Capitulo 41.

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La habitación era espaciosa, lo suficiente para que Albus ocupara el mayor espacio entre Gellert y él. Definitivamente, estar cerca lo hacia vulnerable, ¿Cómo se supone que pueda superar algo así de... poderoso? Sin embargo, Albus no era débil, él tenía su corazón y cabeza repleto de recuerdos malos, realmente malos, como, por ejemplo: los últimos sucesos, eso era más fuerte que sus enormes ganas de besarlo y de decirle cuanto lo extrañaba.

Ocupó un asiento en frente de él, justo al lado de la chimenea encendida y en frente de un gran ventanal cubierto por unas pesadas cortinas blancas. El profesor observó a Gellert despojarse de su abrigo, miró hacia otra parte, hacia el fuego... evitando contacto visual con la anatomía firme de Gellert, era tan humano como cualquier otro, y por supuesto que extrañaba la intimidad con él, sobre muchas cosas más. Entonces pensó en Percival, miró a Gellert de nuevo, estaba sirviendo dos copas de vino, usualmente, él utilizaba la magia para eso, quizá estaba tan nervioso como él de estar allí después de tanto tiempo.

Pensar en Percival y Gellert ayudaba, o en la señorita Lang, con quien Gellert coqueteaba hace unos minutos, ayudaba a forjar más ese caparazón que Albus había creado para protegerse del búlgaro. Gellert caminó hacia él y le extendió la copa con vino tinto, la tomó evitando rozar sus manos. Gellert se alejó ha su asiento, en frente de Albus.

– ¿Cómo estás? – preguntó Gellert.

Su apacible voz, tan intima, tan él.

– Bien. He estado bastante ocupado, por lo visto, tu también – dijo Albus. Recto.

Gellert asintió – Si, es verdad. He estado ocupado, pero tengo mucho tiempo libre para pensar en ti.

– No deberías.

– No actúes como si no fuésemos nada más que recuerdos porqué no lo somos – dijo Gellert con suavidad, pero firmeza – Aun seguimos casados.

Albus alza las cejas – Es irónico porqué, todavía casados y coqueteas con una mujer, ¡oh! Y ni digamos lo que sucedió con tu amante, Percival Graves.

Gellert alzó la copa de vino y la pasó sobre sus labios mirando fijamente a Albus, no bebió, la volvió a bajar.

– No coqueteo con ninguna mujer y Percival Graves no era mi amante –

– Follaste con él – escupió el profesor.

– Lo hice.

– ¿Cómo se le llama a eso, Grindelwald?

Gellert ladeó la cabeza – Solamente lo hice por un fin, lo utilicé. No es como que lo haya disfrutado, Albus.

– ¿Eres tan descarado de decirme que fue "un fin"?

– No, solo soy sincero contigo – corrigió –No pretendo mentirte.

Albus parpadeó – Esto es increíble, follaste con ese hombre, a quien por cierto le gustabas, y todo para... ¿cumplir algún plan tuyo?

– No, Albus – dijo Gellert – Solo quería hacerlo sufrir, y lo hice.

– ¿Cogiendo con él? no creo que haya sufrido mucho.

– Después de extraer la información que necesitaba de él utilizando su estúpido amor y deseo por mi, luego borre sus memorias y...

– Lo mataste – finalizó Albus

Gellert lo miró y Albus no vio arrepentimiento, nada que le doliera.

– Lo hice, se lo merecía – dijo Albus – El estuvo detrás del secuestro de Annie y Alek, también de todo lo que ellos sufrieron, tenía que hacerlo.

UNA VIDA A TU LADO. - GRINDELDORE.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora