Capítulo 6

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Me acostumbré a la vida miserable que me tocó vivir, me acostumbre tanto al infortunio, que el día en que Frank se apareció en aquel asqueroso bar simplemente no podía creerlo, porque lucía tan perfecto, con algunos tatuajes en su cuello y en sus manos, aunque vistiendo traje. Parecía un sueño, uno muy hermoso, quería correr a sus brazos y que no me soltara nunca, sin embargo recordé en donde estaba y cómo lucía, vistiendo ese horrendo uniforme, con ese short negro, esa camisa blanca, los ridículos tirantes y esa diadema con orejas de gato, con mi cabello negro ya algo crecido, a la altura de mis hombros y con mis converse, porque al menos mi jefe, así como aceptó que no quería usar falda, de igual forma me dejó que no usara tacones, además ya era demasiado alto como para ganarme unos centímetros más con esos incómodos zapatos. Lucía como una puta o tal vez eso es lo que era, y no quería que Frank me viera así.

Pronto sus ojos avellana se cruzaron con los míos, me miró un tanto confundido, después me sonrío y fue acercándose hasta donde estaba. Al estar frente a mí su sonrisa se ensanchó aún más y me estrechó tan fuerte entre sus brazos y debo decir que por primera vez en muchos años me sentí seguro, protegido, no quería que me soltara, quería quedarme así para siempre, sintiendo su calor, respirando su olor.

De un momento a otro se separó de mí, me miró a los ojos un tanto sorprendido, tratando de descifrar quizás qué era lo que hacía en ese sucio lugar.

- Gee, qué gusto verte de nuevo

- Frankie – Es lo único que logro decir

- ¿Cómo has estado Gee? - ¿Qué cómo he estado? ¿En serio me está preguntando eso? Como la mierda, después de que se fue, de que nunca volví a saber más de él, de que me corrieron de mi casa, de que tuve que empezar a trabajar en este asqueroso lugar, de que al menos tres tipejos abusaron de mí. ¿En serio me pregunta cómo estoy? De la mierda

- Bien – Es lo que me limitó a responder - ¿Y tú?

- De maravilla Gee, y más ahora que vuelvo a verte – Sonrío, pero con desánimo

- Qué bien – Respondí

- ¿Puedo invitarte un trago?

- Oh no... yo no puedo. Estoy en mi turno

- Está bien, te espero

- ¿Seguro?

- Claro Gee, quiero que nos pongamos al día

Continuó con mi trabajo, en tanto Frank permanece ahí, acompañado de otros dos hombres, alfas por supuesto, uno de ellos tiene el cabello afro, el otro es un tipo rubio con cara de pocos amigos. Veo cómo beben en tanto yo atiendo a los clientes. Agradezco que en estos días Adam no se haya aparecido por aquí, y mucho menos esta noche, es una de sus temporadas en que suele salir de la ciudad, ojalá no volviera nunca.

Cuando mi turno termina Frank sigue ahí con esos dos hombres, les dedica una extraña mirada y ambos se van, quedando sólo Frank y yo, me cuestiona si deseo estar ahí o ir a otro lugar. La verdad es que prefiero salir, por lo que me pide que lo acompañe. Salimos y afuera se encuentra un lujoso auto, su auto. Es tarde y seguramente todo estará cerrado. Frank decide llevarme al parque, no corro peligro, no junto a él.

Nos sentamos en los columpios y recuerdo tanto lo bella que fue nuestra infancia juntos. Extraño tanto aquellos días.

- Gee, me sorprendió mucho verte en ese lugar. Creí que estarías cumpliendo tu sueño, que serías un artista – Bajo la mirada, siento nostalgia, un nudo en mi garganta, quiero llorar por lo que nunca fue.

- No Frankie, no pude – Le respondí con mi voz casi quebrándose. Frank me tomó de la barbilla, mirándome a los ojos y yo, yo sólo quería perderme para siempre en sus bonitos ojos avellana

- ¿Por qué Gee? ¿Qué pasó cuando me fui?

- Mis padres me corrieron de casa por... ya sabes, ser un omega y por mis burdos sueños de ser artista y bueno, no tuve más remedio que comenzar a trabajar en ese bar donde me encontraste, esa es mi historia – Le digo resumiendo en unas cuantas palabras mi horrenda vida en los últimos años, desde que él se fue – Pero tú, cuéntame, qué te trajo de regreso – Cuestiono tratando de evadir las preguntas para con mi funesto destino.

- Pues verás Gee, le terminé dando gusto a papá y estudié leyes, aunque también toco con mi banda en mis ratos libres. Esos dos tipos con los que me viste hoy, Ray Toro y Bob Bryan, trabajan conmigo en mi bufete y además tocan en mi banda ¿No es genial Gee? - Sólo asiento – Y bueno, estoy aquí por un caso, un caso en ese bar donde trabajas

- ¿Un caso? - Pregunto incrédulo

- Sí, verás, una chica omega nos buscó, al parecer en ese bar dan un mal trato a los meseros, ella comentó que el dueño del bar permite que los clientes abusen de ellos y que no hace nada al respecto, por el contrario, se pone del lado de los abusivos alfas y bueno, venimos a recabar pruebas para su caso

- Ya veo – Menciono bajando la mirada, sintiéndome como la mierda, seguro Frank ya sospecha, desde que me vio ahí, que soy toda una puta

- ¿Te han hecho algo en ese bar Gee? - Cuestiona, tomándome de la barbilla para que le mire a los ojos y yo, yo no puedo hacer más que echarme a llorar como un idiota, por lo que Frank me abraza, reconfortándome con su calor, con su olor – Dime Gee ¿qué te han hecho? ¿Alguien te ha tocado? – Yo no hago más que sollozar, no quiero responderle, me da tanta vergüenza – Dímelo por favor- Asiento –¿Quién? ¿Qué te hicieron Gee?

- Me tomaron a la fuerza – Digo aún llorando en su hombro

- ¿Cuántos?

- Tres

- ¡Dios!, Gee, ¿cómo pudo pasar esto?

- Porque no le importo a nadie Frank, a nadie – Manifiesto llorando aún más fuerte

- Me importas a mí

- ¡Mientes! Te fuiste y nunca supe más de ti – Entonces se separa de mí, me mira a los ojos, lleva sus manos a mis mejillas para tratar de secar mis incesables lágrimas

- Perdóname Gee, perdóname por dejarte aquí, por no cumplir nuestro sueño juntos

- Ya no importa Frank – Digo poniéndome de pie – Creo que lo mejor es que me vaya

- No te puedo dejar ir solo, es peligroso. Te llevo – Y lleva bastante razón, es muy peligroso que un omega ande solo a media noche, por lo que acepto que me lleve a casa. En el camino me animo a preguntarle si es que acaso ya se casó, no me importa que me rompa el corazón, sólo quiero saberlo, sólo quiero no ilusionarme más.

- No Gee, la verdad es que no he encontrado a nadie que valga la pena – Y creo que esa respuesta fue mucho más dolorosa, obviamente yo nunca valí la pena para él, de haber sido así habría regresado por mí, pero nunca lo hizo, ahora está aquí de paso y bueno, yo no quiero ilusionarme más. Después de saber lo que soy jamás aceptaría hacerme su omega, quién querría estar con una putita barata como Gerard Way.

Lo que nunca fue (Frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora