Capítulo 16 Necesito dormir

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Seera

Los chicos y yo subimos a la caravana que habían mandado por nosotros.

El viaje hasta el aeropuerto es corto por lo que cada uno estaba tranquilo revisando su teléfono, aprovechamos tambien de los bocadillos disponibles, animándonos unos a otros para seguir despiertos, por lo menos hasta abordar el avión.

Pasando los filtros de equipaje, subimos a primera clase; una cómoda ventaja de la brigada Alpha.

—¿Trajiste tus pastillas? — Era notoria la preocupación de Alexander.

—Sí, no te preocupes por eso.

—No me preocuparía si te cuidaras más — Levantó su ceja, regañándome.

Agité mi mano en el aire ahuyentándolo —Shu, shu.

—No soy un perro— Protestó.

—Si tú lo dices.

Acomodaron nuestras maletas, una amable azafata comenzó a atenderme —¿Desea algo en especial?

—Una copa de vino por favor.

—Disculpa no pued...—Su compañero la interrumpió.

—Eli, nos hacen falta mantas, ve por algunas.

Sonreí, dirigiéndome al otro asistente de vuelo pregunté —¿Es nueva?

—Una disculpa señorita, en seguida le traigo su copa.

Me relajé en el asiento, Eli me ofreció una manta, acepté con gusto y la extendí sobre mis piernas. El otro asistente de vuelo llego un momento después con la copa sobre una bandeja —Aquí esta su trago señorita, mi nombre es André, si necesita alguna otra cosa solo llámeme.

—Lo tendré en cuenta.

Ivan

La preocupación había ganado una batalla en mi mente contra el sueño, mis acciones no tenían justificación y honestamente me apena lo que hice, sin embargo, no me arrepiento de nada.

Mi asiento al final de la cabina me permitió ocultar mi cara de vergüenza y tambien escuchar las pláticas de los auxiliares de vuelo.

—¿Como se te ocurre decirle que no? — Uno de ellos reprendía entre dientes a otro.

—Pero es menor de edad la compañía tiene la política de no darles alcohol...— Empiezo a entender de que hablan.

—Baja la voz, no quiero que te escuchen puedes meternos en grandes problemas— Ahogué mi risa con dificultad —Escúchame con atención, quiero que esto quede grabado en tu disecado cerebro, ella es posiblemente la futura dueña de este país y es capaz de asesinar a un Kroacher con sus propias manos; así que si vuelve a pedirte una copa tú se la das y no haces preguntas al respecto.

—Ella es ....

—Sí, ella es Seera Ivanovna.

—Estoy condenada— Aun me sorprende el impacto que Seera puede causar en las personas, una fama que de hecho no tiene nada que ver con quien ella es.

—Solo has tu trabajo y no te metas en problemas.

La pobre azafata salió caminando cautelosa de todos sus movimientos, como acto de buena voluntad me propuse tranquilizarla, la llamé —Te voy a hacer un favor.

—¿Disculpe?

—Seera no durmió anoche, llévale un antifaz.

La chica me agradeció obedeciendo mi consejo, el resto del vuelo se notó mucho más animada y Seera durmió bastante bien.

Al aterrizar todo fue altamente metódico, fuimos los últimos pasajeros en abandonar el avión, escoltados por una docena de oficiales caminando en una clásica formación diamante, Seera al frente, a su derecha su hermano, a la izquierda Louis y yo detrás de ella.

El ambiente era tenso, las miradas de todo el aeropuerto estaban sobre nosotros, aunque la atención estaba principalmente dirigida a Seera hasta yo me sentí incómodo.

Nuestra llegada al hotel no tuvo mayor inconveniente, una vez asignadas nuestras habitaciones entre a la mía durmiéndome casi al instante en el que toque la cama.

Al medio día...

Alexander

Desperté, mi estomago gruñía, con los ojos entrecerrados caminé hasta el minibar tomando algunos de los bocadillos; los chocolates y galletitas no serían suficientes, pero recordé que Seera había mencionado algo de un buffet.

En pantuflas caminé hasta la habitación de Seera Tok tok—Cerise, ¿estas despierta?

—Sí, pasa.

Al entrar la encontré tumbada al lado de su cama haciendo flexiones —No puedo creer que estés haciendo ejercicio a esta hora— Me burlé mientras bostezaba y me tallaba los ojos.

—Es medio día por si no lo habías notado.

Caminé hacia ella subí uno de mis pies en su espalda presionando hacia abajo, a pesar de la notoria fuerza que estaba infringiendo ella continuó como si nada, entonces subí mi otro pie dejando caer el peso total de mi cuerpo, admito no es poco, sólo para que ella nuevamente continuará haciendo flexiones al mismo ritmo.

—Cerise, ¿Cuánto peso has estado cargando últimamente?— Pregunté aun encima de ella.

—370 kilos la última vez— Su fría respuesta me alarmo.

Bajé de su espalda permitiendo que ella se levantara, en silencio me recosté sobre su cama, ella bebía uno de los suplementos alimenticios, mientras se secaba el sudor con una toalla.

Me acomodé en su cama, envuelto por un agradable olor a lavanda cerré los ojos por lo que me pareció apenas un momento, sin embarco cuando desperté me encontré con el rostro de Seera, sonreía mientras acariciaba mi entrecejo con su dedo.

—Despierta, es hora de comer.

—¿Por qué estas tan arreglada?— Seera lucia elegante, un alto y voluminoso chongo se posaba sobre su cabeza un ceñido vestido verde esmeralda la envolvía hasta los tobillos y para rematar un largo collar acentuaba el bello escote en v que llevaba.

—Iremos a un bar de la zona fuimos invitados por Cristian Hilton, vete a bañar iré por tu traje.

KILL KROACHERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora