Capítulo 31

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Cerca del amanecer, Chanyeol despertó con un punzante dolor en la cabeza que le hizo fruncir el ceño y cerrar los ojos. Erguido en la cama, exhaló un suspiro y enfocó la mirada. Frente a él estaba una pila de ropa, su ropa y la de Baekhyun . Con extrañeza se preguntó a qué se debía ese descuido siendo que siempre la dejaban en el cesto de la lavandería. Quizás llegaron muy cansados en la noche. La noche. Esa noche. Como si su mente rebobinara, se giró inmediatamente, asustado, solo para descubrir que a su lado en la cama estaba Baekhyun desnudo, igual que él. Los recuerdos difusos llegaron. La fiesta y las bebidas, su charla con Sophie que por seguro lo descontroló, los bailes que disfrutó junto a Baekhyun y... ¡Por Cristo! Chanyeol se apartó de la cama de un salto, tomó su pantalón, la camisa y los zapatos, calzándose las prendas en medio de los temblores que atacaron sus manos.

Baekhyun parecía tan pacífico al dormir y frente a él, Chanyeol empezaba a sentir la muerte calarle por dentro. Park salió por la puerta del jardín a prisas, corrió hasta las caballerizas y ahí se desplomó. Sus puños golpearon el suelo con rabia pura, lastimando sus manos hasta dejarlas sangrando.

—¿Qué he hecho?, ¡¿Qué he hecho?! —gritó enervado al vacío.

En su mente se repetía sus errores mientras el carrusel de recuerdos atropellaba su conciencia. La lasciva reminiscencia del cuerpo sudoroso de Baekhyun bajo su peso era estimulante, erótica como el más profundo sueño húmedo y provocaba en Chanyeol nuevas ansias de dejarse consumir por el fuego de la pasión. Y se odiaba por eso porque aun cuando su conciencia estaba azotándolo con un látigo, su cuerpo testarudo seguía absorto en la noche pasada.

«Este es el monstruo en el que nunca quise convertirme y al que tanto le he temido», pensó Chanyeol, mortificado. «Emily me advirtió de esto. Ella siempre dijo que mi amor por ti me volvería un desenfrenado lunático que buscaría tu cuerpo para saciar mi deseo sin importarme que a quien profanaba era un niño».

Se puso de pie con languidez y se encaminó a uno de los corrales, ahí estaba Thomas despierto. Acarició el rostro del animal calmando la agitación que aparentemente lo trastocaba. Se preguntó si era por su presencia.

—Sabes lo que he hecho, ¿no es cierto? Lo sientes y no me quieres cerca.

Pero contra sus palabras, Thomas empujó su hocico contra la palma de su mano, buscando sus caricias. Suspiró enternecido por la inocencia del animal que no lo odiaba por su pecado. Lo ensilló y salió sobre él de las caballerizas sin rumbo fijo. El frío de la oscuridad le hizo arrepentirse de haber salido sin saco cuando la temporada invernal estaba ya en el aire. Cruzaron por entre los manzanos, vagando por los senderos de la propiedad Choi hasta llegar al arroyo que abastecía de agua a los campos; ahí desmontó y dejó libre a Thomas, aunque el animal no lo abandonó.

—Ella dijo un día que lo destruiría a él y a mí mismo si llegaba a tocarlo, y lo he hecho.

Y recordó esa noche; la noche cuando la paciencia de Emily llegó a su límite.

Estaban los dos en la recámara, la tensión era papable y asfixiante como lo venía siendo desde hace semanas. Cuando ella supo de su enamoramiento por el más joven de los Choi, enloqueció. Gritó y exigió explicaciones que ni Chanyeol pudo darle. Lo supo un día cuando el hombre no pudo más con el peso de sus sentimientos y requirió el apoyo de su esposa, pero ella le dio la espalda.

—Un niño. ¡Él es un niño y un *hombre, por sobre todo! —gritó encolerizada—. Tú que siempre pregonas tu amor a Dios y has pecado contra él y contra la sociedad. Un hombre no debe unirse nunca a otro.

Chanyeol solo podía observarla con los ojos llorosos, temblando por la impotencia.

—Mancillas el amor con esta basura —rugió—. Y esperas que yo te entienda.

Veneno en los Labios (ChanBaek)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora