XX

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— Me parece que soy la única que encuentra el nombre de mi pequeña un tanto extraño— dijo Anne a la señora Denis con quien caminaban rumbo a la habitación de la niña que estaba siendo atendida por la hija de Jacobo— no es que no me gustan sus nombres sino que me suena tan similar al de mi segundo hijo.

— Si usted lo dice, mi señora— asintió la señora Denis siempre complaciente con su querida ama.

— Frances Henrietta— Anne entró a la habitación de su antes solo "pequeña"— el primer nombre suena bien, pero Henrietta es similar a "Henry"— fue hasta la cuna y levantó a la pequeña bebé que la esperaba despierta y sin llorar debido a la buena atención de Linda.

— Fue un antepasado de su señor esposo, mi señora— dijo la señora Denis sonriendo ante la imagen de su ama dando de lactar a la pequeña, la hija de Jacobo se retiró en silencio.

— Lo sé, tuve que aprenderme los nombres de toda la genealogía de él— dijo en voz baja para más tranquilidad de la pequeña hija—, el hombre debió de haber hecho algo grandioso para que dos de mis hijos lleven su nombre— rio y besó a su niña— Henrietta— la llamó con suavidad— espero que no te parezca tan raro como a mí tu nombre, pero sí es muy bonito, de eso no hay duda, bonito nombre como tú hermosa— al volverla a recostar siguió susurrándole—. Este fin de semana vendrán a hacerte más vestidos, tu abuela y tu padre me dijeron que no tenías suficientes, tenemos que aceptarlos al menos por tu padre que no te podrá conocer hasta dentro de unos meses— terminó de dar pecho y bajó a su pequeña durmiente, se sentó en la silla reclinable para velarle el sueño.

La señora Denis se acercó a Anne que a pesar de todo no parecía muy animada— ¿Qué le pasa, mi señora?

Anne negó ligeramente triste— no creo que mi esposo pueda venir pronto— suspiró sin querer—. No he perdido la esperanza ni me he desilusionado— agregó imaginando los pensamientos de la señora Denis—, es que simplemente no creo que todo se resuelva tan fácil; ya me habría escrito algo con al menos indicios de un resultado favorable y no es así— se encogió de hombros con resignación y volvió a sonreír—, solo me queda seguir esperándolo. Él vendrá a mí y yo debo hacer que su imagen esté presente en todos y más aúnen la memoria de mis tres hijos— miró a la cuna de su niña—. Él volverá pronto.


Resultó que Linda sí estaba enamorada, Anne se enteró de buena fuente: la propia Linda que se le acercó una tarde aprovechando que mecía a la bebé para distracción propia.

Linda se la veía dudosa y se mantenía callada— ¿Te sientes enferma?— le preguntó Anne en voz baja porque la niña en sus brazos dormía.

— No, mi señora— respondió Linda, la joven sería de unos diecisiete años—, lamento molestarla.

— No me molestas— Anne le sonrió para tranquilizarla—, algo te preocupa ¿Verdad? puedes decírmelo si lo deseas, no se lo diré a nadie— le guiñó el ojo—, recuerda que no debo ser amiga de los que no son de "mi clase"— dijo en tono de broma para que la joven se relajara.

Linda asintió, pero se mordió el labio antes de confesarse— soy la única hija de mis padres, ellos me aman y yo a ellos, casi no conocí a mis hermanos mayores porque empezaron a trabajar desde muy jóvenes, por eso solo estuve con mis padres, nunca me imaginé en un lugar lejos de su lado y si así lo fuera, no separados por todo un océano...

— Pero...— animó Anne.

— Hay un joven mozo que conocí en la ciudad— sonrió con tristeza—, conversamos cuando voy allá, paseamos es muy atento conmigo... mis padres siempre fueron muy cariñosos conmigo, pero jamás me había sentido tan especial al lado de alguien, y cuando él me habla... es distinto— puso ojos soñadores, Anne conocía esa mirada—, no podría describirlo a detalle, solo sé que me hace sentir única en el mundo.

La Princesa Errante Encontró Un HogarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora