- Estúpida, estúpida, estúpida - me repetía mientras corríamos - ¿cómo se te ocurre decir el nombre de Ben Brereton en voz alta?
Ben me miraba confundido porque claro, en medio del apuro olvidé que él no entendía español. Tenía la cara roja por el esfuerzo y unas gotitas de sudor le caían a cada lado de la frente. Llegamos a un cruce y supe que teníamos que doblar a la derecha, lo agarré de la mano para guiarlo sin dejar de correr.
- Y más imbécil eres tú - continué - ¿cómo se te ocurre sacarte el gorro en la calle?
No tenía caso seguir con este monólogo, solo me consumía oxígeno y lo necesitaba para correr. La luz roja del semáforo nos obligó a parar, aproveché para acomodarle bien el gorro a Ben y mirar hacia todos lados tratando de ubicarme. Reconocí el paseo Estado, si seguíamos por ahí podíamos llegar a la Plaza de Armas de Santiago.
Conté las veces que parpadeó la luz verde de la calle de al lado. "Ya debe estar por cambiar", pensaba, quería estar lista para volver a correr apenas cambiara el semáforo. Tomé a Ben de la mano y me preparé como si estuviera en una pista de atletismo.
- Ahora, vamos - dije en español.
Ben seguía sin entenderme pero no había tiempo para traducir, de un tirón lo hice ponerse en movimiento para seguir corriendo junto a mí. Una vez en la plaza me despejé el pelo de la cara, que tenía pegado por el sudor, y me paré de puntitas para mirar entre toda la gente. Aquí no nos iban a encontrar, pero tampoco quería arriesgarme a que otra persona pudiera reconocerlo y se volviera a armar el escándalo.
Reconocí el peso de mi cuerpo sobre mis metatarsos y sonreí de satisfacción, se me había ocurrido una idea.
- Almost there (estamos cerca) - le hablé con la respiración entrecortada - follow me (sígueme).
No quise soltarlo, mientras estuviéramos de la mano al menos sabría que no se me iba a perder, ¿te imaginas si eso sucediera? ¡Ahí sí que sería un desastre! Tener que buscar a gritos a Ben Brereton en un lugar lleno de gente, donde es probablemente el personaje más conocido del último tiempo...
La fachada del Teatro Municipal de Santiago se hizo presente frente a nosotros. Las boleterías estaban cerradas, pues la última función había comenzado hace poco y no está permitido llegar tarde.
Pero una bailarina siempre tiene sus trucos.
- I know the dressing rooms, I danced here once (conozco los vestidores) - intenté explicarle parte de mi plan - I know how to enter (sé cómo entrar).
Ben solo asintió. Supongo que estábamos demasiado agitados como para discutir.
Seguí derecho por la cuadra hasta encontrar la entrada de servicio. Cerré la puerta tras nosotros y apoyé la espalda contra ella para recobrar el aliento. Me llevé las manos a la cara.
- No puedo creer que hicimos eso - susurré.
Él se había inclinado hacia adelante intentando calmar su respiración. Cerré los ojos, todo estaba bien ahora.
Volví a acercarme a Ben en medio de la oscuridad, le subí el cierre del polerón y tiré de su gorro hacia abajo para cubrir lo más posible de su carita.
- This way (por aquí) - dije bajito.
El pasillo era estrecho, yo iba adelante y lo llevaba a él de la mano para asegurarme de que estuviera cerca de mí todo el tiempo. Cuando ya nos encontramos más cerca de los camarines, me giré para hacerle la señal a Ben de que hiciera silencio, ibamos a pasar justo por detrás de los bailarines.
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Descalza (Ben Brereton y tú)
FanfictionEn un mismo teatro puedes oir las pisadas de unas zapatillas de ballet y unas botas de fútbol, donde una bailarina interpreta historias de amor con el corazón roto, y un futbolista aprende que bailando puede reparar el suyo. A la Clarita no le gust...