Beso con sabor a vida

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El paso de los días era lento, pero no lo suficiente para que Win se sintiera estancado, en algún punto de la semana había logrado sonreír como siempre frente los niños y un tanto con sus compañeros de trabajo, sobre todo con Bright que insistía en llevarlo a su departamento cada día después que el horario de ambos terminaba, así que se veía en la necesidad de estar en constante contacto. No le molestaba estar a su lado, más bien era una extraña incomodidad por haberse mostrado tan miserable durante bastante tiempo. Esta idea incrementaba porque el mayor no decía nada, y aunque lo agradecía le producía ansiedad el mismo hecho.

Esa noche en lugar de ir directamente al edificio de su amigo, Bright dio vuelta en una intersección conduciendo hacía un pasaje algo conocido a las afueras del centro, donde en la tercera salida estaba un salón lleno de juegos de diferentes tipos. Quería pasar un poco mas de tiempo con Win que al ver el lugar golpeo su brazo caminado enseguida a una maquina en específico. Era de dos jugadores así movió la mano pidiéndole a su anfitrión que lo acompañara en una carrera de motocicletas.

-Hagamos esto, si pierdes debes llevarme mañana un pastel de zarzamora en la hora de comida al hospital.

-Pero si yo gano vas a invitarme a comer a tu departamento.

Sin pensarlo dos veces ambos estrecharon sus manos pactando la apuesta. Bright no quería admitirlo, pero su oponente era bueno, aunque no lo suficiente para destruirlo tan fácilmente, debía darle una lucha digna. Después de al menos siete carreras quedaron rendidos, pero ninguno había ganado, estaban en empate y no podían dejarlo así. Por lo que pusieron en práctica sus habilidades desde el guante hasta el baile con un ganador indiscutible.

-Te lo dije Win, yo no pierdo. Ahora tendrás que prepararme la cena un día de estos.

El par de chicos tomó su bebida después de una larga guerra de juego caminando a lo largo de la sala sin decir ninguna palabra. Podrían estar incomodos por el silencio, pero, al contrario, se sentían demasiado bien como para que el malestar llegará.

-¿Por qué no mencionas lo que sucedió hace un par de semanas?

La pregunta de Win dejó sin respuesta al alto, pero tenía clara una idea en la cabeza, al menos hasta cierto punto.

-Porque no voy a presionarte, además no soy chismoso, si quieres hablar de ello podemos hacerlo, siempre y cuando tu te sientas bien al hacerlo.

-Cuando hablas de esa manera podría jurar que tienes corazón.

-Lo tengo, siempre ha estado ahí, pero…

-Pero si trabajo debo trabajar, el corazón no se lo muestro a mis colegas.

Los pasos de Win se detuvieron parándose justo frente a su amigo mirándolo a los ojos después de dar un sorbo a su vaso.

-¿Entonces yo qué soy?

Un suspiro salió de sus labios, incluso un ligero nudo de saliva se formó poniéndolo nervioso. Si tan solo el chico se viera al momento de preguntar eso sabría por qué no dijo nada y siguió caminando sin darle una respuesta a su duda. Ninguno volvió a decir algo, pero Win sonreía burlón durante el camino a casa haciendo que su compañero desviara la mirada.

Al estacionarse frente el edificio se aseguro de no ver al chico de la vez pasada para poder dejar salir al menor, quizás este no sabía de sus intenciones y por ello agrandó su sonrisa por un segundo.

-Gracias por traerme, por cierto, puedo hacerte la cena este viernes así que trae algún buen postre, por ejemplo, el pastel de zarzamora que te dije antes.

Bajó con calma del auto agitando la mano al ver como este se marchaba dejándolo solo, estaba por sacar las llaves de su departamento mientras esperaba el elevador, pero una llamada lo interrumpió.

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