Epílogo

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Sentada junto a la chimenea, me distraigo con las llamas que bailan para mí sobre la madera crepitante, buscando abstraerme de los fuegos artificiales que, en un mundo lejano, marcan el inicio de este año nuevo.

Acerco las rodillas al pecho y me acurruco más contra el sillón. Por la ventana observo como Kim y Brereton se abrazan y se dan los buenos deseos para este 2022, y de pronto el fuego se convierte en mi aliado y empaña el cristal para que no pueda seguir mirando a través de él, para resguardarme en un mundo nuboso desde donde solo se ven siluetas, las siluetas de un beso de año nuevo.

Siento mi cuerpo.

Con el tiempo he aprendido a calzar estas gruesas botas, a cargar con su peso y a olvidarme de a poquito de lo mucho que adoro bailar descalza. Pero sé que apenas me las quite seré invadida por un frío tan grande como cuando me caí a la piscina con él y casi me da hipotermia en el auto. Y mi corazón está tan helado que se escarcha.

Suspiro y observo como una niña las nubecitas de vapor que salen de mi boca. Las navidades nevadas de Inglaterra no eran un chiste. Aún así me sigue pareciendo igual de mágico.

- Do you want some tea? (¿quieres un poco de té?) - me pregunta Bradley sosteniendo una taza en la mano. Es un amigo de Brereton, son compañeros en el Rovers.

- Hmm... - dudo un poco, miro mis manos como si fueran ajenas a mi cuerpo - thanks, my hands are cold (gracias, mis manos están frías)

Recibo en silencio la taza de té y la acuno entre mis manos para entrar en calor. Respiro su aroma y dejo que me envuelva. 

Me rio bajito. La infusión se está evaporando en mis manos y es casi como si pueda atraparla entre mis dedos pero se me escapa. Justamente es eso lo que  pasa al otro lado del ventanal: Ben. Lo tengo ahí, tan cerca que podría llegar y abrazarlo por la espalda, pero nos separa el cristal y la inmensa distancia entre ser su novia y ser su amiga.

Apoyo el mentón en el respaldo del sofá y me quedo mirando, a sus espaldas, lo que va quedando de los fuegos artificiales. Me pierdo en las luces y en mis pensamientos.

Una vez le conté a Brereton que las bailarinas siempre tienen cara de anhelo. Supongo que a esto me refería, he pasado más de la mitad de mi vida representando historias de amor para parejas como ellos que, tras dejar el teatro, vuelven a vivir su sueño. Y mientras yo, en cambio, ayudo a bajar el telón y a desarmar toda esta ilusión que hemos construido para ellos. Y después de cada recital guardo un poquito, por si un día soy lo suficientemente afortunada para que un hombre me ame como Ben ama a Kim.

- Las bailarinas siempre tienen cara de anhelo - susurré - lo que anhelan es amor.

"Y yo elegí enamorarme del único hombre que no puedo tener".

Escucho a algunos pasos de mí los saludos de año nuevo. Me parece un poco extraño, ya son casi la 1 de la madrugada y ya nos hemos dado los abrazos correspondientes, al menos con la mayoría de los invitados. 

- Claire - se repite en mi cabeza esa voz dulce. 

Me he puesto emotiva de repente, debe ser eso. Siempre ando más sensible en estas fechas.

- Claire - es Ben, que me toca el hombro y al girarme me encuentro con su sonrisa - Are you daydreaming again? (¿estás soñando despierta de nuevo?)

Se sienta en la mesa de centro frente a mí y espera atento mi respuesta. Sonrío al darme cuenta de que lleva puesta la bufanda de abuelito que le devolví hace unos días.

- No - niego con la cabeza como si no tuviera importancia y me rio para disimular, porque fingir es lo que mejor sabemos hacer.

No, porque...

Ahora estoy en confabulación con esos sueños. Ellos no me hablan de ti, y yo prometo no creerlos nunca más.

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FIN

Descalza (Ben Brereton y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora