Narra Valentina
Después de estar un rato en la playa él me invito a comer a un chiringuito cercano de donde nos situabamos. Desde el primer momento me ha caido bien, es tan atento, amable, razonable y siempre dirigiéndose con buenas palabras. Nunca he sentido lo que siento ahora en mi interior, no sabría como explicarlo porque este sentimiento es desconocido para mi y no tiene palabras ni tampoco se comprende el motivo. Hay varias veces que nuestras miradas se han topado y que el silencio entre los dos ha inundado la pequeña terraza del chiringuito.
-¿Y te gusta la música?-para mi, esa pregunta que me lo haga él me parece absurdo porque pensará que sí.
-No tengo tiempo para escuchar música-agito varias veces el café, él se ríe.
-¿Y como es que me conoces?
-Porque a mi h...-dudo, ¿Qué pensaría de mi si supiera que tengo una hija? Pensaría que soy una desvergonzada como me dijo mi madre cuando supo que estaba en estado, uno de los peores momentos de mi vida.
-¿H?-me pongo nerviosa hasta que miro a dos hermanas a nuestro lado conversando sobre cosas que, sinceramente, no me interesa.
-Mi hermana-miento, nunca he tenido una hermana, siempre he sido hija única-No hacía nada más que hablar de ti y...-muerdo el labio y acaricio mis ojos quitándome las lágrimas falsas-Murió hace poco...-me da pena mentirle pero es una mentirijilla piadosa-Lo siento, cuanto menos me conozcas será mejor para ti-él me vuelve acariciar la espalda para consolarme.
-¿Y no me dejas conocerte?-me susurra levantándome la barbilla, nuestra respiración es entrecortada y él se acerca un poco.
No puedes comenta mi razón, esquivo el beso que me va dar soltando la mayor tontería que se me ocurre en ese momento-¿Pido la cuenta?-él resopla y temo que se haya enfadado.
-¿Nunca has hecho sinpa?-y sin darme cuenta los dos estamos corriendo, de mi boca sale la risa nerviosa-Si hubieras visto la cara del camarero-paramos cerca del centro de la ciudad, me agacho jadeando.
-¿Y mi cara que?-le doy golpes suaves con el bolso-Llevaba dinero ¡Para qué me arrastras!
-Porque si no te pondrías pesada, ya pagué yo cuando puse la excusa de ir al baño-abro la boca del asombro y él sigue riéndose.
-¡Ahora si que te mato!-y corro detrás de él tirándome encima suya, él se da un pequeño golpe en el brazo pero no se queja, sigue riéndose-Estás chalado-y desprevenida me da un beso en los labios.~Nota de la autora~
Holaa si no subo mucho es porque con el instituto no tengo tiempo :( ¿Qué os parece el capítulo? Que atrevido el Pablito jaja
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Os quiero ♥