Capítulo 5

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Siempre quise volver a saber de mi familia, pero no me animaba a tocar siquiera la puerta de la que alguna vez fue mi casa. Algunas tardes solía pasar frente a aquella morada con la esperanza de ver a mi madre o a mi hermanito Mikey. Pude notar que la casa de al lado, que permaneció sola por varios años, luego de que se fuera Frank y su familia, había vuelto a ocuparse, pues las hermosas flores que la madre de Frankie plantó en aquel jardín volvían a resurgir, aquellos colores, aquellos aromas que me hacían recordar los días de felicidad al lado de mi Frank, de quien nunca más volví a saber nada, quien nunca regresó por mí.

Sentía tanta nostalgia al pasar por aquellas calles donde alguna vez fui feliz, ahora era tan desdichado. Quería tanto ver a mi hermanito, que me abrazara, que me cuidara como lo hacía en el pasado, contarle todo lo que había tenido que pasar en estos años, que "me rescatara", pero no, nunca me animé a hacerlo.

Alguna vez lo vi caminando del brazo de una hermosa chica rubia, que tiempo después supe era quien había comenzado a habitar la casa donde antes había vivido Frank. Ella junto con su familia se habían mudado a ese barrio en Jersey, su nombre era Kristen, una linda omega, digna de mi hermanito, seguramente mi padre estaría tan feliz. Aquella vez en que los vi ni siquiera me animé a acercarme y lo admito, me dolió tanto que Mikey nunca más volviera a buscarme, que se olvidara de mí, que desde el día en que papá me corrió de casa, pareciera que él también me había sacado de su vida.

Y honestamente nunca creí ver a mi hermanito en aquel asqueroso bar donde trabajaba, sin embargo una noche se apareció por ahí, estaba acompañado por otros alfas, no sé si se percató de mi presencia, pues no fui yo quien los atendió. No quería molestarlo, no quería que me viera ahí y vestido así, pero es que tenía tantas ganas de hablar con él, por lo que cuando se levantó para dirigirse al baño aproveché para acercarme a él. Me miró, me escudriñó de arriba a abajo y una extraña mueca se dibujó en su rostro, yo sólo quería abrazarlo, decirle que me hacía tanta falta.

- Mikey – Le dije, sintiendo como mis ojos comenzaban a aguarse, lo había extrañado tanto, sin embargo no me esperaba la respuesta tan fría que me dio

- Déjame, puta – Fue lo único que salió de sus labios, y yo me quedé ahí, parado como un idiota sin siquiera saber cómo reaccionar. Sentía que me moría, no podía creer que mi hermanito me tratara así, que me mirara con asco y que para él no fuese más que una puta, como lo era para el resto de los alfas que iban y venían a aquel sucio bar.

Ya ni siquiera intenté acercarme a él. Sólo quería desaparecer. Busqué a Jamia con la mirada por todo el bar, necesitaba un hombro en el cual llorar, pero no logré encontrarla. Sentía un nudo tan grande en mi garganta, sólo esperé a que Mikey saliera del baño, tratando de que no me mirase, para entonces entrar y meterme a uno de los cubículos y dejar salir todo mi llanto. Estaba tan solo, tan malditamente solo y ese día lo confirmé, a nadie le importaba.   

Lo que nunca fue (Frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora