Quiet Days #34

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Debía ser bastante tarde, posiblemente pasado mediodía. Estaban solos, Hyung Won y Ho Seok, en la habitación de la posada durmiendo juntos. O, al menos, Ho Seok dormía.

Las cortinas estaban corridas y solo entraba un resquicio de luz, con la ventana abierta dejando que el canto de los zorzales y gorriones se colara en el dormitorio.

Se habían ido a dormir muy tarde, tanto que hacía horas que había amanecido cuando lo hicieron. Hacía calor, no tanto como hizo durante aquella ola de calor infernal, pero hacía calor. Ninguno tenía planes de salir de la cama hasta que el sol bajara un poco. Hyung Won había descubierto que esa era la vida de pueblo en verano: irse a dormir a las nueve de la mañana y no despertarse hasta las seis de la tarde.

Hyung Won no creía que fuesen más de las dos, pero ya no podía dormir más.

Cuando habían llegado a la habitación, Hyun Woo ya no estaba. Hyung Won le preguntó por mensaje que cuándo pensaba volver, y él le contestó que no hasta la hora de comer, así que Ho Seok y él se habían acostado juntos, y luego se habían quedado dormidos, desnudos, juntos y pegados por el sudor.

Ho Seok estaba precioso, así. Parecía un conejito, el conejito más grande y más hermoso que hubiera visto jamás Hyung Won. Estaba con la cara contra el pecho de Hyung Won, una de sus mejillas aplastada contra su piel, con el brazo de Hyung Won rodeándole los hombros. Tenía una pierna subida sobre las suyas, con toda su piel desnuda contra la de Hyung Won. Era pegajoso, caluroso e íntimo de una forma que a Hyung Won le costaba explicar. Lo único que sabía era que no quería separarse de él, que podría pasarse horas mirándole respirar de forma pausada con su cuerpo desnudo contra el suyo desnudo también, y no cansarse nunca.

Todavía tenía la sensación nítida en el cuerpo de lo que había pasado antes de irse a dormir: Ho Seok sobre sus caderas, sus manos en los muslos de él, frotando su piel pálida, tersa y musculada hasta acabar con los dedos bien hundidos en su cintura. Wonho le estaba abrazando por el cuello, todo sudado y con esa cara tan bonita que ponía cuando gemía, especialmente cuando empezaba a estar cerca, peligrosamente cerca de esa cúspide que le hacía sujetar a Hyung Won con tanta fuerza como para dejarle los dedos marcados. Le besaba el cuello, y los labios y también los hombros a veces, y le susurraba su nombre al oído mil veces, con sus cuerpos pegados y moviéndose sobre su regazo. Era precioso, cuando se le ponían las mejillas rojas y tenía la carita cubierta en sudor, sus ojitos con sus pestañas salpicadas de lágrimas, y sus labios entreabiertos buscando aire, o buscando su boca.

Era antinatural. Hyung Won se preguntaba si eso era enamorarse de alguien, porque siquiera se sentía ese pulso, intenso, apareciendo entre sus piernas al pensar en aquello, en el tacto de sus dedos sobre la piel desnuda de Ho Seok mientras tenían sexo, en Ho Seok gimiendo su nombre en voz baja, en su pecho, tan bonito y tan musculado, subiendo y bajando por su respiración agitada. Siquiera en el orgasmo que le había regalado. Era distinto. Solo podía pensar que era precioso, tan precioso que siquiera parecía real.

Seguía sin parecer real, tumbado sobre su pecho de esa manera.

Salió de debajo de Ho Seok, con cuidado de no despertarle, y se tumbó frente a él, para poder mirarle mejor. Su pelo moreno cayéndole despeinado sobre la frente, su piel tan pálida que casi brillaba en medio de esa media oscuridad en la que estaban. Sus ojos pequeños, cerrados; su nariz también pequeña y redonda, como un botón; sus mofletes, tan grandes y tan bonitos adornando esa cara ovalada; sus orejas de soplillo; su boquita abierta solo un poco, con sus labios gruesos tan rosas ahí adornándola; y su mentón pequeño, tan bonito que daban ganas de darle mil besos allí.

Se acercó a él un poco más, hasta juntar su frente con la de Ho Seok. Rozó su nariz con la de él, y tuvo que cerrar los ojos y respirar hondo para no sucumbir al impulso de darle un beso en los labios. Se quedó con los ojos cerrados tanto rato que luego no quiso abrirlos, demasiado cómodo allí, con la cabeza en la almohada y con el único sonido que se escuchaba siendo el canto de los pájaros y la respiración calmada de Ho Seok.

301 miles to find you » Hyungwonho. MONSTA XDonde viven las historias. Descúbrelo ahora