Capitulo 34.

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Albus lanzó una maldición mientras conjuraba un hechizo para que la sangre dejara de salir, se había lastimado al tratar de abrir una maldita lata de cerezas, las favoritas de Annie. El director le había dado un permiso especial para él y sus hijos, irían a desayunar bajo un árbol en los límites del castillo, de todas formas, quería pasar tiempo con ellos, eso de los picnics se había vuelto tradición. Los vio descender las montañas, se veían tan felices. Albus alzo una mano y la batió para saludarlos. Annie traía una bufanda verde de Slytherin y Alek otra amarilla con rojo de Gryffindor, ambos habían logrado entrar en sus casas preferidas y Albus no podía estar más orgulloso de eso, se lamentó cuando se dio cuenta que habían pasado tres meses desde entonces... estaban a mitad de noviembre y no sabía nada de él.

– ¡Papá! – exclamó Alek abrazando el cuello de Albus

El profesor lo rodeó con sus brazos, sintiendo su corazón acalorarse, después abrazó a Annie.

– ¿Cómo están? – preguntó Albus

Ambos niños se tumbaron en la manta de cuadros y Albus hizo lo mismo en frente de ellos moviendo su varita para que las cosas se sirvieran solas en platos y vasos.

– ¡Bien! ¿Te contaron que soy el mejor en pociones, papá? – preguntó Alek, emocionado

Albus sonrió mientras asentía – Claro que si, y que Annie se ha lucido en encantamientos.

La susodicha sonrió audaz.

– Dicen que somos dignos hijos de ti –

El profesor soltó una risa ronca – ¿Se han sentido bien en el colegio?

– Si, pero ansió que volvamos a casa, extraño las noches en la chimenea – dijo Alek

– Y tu delicioso pie de limón – dijo Annie metiéndose a la boca una cereza.

Albus tomó un emparedado entre sus manos – Para vacaciones de invierno, volveremos a casa.

– Papá Albus... – musitó Alek – Hay unos chicos crueles...

Albus masticó lentamente – ¿Qué chicos?

– Dicen muchas cosas, son de Slytherin – miró de soslayo a su hermana

– ¡Oh, vamos! Esos ineptos ni siquiera son mis amigos – replicó Annie – A demás, nunca les he puesto cuidado, Aleksander, deberías ser mas despreocupado con las habladurías.

Albus acarició el cabello castaño de su hijo – Dime que sucede.

– Es que... dicen que no es normal tener dos papás pero... les dije que de todos modos ya solo tengo un papá y se burlaron diciendo que somos tan... extraños que él huyó... –

El corazón de Albus se arrugó – ¿Quiénes son?

– ¡no les digas! Luego me dirán soplón – replicó Alek, con los ojos abiertos.

– Se llaman Connor y Elisa Williams – dijo Annie

– ¡Annie!

La niña lo ignoro a la vez que tomaba zumo de calabaza y Albus suspiraba.

– Alek, no debes ponerles cuidado, sin embargo, les daré una amonestación a cada uno por irrespetuosos – dijo Albus – pero, Alek, tener dos papás no es algo malo...

Alek asintió energéticamente – Lo sé, yo lo sé, somos afortunados, pero.... Se dicen cosas de papá Gellert que no quiero creer y... ¡da igual! Él ya ni siquiera nos quiere. ¡Nos abandonó!

UNA VIDA A TU LADO. - GRINDELDORE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora