Capítulo 16

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Debo decir que la primera noche en que dormimos en mi apartamento ni siquiera podía conciliar el sueño. Gerard insistió en hacer lo que le dijimos a mis padres: dormir en camas separadas, respeté su decisión, sé lo difícil que ha sido para él el trabajar en ese asqueroso bar, el que otros tipos se atrevieran a ponerle sus sucias manos encima y sólo quise respetar eso, su decisión de dormir lejos de mí hasta estar casados.

No obstante, me costó tanto conciliar el sueño sabiendo que Gerard estaba tan cerca de mí, en la habitación contigua, incluso podía respirar su dulce aroma en el ambiente. En tanto me removía en la cama tratando de conciliar el sueño sin poder lograrlo, escuché un golpe en la puerta, se trataba de Gee, que estaba ahí, afuera de mi habitación, le indiqué que pasara y encendí la lámpara de mi mesita de noche. Lo miré ahí, con su pijama, su cabello negro completamente revuelto, y a pesar de la oscuridad, podía apreciar como sus bonitos ojos brillaban, me pidió dormir a mi lado pues no quería estar solo, había tenido pesadillas, por lo que me hice a un lado para que se acomodara en mi cama, él rápidamente se metió entre las sábanas, abrazándose a mí. Le di un casto beso en los labios. La respiración de Gerard se fue ralentizando, supe que se había quedado dormido, yo también me sentía completo con él entre mis brazos, aunque su olor me estaba llevando al límite. No sé ni siquiera cómo logré conciliar el sueño.

Admito que aquellos días que pasamos juntos previos a nuestra boda, que sería en tan solo tres semanas, pues no queríamos esperar más para estar legalmente juntos, fueron realmente difíciles para mí, pues prometí no tocar a Gerard hasta que estuviéramos casados, no quería hacer las cosas mal de nuevo, sin embargo me embriagaba tanto tenerlo cerca de mí, no podía contenerme, lo peor es que justo en aquellos días Gee estaba en su celo, su olor era más intenso y me estaba volviendo loco, y peor aún al verlo ahí, a mí lado en la cama, con su cabello revuelto, con sus mejillas con ese intenso color carmín, con esa delgada pijama que poco dejaba a la imaginación. Realmente me estaba enloqueciendo. Cada mañana, al despertar con Gee entre mis brazos tenía que hacerlo a un lado para dirigirme al baño y poder calmar mis ansias.

Sin embargo una de esas noches Gee se despertó en medio de la madrugada, bastante agitado, retorciéndose.

- Frankie, te necesito – Mencionó enredando sus piernas a las mías. Por un momento creí que estaba soñando, hasta que sentí el miembro de Gerard restregarse contra el mío.

- ¿Qué pasa mi vida? - Le cuestioné, mirándolo visiblemente agitado entre mis brazos.

- Tócame, Frankie – Me dijo con la respiración entrecortada, y es que estaba en su celo, estaba tan necesitado, sé del dolor que experimentan los omegas cuando están en esos días, cuando sólo necesitan que su alfa los posea, y vaya que yo quería hacerlo, pero le había prometido no tocarlo hasta que estuviésemos casado, aunque no lo iba a dejar así, sufriendo, por lo que llevé mis manos hasta el elástico de su pantalón para bajárselo, mientras Gerard se abrazaba a mí y dejaba besos en mis mejillas y en mi cuello. Luego palpé su intimidad a través de su ropa interior y pude notar lo húmedo que se encontraba, jadeando con tan solo aquella acción.

Me apresuré de igual forma a bajar su ropa interior, encontrándome con su pene erecto, tan necesitado de mi. De nuevo enredó sus piernas a las mías, por lo que llevé mi mano hasta su pene y comencé a acariciarlo. Llevaba mi mano de arriba a abajo, tomando toda su extensión, luego metiendo mi mano entre sus nalgas, sintiendo su pequeño agujero, igualmente húmedo. Metí uno de mis dedos y sentí a Gee retorcerse entre mis brazos.

- Frankie, Frankie, Frankie – Era lo único que salía de los labios de Gee, en tanto estaba ahí estimulándolo, primero llevando mis dedos a su ano, luego tocando su pene. Él abrazado a mí. Besé sus labios. "Más rápido, Frankie", me dijo con la respiración entrecortada, en tanto tocaba su pene, por lo que aceleré los movimientos de mi mano sobre su miembro, mientras Gerard ocultaba su rostro en mi cuello y algunos gemidos se escapaban de sus labios.

- Frankie, te amo, te amo tanto – Mencionó casi sin aliento, llegando al orgasmo.

- Yo también mi vida, te amo – Le dije, mirando esa expresión en su hermosa carita mientras se corría en mi mano. Lo besé en los labios, luego rodeé con mis brazos su cintura y lo acerqué aún más a mí esperando a que su respiración se normalizara, pues los latidos de su corazón estaban tan acelerados.

- ¿Ya estás mejor? - Cuestioné cuando sentí los latidos de su corazón estabilizarse, Gerard sólo asintió, manteniendo su rostro oculto en mi cuello, después mirándome y diciendo un tanto apenado – ¿Quieres que yo...? - Llevando su mano hasta mi ropa interior.

- No te preocupes por eso Gee, yo lo arreglo – Le dije, incorporándome, besando el dorso de su mano y dirigiéndome al baño, porque vaya, necesitaba arreglar el problema bajo mis pantalones, pues luego de tenerlo así, entre mis brazos, después de ver su carita al llegar al orgasmo, me sentía sumamente caliente, que ahora era yo quien necesitaba algo de ayuda.

Al regresar a nuestra cama Gee ya estaba un tanto adormilado, continuaba desnudo de la cintura para abajo, por lo que lo cubrí con la sábana para meterme a la cama junto a él y abrazarlo.

En verdad que fue bastante difícil dormir con Gee sin tocarlo, ansiaba hacerlo mío, marcarlo como debí hacerlo desde hace mucho tiempo, pero esta vez quería hacer las cosas bien por Gerard, él sin duda se merecía lo mejor de este mundo, merecía la noche de bodas más increíble y que sólo en ese momento él fuera mío para siempre y yo suyo para la eternidad.  

Lo que nunca fue (Frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora