Primera vida

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Un grito llama la atención de todos en la sala de operación, permanecen quietos, sin respirar siquiera, sus pulsos se mantienen estables, deben seguir trabajando mientras un par de ojos emanan ira contra un joven inexperto, ese no es su problema. Un corazón late rápidamente, sus manos tiemblan y siente que puede llorar en cualquier momento.

— ¡Cómo puedes ser tan lento, maldita sea! 

Enfurecido, el superior toma el instrumental dado por una enfermera mientras el chico permanece de pie a su lado, causando que los niveles de estrés se eleven.

—¡Por qué sigues aquí inútil!

Los pies del chico se mueven con miedo, sale inmediatamente de la sala quitándose lo que puede. Mientras en la sala todo permanece igual, debían salvar aquella vida sin importar a quienes regañaran.

Bright Vachirawit no era un médico amable, todo el hospital lo sabía. Pero a pesar de ello y su mala actitud, era él más eficaz dentro del quirófano. Su equipo de trabajo no lograba decidirse entre amarlo u odiarlo, sin embargo, reconocían su talento al estar en situaciones difíciles.

Al terminar la operación todos agradecen a sus compañeros, y sobre todo a Vachirawit que con una leve reverencia sale para quitarse parte del uniforme. No dio ni tres pasos fuera cuando percibió a quien regañó hace minutos sentado al pie de la puerta.

—Si no vas a servir en algo mejor vete, no quiero inútiles cerca mío.

—¿Quién quisiera estar cerca de usted de todos modos?—un susurro, levemente audible, logró llegar al oído del medico que solo sonrío sin voltear.

—Quizás quienes quieren realmente salvar vidas. 

No le molestaba ser catalogado como "maldito" entre el personal del hospital, no cuando su trabajo hablaba demasiado de él. Sobre todo porque sus pacientes estaban vivos cuando eran tratados por él. Así que mientras fuera de ese modo no planeaba modificar su actuar.

—Vachirawit, deberías ser más amable con los nuevos. Ya son varios a los que veo llorando y sinceramente prefiero tenerlos trabajando que proclamando su rechazo. —escuchó a sus espaldas la voz de un compañero. 

—Ser amable no me trajo hasta aquí, ellos vienen a salvar vidas, no a buscar una estrellita de mi parte.

—De acuerdo, de acuerdo. A lo que venía, ya están listos tus papeles, puedes pasar a recogerlos cuando termines tu turno. Nos vas a hacer falta aquí.

—Ya te tienen a ti, además hay un equipo muy bueno a cargo de cada zona. Sabes que mi sueño desde que inicie la carrera fue trabajar en ese hospital y al fin podré hacerlo.

Eran pocas las veces que Bright sonreía sinceramente, y esa era una de ellas. Gun lo miró irse sintiendo algo de peso en el corazón. Habían estado juntos desde el colegio, ambos a su modo lograron llegar a su propia cima. Más allá de ser compañeros eran amigos aunque pareciera lo contrario a veces.

Siempre supo que el sueño de su amigo era trabajar en ese lugar, pero no podía entenderlo. Era un sitio pequeño y algo alejado así que no podría visitarlo constantemente. Quizás nunca entendería la razón de querer estar ahí, y tampoco se la pediría porque no era asunto suyo.

La noche que su guardia terminó, suspiró tranquilo al tener entre los dedos una carpeta con lo que necesitaba. Todo en orden y los datos correctos. Sorprendió a la secretaria porque no era normal verlo sonreír, siempre estaba de mal humor, pero no dudó en corresponderle por cortesía.

Recibió una llamada de Gun pidiéndole que subiera a la sala de descanso lo más pronto posible, sin pensarlo mucho accedió regresando mientras guardaba sus documentos. Al abrir la puerta una serie de aplausos explotó en el aire despidiéndolo de su cargo en ese lugar, poco importaba si la mayoría solo lo hacía por compromiso. Igualmente no volvería a verlos. 

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