Capítulo quince: ¿Tú me quieres, Gala?

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A la mañana siguiente me levanté y me senté en la cama, acariciándome el brazo mientras el corazón palpitaba a una velocidad feroz, así que decidí darme una ducha, vestirme e ir a ver a Gavi a ver qué coño seguía.

Gala
Tenemos que hablar. Y para que no te preocupes, no es nada de las estupideces que dije anoche. Necesito hablar contigo sobre lo que procede en estos dos meses y nueve días que quedan de contrato.

Pablo Gavi
Por lo visto llevas la cuenta, ¿no?
Te mando al chofer y nos vemos
aquí en el Camp Nou. Y para tu
información a mí me urge más que
a ti. Necesito mi libertad.

«Vete a la mierda», pensé cuando leí ese puto mensaje.

Gala
Gracias, mister.

Tire el puñetero móvil a la cama y me di una ducha. Al salir, cepillé mi pelo y luego me puse unos pantalones vaqueros, un top corto pero de cuello alto y unas playeras. Metí en el bolso mi cartera, la tarjeta de la habitación y el móvil.

Al salir de mi habitación, me encontré con Guzmán y me acompañó a la puerta contándole, inevitablemente, la mentira más grande que he dicho.

—¿Habéis discutido? —me pregunto.

—No —le dije —. Estoy en mis días, por eso estamos un poco distanciados. Ya sabes como me pongo cuando me viene Andrés.

—Pero, ¿estás bien?

—Estoy bien —le dije y le di un abrazo.

Me subí al coche cuando Rafael llegó a por mí y me llevó hasta el maldito estadio, en el cual entré y recorrí a una gran velocidad para poder terminar con esta tortura lo antes posible.

Puse un pie en el campo y Gavi se giró hacia mí como el niño del exorcista y no me extraña, porque a mí también se me había acelerado el corazón y la piel se me erizó.

Me acerqué a él.

—¿Qué es lo que sigue? —le pregunté.

—Esta tarde me acompañarás a una sesión de fotos.

—No.

—¿Cómo has dicho?

—Mañana tengo examen, Gavi. No puedo saltarme el examen.

—Ese no es mi problema.

—Dios... —dije y cerré ambos puños.

—Deberías de haberlo pensado antes de besarme delante de los periodistas —me dijo y le dio una patada al balón, metiéndola en la puerta.

—Y tú deberías de tener cerebro, media neurona —dije por lo bajo.

—¿Qué has dicho, rubia?

—Que estás violando las condiciones que impuse en nuestro contrato.

—¿No leíste el contrato o qué? Queda rigurosamente establecido en el contrato que me acompañaras a todos los eventos. ¿Qué pensará la prensa si no te ve en mi sección de fotos?

—¿Qué tengo vida?

—¡Eres la novia de Gavi para el mundo!

—¡Eres una pesadilla!

—¡Y tú has venido a amargarme la vida, niñata!

—¡Aprende a jugar, mamarracho! —le grité enfadada e indignada.

—¡Inmadura!

—¡Flipado de mierda!

—¡Bipolar!

Amor de contrato #1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora