23. Ocho meses

1.2K 117 45
                                    

Un mes más tarde conocí a Jorge. Todo parecía encajar, todo parecía que iba bien y que nos gustábamos, pero involuntariamente un día se me escapó llamarle Hugo cuando estábamos al borde de besarnos. Se alejó muy enfadado gritando que nunca le llamase, y rompió con lo que fuese que teníamos. Yo le había explicado unos días antes la historia de Hugo y de mí, y él después de ese error intuyó que aún seguía enamorada de Hugo.

Creo que su reacción fue un poco exagerada, pero la acepté y jamás volví a llamarle. Tampoco me gustaba tanto como para ir detrás de él.

Dos meses después encontré trabajo en una librería. Tuve que aprenderme el orden en el que estaban recopilados los libros en las estanterías según el género, los temas, etc. Sólo necesité tres días para aprenderme todos los datos esenciales de memoria. Mi primera clienta fue una señora de unos cuarenta y cinco años que me pidió el libro "El túnel". Fue la peor venta del mundo. Por suerte, fue paciente y esperó a que lo encontrase.

A los tres meses de su partida probé el alcohol por primera vez. Esa noche Claudia me invitó a una fiesta en casa de una amiga suya y cuando estábamos bailando en la pista, trajeron una copa para mí. Estuvieron insistiendo varias veces hasta que al final decidí probarlo, pero no me gustó en absoluto. Desde ese día, tengo más claro que nunca que no me gusta y que no quiero beber alcohol. No sé que le enganchó a Hugo de este sabor tan particular.

M*erda, ya he vuelto a hablar de él.

Transcurridos cuatro meses, Claudia y Luis me organizaron una cita a ciegas sin que yo lo supiese. Querían juntarme con un amigo suyo que también se sentía solo. La cita consistió en tomar un helado. Yo lo pedí de chocolate y él de fresa. No hubo prácticamente conversación y los dos estuvimos bastante incómodos. Al menos, tomé helado gratis. Desde ese día, no supe nada más de él ni él de mí.

Pasados cinco meses, Claudia y Luis rompieron su relación. Empezaron a discutir a diario y al final tomaron la decisión de darse un tiempo. Mi mejor amiga estuvo llorando en silencio durante días mientras comía tarrinas de helado gigantes en mi casa.

Ella le quería con todo su ser, pero como siempre, nada es como nos gustaría que fuese, y su caso no fue una excepción.

Seis meses después de que Hugo se fuera, Claudia y yo discutimos como nunca antes lo habíamos hecho. Ella quería ir a buscar a Luis y suplicarle que volviese, pero yo no le dejaba. No estaba de acuerdo y no quería que se arrastrase. Seguro que él ya estaba con otra, y no me equivoqué al crear ese prejuicio. Al final se marchó de mi casa gritando que yo no tenía ni idea de nada, y que así de mal me iba en el amor. Tal vez tenía razón.

Al séptimo mes me despidieron de la librería. Fue debido a que había demasiada gente atendiendo a los clientes, y decidieron dejar de contar conmigo. Sobraba gente y la menos importante allí era yo. Nunca sería la primera opción de nadie.

Acabé muy deprimida ya que los libros, la librería en sí y los clientes, me entretenían y hacían que las horas fuesen más amenas. Pero ya no tenía a nadie. Después de perder el trabajo, me encerré en casa y dejé de salir.

Y por último, ocho meses después, un día como otro cualquiera, él volvió. Como si de una llamada ordinaria se tratase, mi móvil sonó como normalmente y fui a cogerlo. Al leer en la pantalla su nombre, mi primera reacción fue colgarle, y eso hice; pero un corto periodo de tiempo después me arrepentí. Supliqué que volviese a llamar, y siete minutos más tarde lo hizo.

*Inicio conversación*

—Hola Lisa.

—Ho-hola. Siento haberte colgado antes. Fue sin querer.

Sabía que volverías (SA, LP#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora