Capítulo 13

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Le pedí a Bob y Ray que me acompañaran al asqueroso bar, pues Gerard no debía de sospechar nada, por lo que nos dirigimos a ese sucio lugar. Al ingresar busqué a mi hermoso pelinegro con la mirada, pero no lograba encontrarlo. Nos sentamos y pedimos unos tragos, sin embargo Gee continuaba sin aparecer, era extraño, él no acostumbra faltar a trabajar. Vislumbré a Jamia, su mejor amiga, y le cuestioné en dónde estaba Gerard, pude notar que estaba algo nerviosa, demorando en contestar, por lo que insistí.

- ¿Dónde está Gerard?

- Él está... en el baño

- ¿Se sintió mal?

- No... está con Adam - ¿Adam? Quién diablos es Adam

- ¿Adam? - Cuestioné

- Sí, es un chico que siempre busca a Gerard cuando viene a beber aquí – Y con eso deduje todo, por lo que rápidamente me paré y me dirigí a los sanitarios, percatándome que la puerta tenía seguro, toqué, pero no obtuve respuesta. Estaba perdiendo la paciencia, por lo que empecé a empujar y a empujar hasta que la maldita puerta se abrió sólo para dejarme ver una escena que encendió la furia en mí. Un tipo con el cabello hasta los hombros y con el pantalón a la altura de las rodillas se encontraba ahí de pie sujetando a mi Gerard contra la pared, sus blancas piernas se hallaban alrededor de su cintura, estaba penetrándolo. Gerard se sostenía de su cuello, sin embargo pude notar que sus ojos estaban cerrados, que las lágrimas resbalaban por sus mejillas, por lo que no pude soportar más.

- ¡Suéltalo!, pedazo de mierda – Dije entonces, y el asqueroso tipo volteó a verme sin dejar lo que estaba haciendo. Gerard abrió sus ojos, completamente rojos. Me miró, dijo mi nombre en un quejido y vi como las lágrimas brotaban con mayor intensidad - ¡Que lo dejes! - Mencioné, y entonces ese imbécil dejó caer a Gerard en el piso, volteándose hacia mí, aún con su pantalón a mitad de las rodillas y su asqueroso pene erecto a la vista, quería cortárselo. Maldito pedazo de mierda.

- ¿Y tú eres? - Cuestionó ese imbécil, pero ni siquiera le respondí y dejé salir todo mi coraje contenido, lanzándome sobre él y golpeándolo en el rostro una y otra y otra vez. No podía pensar en nada más, ese tipo estaba abusando de mi omega, de mi Gerard. Lo tundí a golpes hasta que quedó completamente bañado en sangre. No supe siquiera cuanto tiempo transcurrió, hasta que escuché a alguien decir mi nombre y tratando de separarme de ese imbécil. Al incorporarme lo único que pude hacer fue patearlo en los testículos y escupirle y entonces mis ojos se dirigieron hacia mi Gerard, quien seguía ahí, en el piso, llorando, tratando de cubrirse, por lo que me agaché para acercarme a él, me quité el saco para cubrirlo con éste y lo estreché contra mi cuerpo.

- Todo va a estar bien mi Gee, no llores, por favor – Le dije, conteniendo el llanto que traía guardado, porque me dolía y me daba tanto coraje que todo esto le estuviese pasando. Me volteé para encontrarme ahí con Ray y Bob, y algunas personas más. Les pedí a mis amigos sacaran a ese pedazo de mierda y que lo retuvieran junto con el dueño del bar, pues ya no había dudas, en ese asqueroso lugar abusaban de sus empleados, tal como le había pasado a mi Gerard. Les pedí a todos que se salieran, que me dejaran a solas con Gee. Cuando la puerta se cerró, miré a Gerard, quien seguía ahí, en el piso, rehusándose a mirarme a los ojos.

- Gee, perdóname – Fue lo único que pude decirle y realmente ni siquiera sabía por cuál de todas mis estupideces le estaba pidiendo perdón

- No es tu culpa Frank, yo me lo busqué – Me respondió con la voz rota

- Pero qué dices Gee, claro que no – Le dije, tomándolo por la barbilla para que me mirara. Sus bonitos ojos verdes completamente llorosos

- Claro que lo es Frank, al final sólo sirvo para eso y nunca nadie me va a tomar en serio – Manifestó, desviando nuevamente su mirada y yo en serio me sentía de la mierda, pues en parte fue mi culpa, porque lo traté igual que todos esos tipos

- No Gee, tú eres perfecto y no mereces nada de esto – Le mencioné – Y ahora te llevaré con el médico para que te vea y después irás a casa conmigo

- No es necesario Frank

- Lo es Gee, no permitiré que sigas en este lugar y viviendo en esa pobre casa. Ahora estarás conmigo – Entonces me miró con sus ojos un tanto confundidos. Lo ayudé a levantarse, aún estaba desnudo de la cintura para abajo, sus shorts y ropa interior regados por alguna parte de esos sucios sanitarios, por lo que fui por ellos para ayudarlo a vestirse, sin embargo cuando se levantó pude notar que había una mancha de sangre en donde estaba sentado, lamentándome aún más por no haber matado a ese pedazo de mierda que abusó de él.

