Anne paseaba por el gran jardín mirando las flores y envolviéndose en el aroma que emanaba de ellas, su corazón estaba contento, su madre vendría pronto y se volverían a ver, "no digas que es tu madre" le había pedido su esposo y ella estaba bien con eso, de niña la llamaba más "Emily" que "mamá" así que no habría tanto cambio.
Cuando Adrián le dijo que su madre sería quién cuidaría a su hijo, saltó de alegría y lloró de felicidad, la vería, y su madre conocería a su hijo y lo vería crecer, y eso era suficiente para Anne.
El jardinero, que por allí estaba, le alcanzó un ramo de flores para su habitación— son las más bonitas, mi Señora, aunque usted lo es más.
— Gracias— recibió Anne el ramo y olió de más cerca la dulce fragancia, entró a la gran mansión, esta tenía también su propio nombre, pero jamás se acostumbró a llamarlo así. Anne subió a su habitación y una criada subió tras ella con un jarrón listo para recibir las flores y colocarlas sobre la mesita del fondo.
— Su señor esposo llega hoy, mi señora— dijo la criada con todo respeto.
— ¿Es hoy?— sonrió Anne— mmm... ¿Qué sería mejor para el mediodía?— le preguntó y la criada se ruborizó al no tener respuesta— dígale al cocinero que haga el favorito de mi esposo— y la criada salió con una reverencia.
Anne escuchó el despertar de su hijo y lo recogió de la cama con cariño, el niño sonrió al verse atendido por su madre y esperó a que sea alimentado.
— Papá llega hoy— le dijo su madre abrazándolo—, verás su reacción cuando le diga que tendrás un hermanito— el niño la miró sin entender y siguió esperando el alimento— dirá que ya no debo darte pecho, pero seguro no te importa, estás grande y ya casi caminas a la perfección— algo no andaba bien, el niño no entendía porque su madre demoraba tanto y le jaló con su manecita para recordarle que necesitaba su alimento— ya no, le pediré al cocinero que te prepare un delicioso puré— sonrió a su niño y lo devolvió a la cama.
— ¿Mamá?— la carita triste era la última opción del pequeño.
— Está bien— su madre lo tomó en brazos nuevamente y el niño esperó con ansias— yo misma te preparo algo, pero si nos dejan entrar a la cocina— rio y al salir se encontró con la señora Denis—¿usted también vino? - dijo Anne sorprendida de ver a la tan querida señora Denis.
— Mi señora, la he extrañado tanto— la saludó la señora Denis toda nostálgica— apenas estuvo allá un día, el pobre Jacobo regresó tan triste cuando usted se fue.
— Yo también quería quedarme más tiempo— se lamentó Anne.
— Y ni siquiera nos trajo a su niño— la regañó la señora Denis.
— Me puse tan triste al dejarlo aquí, pero acababa de recuperarse de su resfriado— explicó Anne apenada— y teníamos que ir allá de todos modos, por la recaída de la madre de mi esposo— la señora Denis estiró las manos para recibir al niño que estaba en una etapa de "abrazos" y saltó sin dudar a quien se los había ofrecido, pero mirando de vez en cuando a su mamá para que ella no se olvide que seguía esperando su alimento.
— ¿Y se encontraron con el viejo ése?— preguntó la señora Denis con desagrado y con una clara referencia que Anne entendió.
— Estaba de "viaje"— afortunadamente, Anne hasta ahora no se había encontrado con el hombre aquel y esperaba que así fuera para siempre. Estiró las manos al niño que quería asegurase de estar con su madre porque la última vez que estuvo en brazos de otra persona, su madre desapareció y aunque lloró con todas su fuerzas ella no volvió— tiene hambre, vamos a ir por un puré— dijo haciéndole caritas a su niño que seguía insistiendo.
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La Princesa Errante Encontró Un Hogar
Ficción históricaTras tener una llegada trágica al mundo, una bella joven solo conoce la vida errante; por familia tiene a su madre; y lo que más desea es dejar de tanto caminar, encontrar un hogar estable, y sobretodo hallar la felicidad. Cuando un aristócrata se f...