Capítulo 19

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Gerard entre mis brazos, lo que toda la vida soñé. Después de la recepción nos dirigimos rumbo al hotel, previo a entrar a nuestra habitación tomé a Gerard entre mis brazos, sí, demasiado cliché, demasiado cursi, pero por él soy capaz de cualquier cosa. Lo coloqué en la cama, la cual estaba llena de pétalos de rosa, y noté lo nervioso que se encontraba, completamente ruborizado, mirándome tan inocente con esos bonitos ojos verdes que me vuelven loco.

Me coloqué encima de él, sus blancas piernas rodeándome, y lo besé, sus labios tan suaves, tan dulces, tan deliciosos. Sé que ya no puedo vivir sin sus besos que saben a gloria. Estuvimos así, besándonos, sintiendo nuestros cuerpos tan juntos, hasta que de un momento a otro me incorporé para quitarme el saco, la corbata y los zapatos. Gerard me ayudó a desabrochar mi camisa para luego tocar mi pecho y quedé maravillado con esa sensación y ver su pálida piel contrastando con la mía llena de tatuajes. Me desabroché los pantalones y los bajé, quedando únicamente en ropa interior, sintiendo la mirada de Gee sobre mí. Lo vi completamente ruborizado. Ahora venía su turno de quitarse la ropa, le ayudé a quitarse sus zapatos, posteriormente fui subiendo, acariciando sus hermosas piernas blancas, hasta llegar a su vestido, para lentamente ir sacándoselo. En el recorrido acaricié todo su hermoso cuerpo, sus muslos, sus caderas, su cintura, su pecho, hasta que se lo quité, quedando únicamente en ropa interior y mirándose tan hermoso, mi Gee, mi omega. Pude fijarme en que llevaba puesta lencería, unas bonitas panties blancas con encaje, nunca pensé que se atreviera a usar ese tipo de ropa interior, pero sin duda lucía perfecto.

Volví a acercarme a sus labios para besarlo, sintiendo su piel tan suave y cálida contra la mía. De igual forma pude sentir su erección a través de esa única prenda que aún le quedaba, por lo que me incorporé nuevamente para bajársela y dejarlo completamente desnudo, dejando su erecto miembro a la vista, luciendo simplemente perfecto.

Me metí entre sus piernas para estimularlo un poco, acariciando su pene, en tanto llevé mi lengua a su pequeña entrada rosadita, dispuesta para mí. Sentí a Gerard estremecerse con aquella acción, aunque también pude notar que trataba de controlarse y no ser demasiado escandaloso, por lo que me incorporé sólo para decirle: "Mi amor, conmigo no tienes por qué contenerte. Quiero escucharte". Él me miró algo dudoso, "confía en mí, mi vida", le mencioné, dejando besos en sus muslos.

Sentí a Gerard relajarse, por lo que continúe introduciendo mi lengua en su entrada, él comenzó a gemir tan delicioso que sólo podía pensar en poseerlo ya, en tanto me encontraba ahí, entre sus piernas. Me incorporé y pude apreciarlo tan hermoso, completamente extasiado, mirándome con esos ojitos verdes que tanto amo. Volví a subir a sus labios para besarlo, él me recibió gustoso, envolviendo sus brazos en mi cuello y sus hermosas piernas en mi cintura. Jadeando me dijo: "Frankie, te necesito". Y no lo hice esperar más, rápidamente me saqué la ropa interior, para entonces posicionar mi pene en torno a su ano y lentamente ingresar en él, sin perder de vista las expresiones en su rostro, completamente extasiado.

- Te amo – Le dije al estar completamente en su interior

- Y yo a ti Frankie, te amo mucho – Me respondió, mirándome, sus ojitos llorosos. Volví a acercarme a sus labios para besarlo una vez más, mientras que mis manos fueron a sostenerlo de los muslos para entonces iniciar con un vaivén, primero lento, en tanto Gee se acostumbraba a esa intrusión en su interior. Fui subiendo la intensidad de las embestidas, contemplando la bonita cara de Gerard y esas expresiones de placer en su rostro.

Gerard era un concierto de gemidos, permanecía abrazado a mí, repitiendo mi nombre una y otra vez, pidiéndome más, más y más. Yo por mi parte me sentía en el paraíso, al tenerlo así, entre mis brazos, siendo mío, sólo mío.

Gee es bastante hermoso, pero así, en la intimidad, luce aún más precioso, su blanca piel se torna un tanto rojiza, su cabello se vuelve un remolino, sus labios entreabiertos, mucho más apetecibles que de costumbre. Y esos bonitos ojos verdes, amo la forma en cómo me mira mientras lo hago mío.

Continúe arremetiendo contra Gerard, sintiéndolo tan cálido, tan estrecho. Sus uñas clavándose en mi espalda, sus piernas aferradas a mi cintura. De un momento a otro comencé a sentir ese remolino en mi interior, estaba tan cerca de llegar al orgasmo, por lo que llevé mis labios al pálido cuello de Gee para marcarlo, escuchándolo gritar cuando mis dientes atravesaron su delicada piel. Entonces me sentí llegar al paraíso, llenando a Gerard por completo con mi simiente. De igual forma lo pude sentir llegar al orgasmo casi en ese mismo instante, sintiendo su cálida esencia en mi abdomen mientras continuaba ahí, con mis labios en su cuello, besando la marca de nuestra unión.

Exhausto permanecí ahí, sobre el cuerpo de Gee, aún dentro de él, sintiendo los latidos de su corazón tan acelerados, sus piernas en torno a mí.

- Te amo, y ahora eres mío y yo soy tuyo – Le dije incorporándome para mirarlo a los ojos, luciendo tan hermoso y perfecto luego de haberle hecho el amor.

- Y yo a ti Frankie, te amo. Soy sólo tuyo – Me respondió, acercándome a sus labios para besarme. Lentamente comencé a salir de él, bajando sus piernas y viendo como mi semen salía de su interior. Me recosté en la cama y lo atraje a mis brazos.

- Ya nada ni nadie podrá separarnos, Gee – Mencioné, acariciando su rostro y perdiéndome en sus bonitos ojos verdes.

Si bien ya había tenido intimidad con Gerard en una ocasión, para nada se compara con esto, aquella vez yo me aproveché de la situación, me comporté como un imbécil, pero ahora las cosas fueron distintas, ahora nos entregamos en cuerpo y alma el uno al otro. Ahora lo sentí tan mío como nunca antes. Ahora somos uno. Ahora somos alfa y omega.  

FIN

Lo que nunca fue (Frerard)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora