Capítulo 1

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Parte 1: Gerard

Mi vida era perfecta, o al menos eso creía, durante años me conformé con lo poquito que tenía, porque realmente no me hacía falta nada más, sólo él, Frank Iero, sólo tenerlo cerca me bastaba para sentirme bien, no importaban las adversidades estando a su lado, podía salir adelante de lo que fuera siempre que él estuviera ahí.

Nos conocimos desde pequeños, éramos vecinos, ni siquiera recuerdo exactamente cuántos años tendríamos la primera vez que interactuamos, tal vez cinco o seis. Recuerdo jugar en el jardín de su casa, era enorme y había muchas flores, de todos los colores, me costaba aprenderme sus nombres, Frank se los sabía todos, a su madre le encantaba cultivar aquellas bonitas flores que llenaban de un olor tan especial su casa.

Siempre por las tardes solía ir a su casa para hacer la tarea, para divertirnos, para pasar el rato o simplemente para huir, porque debo decirlo, nunca tuve un hogar, mi familia nunca me quiso, al menos mi padre, Donald Way, nunca lo hizo, porque qué calamidad que su primogénito haya resultado ser un omega, y sí, mi padre era un hombre de negocios, muy importante en New Jersey, pero qué va, jamás aceptaría que su primogénito, el que se supone seguiría sus pasos, haya resultado ser un omega que obviamente tenía intereses bastante distintos a los que tenía planeados para mí. Para su fortuna un par de años después nació Mikey, mi hermanito, un alfa, y vaya, mi padre estaba tan orgulloso de él, en cambio de mí, ni hablar.

Mi madre hacía lo posible para que mi padre me aceptara, pero no, nunca lo hizo, a veces me gritaba, aún siendo yo un niño de apenas ocho años, por lo que tenía que ir a refugiarme a la casa de Frank, quien sí, era un alfa, mi alfa, o al menos eso era lo que yo quería creer, porque siempre me hacía sentir seguro, protegido, a su lado todo dolor se disipaba, no sé si él sentía lo mismo conmigo.

Los años pasaron y mi amistad con Frank se fue reforzando, él siempre estuvo para mí, aunque debo decir que conforme iba creciendo, sensaciones extrañas en mí iban surgiendo, pues apenas cumplí los 13 y comencé a experimentar otro tipo de cariño hacia Frank, porque sí, lo quería como el mejor amigo que siempre había sido para mí, aunque ya no me conformaba con eso, yo quería algo más, necesitaba que me abrazara todo el tiempo, que me tomara de la mano, que me besara y cuando por primera vez llegó mi celo lo único que deseaba era en ser suyo, tan solo pensarlo sentía que el calor se me subía a la cara.

Y obviamente no faltó el idiota que cuando estaba en mi celo, trató de propasarse conmigo, pero para mi suerte Frank, mi Frank, siempre estuvo ahí para mí, defendiéndome de cualquier imbécil que intentaba ponerme las manos encima.

Frank se volvió tan detallista conmigo, invitándome a salir, al cine, a tomar un helado, a veces sólo a caminar por el parque y en esas salidas, en algunas ocasiones me tomaba de la mano y yo sentía que me derretía, me hacía ilusionarme tanto, soñar despierto, creyendo que tal vez sentía lo mismo que yo por él, aunque no, nunca me lo dijo.

Las cosas en casa obviamente iban empeorando, pues a los 15 años le dije a mis padres que mi sueño era estudiar artes, añoraba ser un gran artista y tener mi propia exposición, obviamente recibí un fuerte golpe por parte de mi padre, quien dijo no apoyaría mis estupideces, porque ya era suficiente con que fuera un omega como para que estudiara una carrera con la cual me moriría de hambre. Pero Frank, mi Frankie, él siempre me apoyó, él creyó en mí, y me dijo que cuando termináramos la preparatoria nos mudaríamos juntos a Nueva York, que trabajaríamos para cumplir nuestros sueños, él quería ser músico y yo un artista.

Lamentablemente ese sueño se vio frustrado aquella mañana en que Frank llegó a mi casa y me dijo que en unos días se iría de la ciudad, pues a su padre le habían ofrecido una mejor oportunidad de trabajo, por lo que ya ni siquiera terminaríamos la preparatoria juntos. Teníamos apenas 16 años, aún faltaban un par de años más para que acabáramos la prepa y todo pasó tan rápido, una tarde Frank me abrazó tan fuerte y no, no volví a saber más de él, a pesar de que prometió que tendría contacto conmigo, a pesar de que me dijo que la distancia no sería impedimento, que él me cuidaría siempre, a pesar de todas las promesas desapareció de repente y no supe más de él y yo, yo me quedé con mis sentimientos guardados, porque ya no tenía caso decirle lo que sentía, que lo amaba tanto, lo único que pude hacer los siguientes días fue llorar como un imbécil, pasearme de vez en cuando por la que fuera su casa, viendo de a poco como las hermosas flores que su madre sembró con tanto amor, se iban marchitando, así como mi corazón, que de a poco se fue secando, secando sin él, mi Frankie, el amor de mi vida.  


Lo que nunca fue (Frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora