Capítulo 29: Romeo y Julieta

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Los guardias terminaron llamando a los paramédicos para que atendieran a esta niña que lloraba desconsoladamente afuera de policía internacional. 

Me dieron un tecito y me preguntaron si había alguien que pudiera venir a buscarme. Yo no supe qué responder, no me sentía capaz de hablar. 

Les entregué mi teléfono y buscaron en el registro de llamadas las más recientes. Habían varias de Ben que eran de la noche anterior, pero la última sorpresivamente era del Luciano, acompañada de un mensaje:

La Cami me contó lo que pasó, ¿vas a ir?

No vayas sola, déjame acompañarte.

Los paramédicos unieron los puntos y asumieron que estaba hablando de mi viaje al aeropuerto. Le devolvieron el llamado y le explicaron la situación, pero yo lo escuchaba todo como si estuviera a kilómetros de distancia, a lo lejos, debajo del agua.

El Luci me tomó por los hombros para guiarme hasta su auto. A partir de ahí tengo una laguna mental de algunos días.

Lo siguiente que recuerdo es que me obligué a continuar con mi vida por pura inercia. Seguía asistiendo a mis clases únicamente por mi obsesión con la responsabilidad. Cumplí con mis últimas notas en la universidad y con los ensayos de la compañía. Al parecer la salida de Brereton se había llevado consigo todas mis emociones, y recibí más de alguna felicitación de parte de mi maestra por ejecutar la serie de la barra sin ninguna distracción, igual que antes de conocerlo a él.

Tuvimos que pensar en una solución ahora que nuestro recital de la escuela de verano para adultos había perdido a sus dos protagonistas, que eran los que finalmente captaban el interés del público general. Cuando se fue Kim yo pude tomar su lugar, total todavía nos quedaba la figura de Brereton, pero ahora sin él y a una semana del estreno...

- Podemos repetir lo que hicimos el año pasado - comentó la Cami, ya cansada, después de una larga reunión discutiendo las posibilidades.

- ¿Romeo y Julieta? Olvídalo - agregó su hermano - esta gente recién aprendió a bailar ballet hace un par de semanas, no hay forma de que podamos hacer algo así.

- Ellos no - lo pensó un poco - pero ustedes sí. Que tú con la Clarita hagan de Romeo y Julieta, de más se acuerdan algo, si siempre se quedaban a mirar los ensayos de los seniors. Y podemos hacerle un par de modificaciones, yo siempre quise dirigir una coreografía, podemos hacer menos adagios para que los del programa de verano puedan participar, podemos meter una serie de la barra y...

- Clarita - interrumpió él para hablarme a mí, me miró con preocupación - ¿tú quieres bailar conmigo?

"No", quise decir. No quería bailar con nadie que no fuera Brereton, mucho menos con el Luciano sabiendo lo mal que se llevaban.

Pero sabía que estaba siendo injusta con él, él no tenía la culpa de que lo nuestro no haya funcionado.

Asentí.

- Me da lo mismo - contesté sin mirarlo - hagamos lo que haya que hacer.

Mi respuesta no lo convenció del todo, pero la Cami le dio un nuevo rumbo a la conversación para empezar a darnos instrucciones y sacarle provecho a su creatividad. 

- ... entonces Clarita, tú entras desde el promenade y te lanzas a sus brazos cuando te encuentras con el amor de tu vida, ahora el Luciano...

Me sentía incómoda. Por primera vez desde que lo conozco no me sentía a gusto bailando con el Luciano, encontraba que sus manos me rozaban con aspereza, que no eran para mí, y esa conexión de la que tanto hablábamos parecía un recuerdo lejano.

Descalza (Ben Brereton y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora