Cálido

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Bright creía tener control sobre sus emociones cuando su pareja le hablo de quitarse el cabello, pero no era nada comparado con ver el objeto en el lavabo mientras Win permanecía de pie en un intento de mentalizarse.

No era fácil, ver cómo tu cuerpo cedía ante síntomas e intentos de encontrar una zona de donde partir a la sanación significaba una serie de momentos dolorosos, solitarios, incluso si había gente alrededor, solo podrían ver en in intento fallido por empatizar, solo el paciente sentía como su ser se caía en pedazos.

El ego de mucha gente variaba de lugar, a algunos les llenaba de orgullo la piel, el peso, el musculo, la voz, el cabello. Pero esas cosas parecían turnarse la autoestima durante la enfermedad.

—Win, déjame hacerlo a mí. — dijo seriamente tomándole de la mano.

—Está bien… solo permíteme cerrar los ojos y, apoyarme en el lavamanos.

—Tranquilo, será rápido. Cualquier cosa, estoy tras tuyo. Ahora respira.

En cuanto vio a su novio cerrar los ojos y respirar profundo, tomó el valor de encender la rasuradora, era pequeña, de color plateado y la marca estaba a nada de desvanecerse del lateral izquierdo. Si describía mentalmente el objeto, lograba distraerse lo suficiente para levantar la mano y dar el primer corte en el cabello de Metawin.

Pudo sentir, cómo el cuerpo del menor temblaba, como de sus mejillas rodaban lagrimas silenciosas que no pararon, mucho menos cuando dio más cortes. De lado a lado, del frente para atrás. Y así, el piso del baño se manchó con el cabello de Win.

Fueron aproximadamente cinco minutos en los que sintió la vibración del aparato sobre su cabeza, aún más, percibió como dejaba de hacer sonido de corte, porque ya no había nada más para cortar. No obstante, la rasuradora no se apagó.

—Bright, debes apagarla… — al abrir los ojos, el espejo reflejaba a su novio dando el último corte a su propio cabello castaño. Giró lo más rápido que pudo tratando de quitarle el aparato de las manos, a pesar de no tener mucha fuerza hizo su mejor esfuerzo para detenerlo. —¡Qué demonios haces Bright! ¡Yo no te pedí que hicieras esto!

—¡Eso ya lo sé! Fue mi decisión hacerlo, yo quise hacerlo. — sostuvo ambas manos de Metawin dejando que la rasuradora cayera al suelo, tratando de contener sus propias emociones. Win pataleo y le gritó como no recordaba desde hace bastante tiempo.

—¡Eres horrible Bright! ¿cómo te atreves a hacerlo?

—Porque es solo cabello Win, solo eso. Quiero hacer esto contigo.

—Pero lo tenías tan largo, ahora pasarás con frío el invierno Bright. — murmuró acariciando el rostro de su novio pasando los pulgares por detrás de sus orejas. Podía sentir la punta de sus cabellos.

—Cuando la primavera llegue nuevamente, mi cabello habrá crecido lo suficiente para estar a la par de hace unos días. Será como, si estuvieras conmigo a partir de ello amor. Así que no te preocupes.

Susurró al abrazarlo nuevamente dejando que su propio corazón cediera ante lo que sentía, aunque no lo mostró directamente, Win sentía contra su hombro el dolor que cargaba su pareja. Ambos tenían mucho que permitirse sentir, lo malo era lo difícil de ello, y aún más que no tenían tiempo.

Al paso de los minutos, el llanto silencioso de los chicos paró, al menos por un rato. Con cuidado se sacudieron los pelos tratando de no soltarse a llorar nuevamente. Por petición de Bright, Metawin regresó a la cama mientras este limpiaba el cabello en el piso y lo tiraba en el bote de basura.

Lavó sus manos mirándose en el espejo, ese que juzgaba y hacía sentir a su novio miserable en más de una ocasión. Incluso si cambiaba la percepción de muchos, no dejaría que lo hiciera más con la persona que él amaba.

—Bright, ¿puedo pedirte un favor? — su voz sonaba tan tranquila y a la vez pesada. — Me ayudas a colocarme el gorro?

Asintió tomando la prenda del pie de la cama acercándose hasta tomar asiento al lado del menor.

—Está muy bonito tu gorro Win, me gusta cómo te queda, el amarillo te viene bastante bien. — dejó las manos sobre su cabeza acomodándole el gorro, doblando la parte que sobraba, provocándole una sonrisa.

—¿En serio? — su reflejó en el espejo de mano lucía un poco más brillante, no sabía si era por el color del estambre, o porque su novio lo hacía sentir de esa manera, sea como fuese, pudo sonreír al fin después del desastre del cabello.

—Si, te queda fabuloso, resalta tu sonrisa. Mi novio se ve realmente hermoso. — tomo su rostro en ambas manos besándolo suavemente.

—Cierra los ojos.

Acató las ordenes de su novio tomando asiento y cerrando los ojos esperando paciente por lo que le fuese a dar o hacer, aceptaría todo mientras viniera de él.

Sin embargo, sintió algo en la cabeza poco después haciendo que por instinto levantara las manos para tocar. Sus yemas sintieron algo suave y cálido, aunque cayó en un detalle, había una clase de algodón que no encajaba por lo que abrió al fin los ojos siendo recibido por una risa del otro. 

—Iba a hacer uno igual al mío, pero el estambre se termino y no entendí bien cómo unir estambres distintos, por eso ese pedazo sobresale, pero si te lo pones con la punta hacía atrás nadie se dará cuenta.

No ubo necesidad de seguir diciendo algo, pronto sus labios se vieron atacados por los de Vachirawit que sentía las mejillas llenarse de calor, no podía creer que incluso el menor pensara en algo tan especial para él. Algo tan significativo.

—Me encanta amor, muchas gracias, realmente te agradezco todo esto.

—Pero póntelo bien, no me gusta verte sin cabello, creo que todo tu atractivo se basa en ello. — se burló sin miedo alguno.

—Te amo mucho Win, demasiado. — quiso decir más pero lentamente dejó de hablar, su corazón dolía, todo su ser lo hacía. Y no sabía como decir lo que su corazón comenzaba exigir liberar. Era egoísta, y quiso creer que estaba mal pensar de esa manera respecto a la salud de su novio.

—Entonces ¿todavía soy lindo ante tus ojos? ¿Sin cabello y pálido sigo pareciéndote lindo?

—No pareces Win, eres hermoso, y eso jamás va a cambiar. Te lo juro, siempre lo serás.

Besó su frente permaneciendo a su lado aferrándose a esa mano que estaba volviéndose más débil y llenándose de piquetes.

¿Cuánto más duraría sin reventarse la burbuja que tanto se esforzaron por volver a crear? No lo sabían, sentían que si creaban una nueva cada que la anterior estallara estarían bien por un tiempo mayor, pero ¿qué tan cierta era esa esperanza?

Si tratas de engañar mucho tiempo a la mente puede funcionar, pero no era lo mismo para el corazón. Cada herida, solo se cubría con una mentira, la que acrecentaba el dolor y un día no resistiría lo suficiente.

Lo peor que podían hacer era eso, solo soltar un poco y pretender nuevamente que todo estaba bien.

Lamentablemente, esa era su manera de soportar el dolor, ya habría tiempo para sufrir más que antes, cuando ya no tuvieran más que hacer. Si podían elegir, elegían secarse las lagrimas y sonreír al menos hoy.

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