Malestar

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Una semana transcurrió con calma dentro del departamento de Bright, quien si bien, fue al hospital a cubrir su horario cuido debidamente a Win, la muerte del pequeño había lastimado bastante al chico porque no salió de su cama en esos días salvo para ir al baño, o eso creía porque al estar nuevamente en casa no lo veía moverse ni un centímetro.

Había veces donde sacaba su rostro de la manta por falta de aire dejando ver su rostro solo un poco. Fue entonces donde lo miró más a detalle, tenía las pestañas algo pequeñas y su piel parecía al toque suave incluso brillante aunque ahora lucia año opaca.

Vachirawit creyó, desde que lo conoció, que era un ser eterno en la alegría, pero incluso aquellos con una sonrisa en el rostro podían verse de esa manera. Con los ojos hinchados y la nariz reseca. Aún cuando quiso hablar con él se limitó a mirarlo mientras este comía y bebía el agua casi sin parpadear, para después hundirse en la manta, si no quería decir palabra alguna no lo obligaría. Solo esperaba verlo sonreír nuevamente porque extrañamente lo añoraba.

Y a pesar de la etapa en la que se encontraba el menor, no podía dejar de lado lo que escuchó esa tarde al salir del hospital. Por lo que al día siguiente fue a recepción para preguntar pero terminó sorprendido al oír a la mujer tras la barra.

—El voluntario Win pidió que dijéramos que no trabaja aquí, a menos que sea alguien de este hospital no podemos decir más.

La mujer parecía sorprendida, el médico nunca les dirija la palabra, siemore estaba serio así que el que les hablara resultaba incómodo hasta cierto punto.

—¿Alguna razón en particular para pedir eso?

—Desconozco esa información doctor, aunque si me permite puedo suponer que se trata de un acosador. El chico que vino ayer, ha venido al menos otras dos veces tratando de obtener algo pero al tener negativas termina marchandose.

Esa noche mientras preparaba un té su mente recordó la vez donde Metawin se negó a subir a su apartamento por la persona que estaba en las escaleras. Un acosador era cosa seria, demasiado si llegaba al grado de saber su dirección así como el lugar donde pasaba la mayor parte del tiempo pero había algo que seguía sin encajar para él.

Sus pensamientos mezclados y agotados se vieron opacados por el movimiento rápido en la cama dejando salir a Win con pasos torpes encaminados al baño y más específicamente, al retrete, levantó la tapa y soltó los restos de la sopa que había cenado hace poco terminando con el rostro pálido mirando a la nada.

Lo vio levantarse con cuidado sosteniendose del lavabo limpiando con un poco de agua la boca suspirando al mirar su reflejo, con ojeras y totalmente serio. Se giró mirándolo directamente a los ojos, sin decir ni una sola palabra, simplemente teniendo la vista sobre él.

—¿Puedo pedirte un favor?

Su voz sonaba rasgada, tan lenta y pausada que parecía un disco viejo. Así que levantándose y colocando su cuerpo frente el otro asintió.

—Sí, puedes hacerlo.

Pensó que quizá le diría que preparará un poco de comida para recuperarse del abrupto momento, en cambio, para su sorpresa, se acercó poco a poco hasta acurrucarse en su pecho dejando el rostro apoyado en su hombro con los brazos firmes a los lados. No habló, no hizo más que rodearlo con ambos brazos palmeandole cuando este se apoyo más en él.

—¿Cómo están los niños?— Susurró con calma.

—Están bien, claro que extrañan a su amigo pero, supongo que cuando sabes que puedes irte terminas por adaptarte a esa idea por muy pequeño que seas.

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