Amor de contrato #1

Capítulo siete: No se puede huir del amor

Entré a la casa detrás de él y admiré la simplicidad del lugar. La casa era blanca con los muebles blancos y negros, no había punto medio. Las paredes están desnudas y el olor a coco caramelizado inundó mis sentidos y cerré los ojos.

—Pasa —dijo y salimos al jardín.

—¿Vives solo?

—Casi todo el tiempo.

—Ah.

—¿Empezamos? —preguntó y asentí con la cabeza.

Nos sentamos en una terraza y lo miré a los ojos.

—¿Tu comida preferida?

—La pizza. ¿La tuya?

—Las papas asadas con pechuga empanada.

—¿Bebida preferida?

—La Coca Cola —le contesté —, pero casi no bebo. ¿La tuya?

—La misma —respondió.

—¿Película favorita?

—No tengo.

—¿No? ¿Qué clase de persona eres?

—No lo sé. No veo la tele.

—Oh, por Dios, eso tenemos que cambiarlo.

—Entrenó, Gala. No tengo tiempo para esas cosas.

—Sacarás —le dije —. ¿Sabor preferido de helado?

—Chocolate. ¿El tuyo?

—Toda clase de helado es mi favorito.

—¿Todos?

—Todos. Adoro los planes de casa, ¿sabes? Me encanta ver una peli, con una manta y comer helado mientras veo una buena película. —Gavi sonrió —¿Qué?

—Nada, solo que eres más simple de lo que esperaba.

—¿Eso es malo?

—Al contrario, te hace aún más interesante.

—¿Piensas que soy interesante? ¿Qué clase de droga te has metido?

—¿Es que acaso piensas que no lo eres?

—Por Dios, claro que no —le respondí bajo su mirada penetrante —. ¿Por qué una chica como yo iba a ser interesante? Soy aburrida, torpe e impulsiva.

—¿Quién coño te dijo esa estupidez?

—Nadie. ¿Por qué crees que alguien más dijo eso sobre mí?

—Porque comienzo a leer la tripa del libro. Resulta que las hojas no están en blanco.

—¿Ah, no?

—No. Lo que pasa es que las letras son transparentes.

—Me estás diciendo que te gustan los libros aburridos, ¿o qué?

—Ningún libro lo es. Lo que hace interesante un libro, es la manera en la cual lo ves y lo sientes.

—¿Y tú cómo sientes el mío?

—Como si me estuviera dando un puñetero infarto. Eres una obsesión. Quiero devorarlo lo antes posible para empezar a escribir yo.

Sonreí como estúpida y él me siguió.

—No tienes buen gusto.

—Nadie tiene mejor gusto que yo.

—¿No eres un poco creído?

—¿Te parece?

—Sí.

—A mí me parece que soy el chico más interesante que vas a conocer en tu vida comparando con el resto de tu entorno.