31. Recuerdos

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La tarde transcurrió con normalidad hasta que llegó la noche. Cuando fueron las nueve aproximadamente, Hugo propuso que fuéramos a dar un paseo. 

Deambulamos por minutos hasta que terminamos sentados en un banco de una calle solitaria, casi tan solitaria como el mismísimo cielo de aquella noche. No había ni una estrella y prácticamente tampoco la Luna se dejaba ver. Era una noche oscura.

—Debería sacarme el carné de conducir —soltó de repente.

—¿Para qué necesitas conducir?

—Saca la lista —dijo.

—¿Qué lista? —pregunté.

—No te hagas la tonta, sé que la has guardado. Te dije que la tiraras, pero sé que no lo has hecho. —Podría parecer un comentario de alguien molesto, cabreado; y así hubiese sido interpretado si no fuera por esa sonrisa.

—Vale, no la he tirado ni pienso hacerlo. Me ha gustado mucho —confesé.

—Es más, la llevas ahí —comentó señalando mi bolsillo.

Tuvo intención de recuperarla, pero me alejé antes de que lograse hacerlo.

—¿Cómo sabes que está ahí?

—Yo sé muchas cosas, Lisa.

Hizo un nuevo intento, pero totalmente fallido. 

—No te creas, Hugo. —Antes de terminar de hablar, me atrajo hacia él. 

Sus manos fueron hasta mis mejillas y me acarició de forma tan suave que parecía que tenía miedo de que me fuese a romper. 

—No voy a deshacerme de ella, si es lo que te preocupa. Sólo quiero enseñarte algo.

No muy segura, liberé la hoja del bolsillo y se la cedí. Repasó el listado un par de veces y me la entregó de nuevo.

—Dirígete al punto número dos.

Mis ojos fueron directamente hasta donde dijo.

—Hacer un viaje a cualquier lugar —leí en voz alta.

—La número once.

Sonreí ampliamente al leerla.

—Hacer una locura.

Una idea fugaz voló por mi mente. ¿Qué significaría para Hugo llevar a cabo algo loco? 

—Ahora la número trece. 

—Vivir alguna experiencia emocionante.

Se acomodó en el banco y soltó una leve carcajada.

—Léelo completo, Lisa.

—Vivir alguna experiencia emocionante, casi tan emocionante como ella. Pero déjame decirte, antes de que sigas, que no soy ni mucho menos emocionante.

Hugo sonrió y asintió.

—¡Lo sabía! Sabía que cuando te dijese en cualquier momento que lo eras, lo negarías por completo. Por eso, querida Lisa, he traído esto. —De su pantalón sacó un trocito de papel.

—Según la Real Academia Española, emocionante es algo que causa emoción. Pues bien sabes, Lisa, que sólo tú eres capaz de volver locas mis emociones; y además puedes lograrlo en cuestión de segundos. Así que no dudes ni un instante de tu vida que eres alucinantemente emocionante. Tampoco puedes discutírmelo ya que lo dice la RAE.

—¿Alucinantemente? 

De forma instantánea, chistó en desacuerdo.

—¿En serio Lisa? Acabo de demostrarte que eres emocionante y te quedas con el detalle de que acabo de inventar una palabra. ¿Ves? Ahora podría estar molesto pero, te doy un beso —fue dicho y hecho— y si me hubiese irritado, que no es el caso, ahora ya no lo estaría. Eso no tiene otra explicación Lisa. Eres emocionante. 

Sabía que volverías (SA, LP#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora