XXV

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Anne esperaba ansiosa el regreso de su madre, miraba por la ventana de su habitación como hiciera antes cuando esperaba ansiosa a dos personas distintas en dos distintos momentos. Vería a Emma, no hoy de eso estaba segura, pero muy probablemente la siguiente semana, solo esperaba que ella no tome su invitación con demasiada desconfianza.

Enfocarse en lo positivo, eso se repetía Anne, Emma vendría y hablarían como antaño ¿Habría cambiado tanto como para que ella no la reconozca? o puede que sea Emma la que hubiera cambiado. Anne estaba nerviosa "lo positivo, lo positivo" se recordaba a sí misma.

A lo lejos Anne vio a su madre que venía a caballo con El Capi llevando las riendas del animal a paso suave. Sonrió por su madre, se la veía contenta, sin negras nubes dejadas por el recuerdo, ella formaría un hogar, un hogar distinto a como habían formado dos caminantes sin un lugar para establecerse, esta vez sería uno con raíces al lado de un hombre bueno y trabajador, un poco tosco sí, pero trabajador.

Anne se preguntó cómo se habría tomado El Capi la noticia que su futura esposa tenía una hija, su madre le había dicho que no le molestó esa información, ni pidió conocer a la hija ya casada, pero a Anne le habría gustado ver su reacción exacta.

La habitación de la madre de Anne no estaba alejada de las habitaciones de los niños, lógicamente como Nana su función era estar al tanto de cada necesidad directa de los niños, excepto preparar sus alimentos, pero el baño, la vestimenta, incluso los buenos modales y otros parecidos, estaban a su cargo y los cumplía a la perfección, de eso no cabía duda.

Anne dio un tiempo a su madre para ponerse más a gusto luego de si viaje a la ciudad y la esperó en la habitación de su hijo mayor porque sabía que allí se dirigiría ella.

— ¿Qué quieres saber?— preguntó la madre al ver a Anne en la habitación del niño.

— ¿Qué te dijo?— respondió Anne en pregunta.

La madre se tomó su tiempo en responder y se puso a ordenar la habitación del niño que se había ido con su padre a pasear en caballo, era su primer viaje en un caballo real y no en un poni o en la montura de otro.

— Pues no se tomó la invitación con alegría— respondió la madre luego de torturar a su hija un poco más—, estaba muy desconfiada.

— Pero aceptó— quiso saber Anne.

La madre soltó un suspiro— sí, la siguiente semana— Anne se emocionó— después del mediodía vendrá junto conmigo, no sabes los malabares que hice para que no desconfiara de mí, es extraño, algo debió pasarle.

— La vieja experiencia supongo— Anne se encogió de hombros—, esperaré abajo a que Gregory regrese, se fue muy emocionado.

— Cómo tú, es digno hijo de su madre— bromeó la Nana—, en cambio Henry es más calmado y serio, como su padre.

— Sí— coincidió Anne— y más responsable con su hermana.

— Ella parece ser calmada, pero recién está moldeando su carácter.

— ¿Y cómo serás tú?— se preguntó Anne a sí misma, tocando su vientre con cariño— tienes que comenzar a crecer, ya quiero conocerte.

Su madre movió la cabeza en desaprobación, pero contenta por la dichosa vida de su hija.


"En cualquier momento llega" se repetía Anne, había tratado de vestir lo más sencilla que podía para estar en más confianza con Emma y a punto estuvo de lograrlo si no hubiese sido porque su esposo la vio hacerlo y con solo una mirada ella entendió que no debería hacerlo, aun así no se puso ninguna joya.

La Princesa Errante Encontró Un HogarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora