Capítulo 11

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Durante toda la tarde de ese primer día como esposos Baekhyun no se atrevió a hacer muchas preguntas sobre cómo se manejarían ahora como un matrimonio, quizás porque su corazón y mente estaban divididos por un muro de sensatez que separaba el deseo y el amor del buen juicio. La fuente de su enamoramiento le hacía desear pasar una mágica noche entre los brazos de su esposo, pero su razón lo empujaba hacia la cruda realidad. Sin embargo, si ese muro no se derribaba, pronto ambos bandos iniciarían una batalla campal para decidir un vencedor.

Cuando el banquete terminó no hubo mucho más que hacer sino despedir a los dos invitados e ir a la cama.

Para Baekhyun era como estar bajo la lupa de los sirvientes de la casa, podía sentir lo penetrante de sus miradas clavarse en su espalda a cada movimiento y era francamente agotador. ¿Así sería mientras estuviesen casados? Quizás era hasta que esas personas se acostumbraran a verlo como..., bueno, el esposo de Chanyeol. A sí mismo no podía llamarse dueño de nada pues si no le pertenecía ni el patrimonio familiar, mucho menos le pertenecía esa casa. Un intruso, eso era, aunque Baekhyun prefería llamarse invitado para no herirse tanto.

—Nathalia —llamó Chanyeol a una de las sirvientas y ordenó—: indícale su cuarto a mi esposo.

—Sígame, Señor Baekhyun.

Tras de la sirvienta venía Baekhyun y pocos pasos más atrás estaba Chanyeol perdido en sus pensamientos. Subiendo por las escaleras hasta el pasillo alumbrado por ventanas con cortinas abiertas y lámparas de luz amarilla, encontraron una puerta de caoba, apartada de las demás del pasillo.

—Esta será su recámara —dijo la mujer y abrió la puerta, sacando la llave de un gancho sujeto al delantal de su cintura.

La habitación era grande y bien organizada. En el centro y contra la pared estaba una cama king size color café oscuro con mantas color crema y almohadones esponjosos. Un armario café claro estaba junto a la puerta del baño privado, y cerca estaba una cómoda color blanco con finos acabados. Un escritorio con su silla estaba cerca de la ventana junto al librero donde una colección de libros clásicos aguardaba. También tenía un balcón con la vista hacia la extensa propiedad.

—Puedes retirarte —indicó Chanyeol a la criada que acató la petición con rapidez, no queriendo importunar a la pareja. Cuando se quedaron solos entraron a la recámara envueltos por el silencio hasta que el dueño de la casa habló—: Espero sea de tu agrado. Si deseas cambiar algo estás en toda libertad de hacerlo.

—No, está bien, descuida —murmuró apenado.

—Quisiera que te sientas cómodo aquí. Sé que nunca verás este lugar como tu hogar, pero...

—Está bien, Chanyeol. —Le sonrió enternecido por la preocupación que mostraba su esposo.

—De acuerdo, te dejaré para que duermas.

Baekhyun quiso decirle que se quedara, que quería pasar con él esa noche de bodas, pero estaría, sin lugar a dudas, fuera de lugar. ¿Qué pensaría Chanyeol de él? Que era un hombre gay que se sentía fuertemente atraído por él y sencillamente terminaría ahuyentándolo. Chanyeol le demostró en innumerables ocasiones que era heterosexual hasta la médula, siempre rechazando los acercamientos que Baekhyun intentó cuando era un joven tonto e inexperto. Esos acercamientos mal elaborados y que fueron vergonzosos. Ni siquiera podía decir que Chanyeol haya notado realmente el enamoramiento precoz que lo corroía. No obstante, el beso que se dieron en la fiesta del alcalde fue..., mágico, y dejó a Baekhyun con más preguntas que respuestas.

Veneno en los Labios (ChanBaek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora