especia de túnel. El lugar estaba oscuro, pero no demasiado; lo suficiente para que la visión del lugar no fuese nítida pero que pudieses observar lo que contenía el interior.

Transcurrido un corto periodo de tiempo, nos empezamos a mover. Durante el recorrido aparecieron por las paredes personas disfrazadas intentando asustar a los pasajeros, había también arañas, murciélagos, etc. enganchados en telas negras y moradas.

Diez minutos después, paramos justo en el punto de partida. Bajamos, y al pasar por el lado derecho de las personas que se encontraban en la cola, vi a Claudia, junto con Luís y Hugo.

Saludé desde la lejanía y Luís y mi mejor amiga me devolvieron el saludo. Hugo simplemente apartó la mirada, como si fuésemos completos desconocidos. Raúl se percató de su gesto y rodeó mis hombros con su brazo izquierdo.

—Tenías razón. Lisa, Hugo no se merece ni el saludo de alguien como tú.

Pasamos y él nos miró de reojo, mientras negaba con la cabeza. Ojalá fuese capaz de entenderle, pero no lo hacía.

De repente, cuando estábamos a punto de desaparecer de esa zona, le escuché.

—¡Lisa!

Gritó mi nombre una voz que yo ya bien conocía, y cuando vi que realmente era real, que me había llamado, me sorprendí.

—No vayas —sugirió Raúl.

—Será sólo un segundo —contesté antes de alejarme.

Cuando quedé delante de él, le miré expectante.

—¿Sí? —intenté sonar lo más indiferente posible.

Suspiró con pesadez. Sorprendentemente, abandonó su lugar en la cola y agarró mi mano de forma suave. Nos alejó del lugar.

—Me tienes tan confundido... —soltó de repente—; si te gusta Raúl, sólo dímelo. Me dices que sólo sois amigos, pero un amigo no se acerca tanto a una amiga.

—¿Qué derecho tienes a hacerme este comentario? ¡Yo sí que no te entiendo! Hace unos minutos me dices que soy parte de tu doloroso pasado, y ahora me llamas y me exiges que te confiese si me gusta Raúl o no. Pues, ¿si me gusta, qué?

—No puede gustarte él. No puede Lisa. Él y yo somos demasiado diferentes.

—Hugo, para. ¿Hasta dónde pretendes llegar? ¿Qué quieres escuchar?

—Que no te gusta ese tipo.

—¿Pero qué más te da? Debería darte igual. Ahora estás con Samira Rodríguez, tu único y maravilloso presente —intenté imitar su tonalidad de voz.

—¡Hugo, nos toca! —se escuchó la voz de Luís a lo lejos.

—No te vayas, Lisa.

Necesité unos segundos para asimilar lo que acababa de decir. Le miraba intentando buscar en su rostro un ápice de mentira, pero era incapaz de visualizar lo que yo deseaba encontrar. Había sido sincero, quería que me quedase con él.

—¿Qué? —pronuncié como mi garganta me permitió.

—Deberíamos terminar nuestra conversación, ¿no crees?

Y cuando entendí el sentido de lo que había dicho con anterioridad, reí.

—Ah... Claro, hablar. Tan obvio que resulta absurdo, ¿verdad? Lo siento, pero no puedo. Tampoco sé si quiero, siempre que hablamos acabamos peleándonos y tampoco me apetece. Además, Raúl me está esperando.

Sabía que volverías (SA, LP#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora