Capitulo 42.

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Mis lectores favoritos, de ante mano, les quiero dar las gracias por la acogida que le han dado a la historia, y por supuesto, a todas las demás. Me alegra mucho escribir para ustedes, me relaja de toda la rutina y responsabilidades. Les cuento, que esta historia ya está llegando a su fin, y quedarían dos más, que apenas están iniciando. ¿Quisieran más Grindeldore? Y si es así, ¿Qué les gustaría leer? ¿en que tiempo? ¿o que temas tocar con ambos? Estaría encantada de poder leer sus opiniones y consejos.

No siendo más, disfruten el capitulo.

Un abrazo.

§

Gellert se detuvo, miró hacia Albus que estaba respirando erráticamente, casi con dificultad. Miró a sus hijos, nuevamente a Albus. Ese sería el fin de años, de su relación, de sus momentos, de toda su historia y Albus solo podía mirarlo con esos ojos azules y brillantes, ahora opacados. Estaba pasando por esa crisis, dejar ir algo que de verdad adoraba.

– Tu no quieres esto – dijo Gellert –

Albus movió la cabeza diciendo que no, no quería separarse de él, la palabra divorcio... en los labios de Gellert se sentía amarga, se sentía equivocada, no estaba bien, él nunca lo diría a menos que de verdad lo quisiera, ni siquiera por error o por orgullo, Gellert de verdad estaba dispuesto a dejar las cosas tal y como Albus, supuestamente, quería que quedaran.

– Yo tampoco lo quiero – dijo el búlgaro – pero no pretendo... hacer que te quedes conmigo por otra cosa que no se amor, Albus. Tu mereces ser feliz.

El corazón de Albus vibró, tenía un maldito nudo en la garganta que no lo dejaba respirar ni pensar con claridad, ¿realmente quería dejarlo ir? ¿realmente quería... hacer esto? No, era una respuesta simple, él no quería dejar ir a Gellert, pero... ¿Cómo seguir con alguien a quien no le tienes confianza? Todo estaba dando vueltas en su cabeza, todo parecía... tan extraño.

– Ojalá pudiera cambiar el pasado, pero...

– No seria justo para ti – aclaró Gellert con calma, manteniéndose en su lugar – Yo soy como soy y no puedes cambiar mis acciones, eso sería engañarte, tu mereces conocer esta parte de mi, tu más que nadie y aunque odie todo lo que te hice sentir, yo tampoco puedo cambiar quien fui, o que hice.

Albus miró sus manos, él tenía razón... cambiar el pasado, impedir que Gellert hiciera lo que hizo, sería estúpido, no podría cambiar a Gellert y sus decisiones impulsivas y... fatales. No podía. Era la esencia de él y eso lo sabía desde que lo conoció, no podía replicar quien era Grindelwald cuando él, antes que nadie, lo conocía como la palma de su mano.

– Pero, no significa... – Gellert bajó dos escalones quedando sobre la alfombra – que no pueda cambiar y remediar mis malditos errores.

Albus dio unos pasos hacia Gellert – ¿Cómo confiar en ti, Gellert?

– Solo debes arriesgarte – dijo Gellert y una sonrisa ladina apareció – Siempre nos hemos arriesgado, no puedes dudar de mi amor por ti.

– Pero si de tu fidelidad por mi –

Gellert negó simultáneamente mientras avanzaba hacia Albus.

– Siempre te he sido fiel y leal – aclaró – Olvida lo que pasó con ese hombre, no fue nada para mi, si deseas, puedo retirarlo de nuestras mentes, nunca existirá si tanto te molesta.

Albus tragó saliva, tentado – Pero eso no borrará el hecho de que, si pasó, de que compartiste tu cuerpo con él... y él...

– Shhh – Gellert ahora tenía sus manos subiendo lentamente por el pecho hinchado de Albus – No pienses en eso. No deseo a nadie más, solo a ti, siempre ha sido a ti.

UNA VIDA A TU LADO. - GRINDELDORE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora