Capítulo 7

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Debo decir que los siguientes días me sentí como en un sueño, como si estuviera viviendo otra vida, claro, a excepción de las noches en que tenía que volver a trabajar, pero por los días Frank fue tan atento conmigo, me invitó al cine, a comer, a caminar por el parque, a tomar un helado, me tomó de la mano como lo hacía en el pasado y yo, yo no podía sentirme más feliz, sólo quería detener el tiempo, que Frank se quedara para siempre, que no se fuera más de mi vida.

Le conté a Jamia, ella se puso tan feliz por mí, "por fin encontraste a tu alfa", me dijo, y bueno, qué más desearía que Frank realmente me quisiera para siempre en su vida, que me marcara, que nos convirtiéramos en uno para toda la eternidad.

Conviví un poco con los amigos de Frank, Ray realmente era una buena persona, tan amable y Bob, bueno, él un poco antipático, pero no me importaba, lo único que necesitaba era a Frank y estaba ahí, para mí.

Agradecía tanto que Adam aún no volviera, porque seguro si me viera con Frank querría tomarme a la fuerza para hacerle ver que "soy de su propiedad", aunque realmente nunca lo he sido, no he aceptado formalmente ser "su puta" como tanto me lo pide, y ahora que tengo a Frank mucho menos lo haré, incluso creo tener el valor para mandarlo al diablo y si me jefe se molesta que lo haga, ya no me importa, Frank me hace fuerte, con él no necesito más.

Por las noches me ha costado conciliar el sueño, porque me la paso soñando despierto en lo que nunca fue, lo que creo que ahora podrá ser, Frankie y yo juntos, viviendo nuestros sueños en Nueva York, en una gran casa, con un montón de perros, él ensayando con su guitarra mientras yo estoy ahí, en la sala pintándolo, como lo hacía cuando éramos niños. Sueño con que antes de irse de New Jersey me pide que sea su esposo, que coloca un gran y brillante anillo en mi dedo anular, que me carga hasta su carro para colocarme en el asiento del copiloto y entonces arrancar y nunca más volver a esta ciudad. Sueño con esa perfecta boda, con coloridas flores como las que le gustaba tanto sembrar a su madre, adornando el lugar, yo vistiendo un traje en color blanco, él uno negro, estando ahí frente al altar, jurándonos amor eterno. Sueño con que me toma en sus brazos y me lleva hasta la habitación de un hermoso hotel, me coloca en la cama, me llena de besos, los dos desnudos, convirtiéndonos en uno, ambos llegando al clímax, Frank tomándome y mordiendo mi cuello para marcarme y así ser su omega y él mi alfa.

Sueño con tanto, sé que a estas alturas de mi vida es absurdo soñar, sé que posiblemente todas esas cosas nunca me sucedan, tal vez Frank ni siquiera pueda aceptar que he estado ya con varios alfas, y no lo culpo, él se merece a alguien puro, no a la putita barata del pueblo. Cómo él mismo lo dijo, no ha encontrado a nadie que valga la pena y quizás yo no lo sea.

A veces sólo quisiera decirle a Frank cuanto lo amo, cuánto esperé para volverlo a ver, pero tengo miedo, temo su rechazo, porque sé que no soy digno de su amor ni del de nadie. No sé si a estas alturas pueda soportar su desprecio. Quiero creer que me ama, por una vez en mi vida quiero creer que aún hay una esperanza para mí, y esa esperanza es mi Frankie.  

Lo que nunca fue (Frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora