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Calientes como estaban, no tardaron en llegar al departamento en menos de diez minutos. Entraron besándose como desquiciados, gruñendo y jadeando contra la boca del otro, con JunMyeon sintiendo sus piernas tiritar debido al fuerte agarre en su cintura. SeHun lo besaba muy, muy bien y sabía mover la lengua como un dios.

―Pequeño conejito ansioso. ―murmuro SeHun contra su boca, con JunMyeon guiándolo a ciegas hacia su cuarto y este gimió al sentir las grandes manos de SeHun bajando hasta sus nalgas―, quieres algo en tu hermosos culito, ¿ no cierto conejito?

―Sí. ―sollozó JunMyeon, encendiendo la luz de la habitación―, sí Hunnie necesito tu polla enterrada en mí.

SeHun sonrió en el beso antes de morderle el labio inferior. JunMyeon sólo lloriqueó como una puta necesitada.

Pocos segundos después, JunMyeon se recostó en la cama, con el rostro enrojecido y los ojos brillando, se quitó la camisa junto con los pantalones quedando desnudo completamente y quiso quitársela a SeHun también, pero este lo detuvo.

―No conejito ―le agarró las manos, subiéndose a la cama―, te follaré con la ropa puesta y sentirás mucho más placer cuando la tela roce tu excitado cuerpo.

Esas palabras no tuvieron que haberlo excitado, pero lo hicieron. JunMyeon no podía creerlo, pero era demasiado caliente ver a SeHun, arrodillado en la cama con el traje puesto, y con esa actitud dominante, listo para follárselo hasta dejar su mente en blanco. Casi de forma inmediata separó las piernas, necesitado de que lo tocara, lo besara, lo abriera.

SeHun se acomodó entremedio, besándolo nuevamente, y pronto la temperatura entre ellos no hizo más que subir. Las manos de SeHun se deslizaban por su piel, tocándolo con fuerza, antes de ir abajo. JunMyeon levantó un poco sus caderas, chillando al recibir un azote en su nalga derecha.

―Antes que nada, quiero decir que no me gustó nada que te acercaras tan íntimamente a RM hoy en la oficina... ―jadeó SeHun volviendo a golpearle el culo.

―Lo siento Hunnie. ―lloriqueó JunMyeon antes de chillar nuevamente―. ¡Ah!

SeHun agarró el lubricante que estaba sobre el velador. Se levantó, agarrando las piernas de JunMyeon y levantándolas.

―Contra tu pecho, conejito. ―le ordenó SeHun―, déjame ver tu entrada de hambrienta por mí.

JunMyeon obedeció con rapidez. A SeHun no le sorprendió ver las braguitas rosadas y casi transparentes, era algo que ya se esperaba a esas alturas.

Lamió sus labios cuando agarró la tela que cubría su agujero, haciéndola a un lado: rosadito, fruncido y ligeramente húmedo. Su dedo le acarició superficialmente, oyendo el gemido sonoro de JunMyeon. Se apresuró en apretar el lubricante, comenzando a frotarlo contra el ano de su conejito para abrirlo.

―¿Serán suficientes dos dedos para ti conejito? ―le murmuró SeHun―. ¿O pedirás más?

―Más Hunnie. ―gimió JunMyeon―, más... Siempre más...

SeHun se rió, empujando el índice dentro de JunMyeon y sintiendo el apretado calor rodeándolo. Observó el rostro de su conejito crispándose en placer.

―¡Más Hunnie! ―pidió JunMyeon o mejor dicho, ordenó.

―A sus órdenes, conejito. ―tarareó SeHun, y presionó un segundo dedo, el del medio, entrando con facilidad.

Los dedos de SeHun se abrían y cerraban dentro de él, comenzando a dilatarlo. Era evidente que debía prepararlo lo más posible, considerando el tamaño de su miembro, pero a JunMyeon nunca parecía no preocuparle. Por el contrario, lo ansiaba demasiado.

Novios por una semana_SEHODonde viven las historias. Descúbrelo ahora