- Te llevaré ahora mismo al médico, Gee – Le dije luego de que terminó de vestirse. Lo tomé en mis brazos para salir de ese sucio lugar. Gerard no dijo nada más, me rodeó con sus brazos y dejó su cabeza descansar en mi hombro.

Cuando salimos ya había algunos policías en el lugar. Vi ahí a Bob y Ray, quienes sólo asintieron para que yo me fuese tranquilo con Gee en tanto ellos se encargaban de todo lo demás en ese repugnante lugar al que no quería regresar jamás.

Subí a Gerard al auto, en todo el camino al hospital no dijo nada. Lo tomé de la mano para hacerlo sentir seguro.

Una vez en el hospital se llevaron a Gerard para inspeccionarlo. Yo me quedé ahí, esperando. Hasta que el médico salió para comentarme cómo se encontraba Gerard. Me dijo que efectivamente, ese imbécil lo había tomado con tal fuerza que lo había lastimado, mencionando además que había tomado ya algunas muestras para su caso. Pero también me comentó que Gerard le contó que tomaba pastillas para no embarazarse, que llevaba al menos seis años haciéndolo desde que abusaron por primera vez de él. Seis años de abusos y Gee había tenido que recurrir a eso. Me dijo que esas pastillas podrían estar ocasionando que Gerard estuviese cayendo en un cuadro de depresión y yo obviamente no iba a permitir que continuara con eso, porque a partir de ahora nadie lo iba a tocar.

Cargué a Gerard para salir del hospital y dirigirnos a mi departamento. Al llegar le dije que prepararía la tina para que se diera un baño caliente.

- Frank, no es necesario que hagas todo esto, yo puedo volver a mi casa...

- No Gee, no te voy a dejar solo de nuevo

- No estaré solo, Jamia estará conmigo

- Gee, te quedarás conmigo, eres mi omega y yo soy tu alfa – Le dije con determinación y él sólo me miraba tratando de descifrar si lo que decía era verdad

- Pero yo soy... soy una puta... yo no puedo ser tu omega

- Tú eres perfecto Gee, y no es tu culpa lo que te hicieron esos imbéciles

- No valgo la pena Frank – Mencionó bajando la mirada

- Lo vales todo – Le dije, tomando su mano y besándola, para posteriormente ponerme de pie y dirigirme al baño a preparar la tina. Cuando regresé Gerard estaba de pie, mirando el comedor, había olvidado que había preparado todo para pedirle esa noche que fuese mi esposo. La mesa estaba preparada con velas, copas. Con un ramo de rosas. Al percatarse de mi presencia Gerard volteó a verme con los ojos llorosos.

- Perdón por arruinar tu cita – Dijo con la voz quebrada – Yo... yo debería de irme – Mencionó

- Hey, tú no arruinaste nada – Indiqué acercándome a él y tomándolo por la cintura

- Pero todo esto era... era para tu omega

- Para ti, mi amor – Mencioné tomándolo de la barbilla y mirándolo fijo. Él sólo me escudriñaba con sus bonitos ojos verdes, buscando algo de falsedad en mis palabras – Te amo Gerard y no me importa lo que haya pasado, te quiero sólo para mí – Y entonces Gee me abrazó y comenzó a sollozar. Habían sido demasiadas emociones para él.

En tanto tomaba una ducha, le preparé un poco de té caliente y corté una rebanada del pastel que había comprado para que fuese el postre de nuestra cena de esta noche. Serví otra taza y otra rebanada para mí y los coloqué en una bandeja para que cenáramos en la cama. Obviamente Gerard no iba a poder sentarse en las incómodas sillas de mi comedor. Salió del baño envuelto en una de mis batas, mirándome tímidamente. Lo conduje a la habitación mientras llevaba la bandeja con comida. Cenamos y posteriormente nos dispusimos a dormir. Gee se puso una gran playera mía para dormir, mirándose tan tierno y tan sexy a la vez. Su olor me embriagaba, pero de ahora en adelante me iba a contener. Se recostó en mi pecho, di un beso en su frente y se quedó dormido entre mis brazos y yo, yo sólo quería cuidar sus sueños.

Lo que nunca fue (Frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora