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Mandarina

Jungkook se preparaba en su apartamento para ir a la cafetería a probar los pasteles que -ahora sabía- preparaba Taehyung.

Mientras tanto, en una casa de un barrio tranquilo de Busan, Taehyung corría para alcanzar al pequeño Woozi, quien por nada del mundo aceptaba usar los zapatos que lo hacían ver "tierno" a los ojos de su padre; Woozi era un niño grande y fuerte, que debía su vida a proteger a Taehyung de todo y de todos, por tanto, era indiscutible que él luciera tierno si lo que él quería causar miedo.

Aunque aquellos pensamientos sólo sucedían algunos días contados durante el año, como ese día, cuando descubrió a su papá llorando en la cocina como cada primero de septiembre. Aunque también lloraba en su cumpleaños, pero Woozi quería creer que lo hacía de felicidad por un nuevo año de su bebé.

Taehyung era fuerte, los sostenía a ambos; nunca dejando al pequeño Wooz en segundo lugar. Iban al trabajo por las tardes después de comer algo luego de la escuela del menor y salían cansados pero nunca sin ánimo para tomar leche caliente con chocolate. 

Tenían una rutina que raramente se salía de control, aunque con las visitas inesperadas de Namjoon, Jimin, el tío Yugy o alguno de sus demás amigos, siempre había un cambio de planes que no hacía sino mejorar los días de la pequeña familia de dos.

Cuando Taehyung por fin pudo colocarle los zapatos a su bebé, tomó la canasta con los pequeños pasteles que preparó temprano y salieron con destino a la cafetería con los minutos contados debido al pequeño capricho del menor. Hoy les tocaba abrir así que debían llegar antes, por tanto iban caminando con más prisa de la usual.

Al llegar, Taehyung dejó sus cosas en el cuarto de empleados y Woozi fue corriendo por su delantal. Abrieron las puertas y ventanas y se prepararon para un buen turno laboral.

El señor Min les dijo unas horas atrás, que su hermano vendría para revisar algo sobre el café, ya que esperaba hacer un pequeño desayuno de negocios en un par de días, así que Taehyung también debía recibirlo; claro, aunque ellos iban a verse allí de todos modos.

La campanilla sonó dejando entrever a cierto compañero de trabajo que lucia más animado que otros días. Seokjin fue directo a dejar sus cosas y se colocó el delantal para ir a atender su puesto en la barra.

Un par de horas y muchas ventas después, el hermano menor del señor Min entró a la cafetería. Se veía elegantemente neutral; su aura tranquila pero poderosa invadió el lugar y más de alguno volteó su mirada para echarle un mejor vistazo.

—Taehyung, buen día.

—Buenas tardes, Señor Min... Yoongi ¿Gusta algo en especial?

—No es que quiera ofenderte, sabes que no lo hago por eso. Pero te agradecería mucho que mi empleado favorito sea quien me atienda.

—Oh, claro. No se preocupe, señor. En un momento lo envío con usted.

Yoongi asintió y fue a tomar asiento en una de las pequeñas cabinas que había al fondo del lugar. Woozi llegó corriendo hacia él un minuto después.

—Jefe Yoongi ¿cómo está?

—Oh, ahí está mi mesero favorito. ¿Cómo ha ido el día, pequeño diablo?

—Shhhhh -hizo una seña con sus pequeños dedos - mi papá no debe saber ese apodo, puede pensar que soy un mal empleado.

—Tienes razón, pero no eres un mal empleado, eres el mejor.

—¿Le traigo algo en especial?

—Sorpréndeme, pequeño.

Woozi salió corriendo a preparar el pedido del señor Min, mientras que ahora tocaba a Seokjin hacer una lista de las cosas que faltaban para surtirlas por la mañana al día siguiente. Taehyung se encontraba cortando en trozos el pastel de zanahoria que acababa de salir del horno. Había aprendido a hacerlo no hace muchos días en su clase de repostería y le había encantado tanto el resultado que no dudó en prepararlo para la cafetería, aunque sabía que la principal causa de su éxito era la promoción que Woozi hacía con cada cliente.

Woozi llegó hacia él extendiendo un plato pidiendo un trozo del pastel de mandarina que había salido hace un par de minutos también; Taehyung obedeció enseguida y luego fue enviado a preparar un licuado de grosella para el hermano del jefe.

Woozi llevó el pastel a la mesa de Min, dejando el batido unos minutos después. Se quedó a un lado, expectante sobre la reacción que tendría Yoongi a su recomendación.

—Vaya, pequeño Woozi, me parece que tendré que subirte el sueldo. Esto es realmente delicioso.

El menor soltó un brinco gracias a la felicitación.

—Señor, el pastel lo hizo mi papi, lo aprendió en su clase de cocina y quiso que todos lo probaran porque le quedó delicioso. ¿Verdad que está muy rico?

—Definitivamente, puede que incluso le dé un aumento a Taehyung también.

—Señor Min -Woozi dijo riendo- pero usted no es nuestro jefe.

—Pero mi hermano sí y si yo le pido un aumento para ambos seguro que se los da. La cafetería ha ido muy bien gracias a ti y a las recetas de Taehyung.

—No se olvide de Seokjin, hyung. Él se esfuerza mucho también y las personas vienen a verlo porque dicen que es muy guapo.

—Y eso es cierto. Te voy a contar un secreto que no debes decirle a Seokjin -hizo una seña y el pequeño corrió a su lado para escuchar- Tengo un socio en la empresa, su nombre es Kyung y él viene seguido solo para ver a Jin. Creo que le gusta mucho.

—¡No señor Min, eso no puede ser! El tío Nam también está enamorado de Hyung y creo que a Jin Hyung le gusta también.

—¿Ah si? Entonces mantendré a Kyung lejos por ahora

—Gracias hyung. Eres muy buena persona.

—Ya lo sé, pequeño diablo. Ahora, llama a tu padre ¿quieres? Necesito arreglar algunos detalles para la junta de esta semana.

—¿Junta? ¿Y lo del cine, hyung?

—Si, vendrán unos socios de la empresa y comeremos aquí. Y obviamente que también hablaremos sobre el cine, pequeño diablillo.

—Wow ¡Hyung, hyung! ¿Puedo ser su mesero? Por favorcito. Debo agradecerle por llevarnos al cine, ¡hace mucho que no vamos!

—¿De qué hablas? Pero si es obvio que el mesero serás tú, eres el motivo para que los traiga aquí y no a un restaurante costoso con meseros temerosos. No debes pagarme nada, lo hago para que te distraigas un poco del trabajo.

—Iré por papá, hyung. ¡Muchas gracias!

El pequeño azabache corrió a la cocina en busca de su padre, el cual lo siguió hasta llegar con el señor Min. Woozi se despidió con una reverencia del de ojos gatunos y corrió a la barra para ayudar a Jin con los pedidos.

Cuando faltaba cerca de una hora para cerrar, Taehyung y Woozi se despidieron de un par de clientes frecuentes que habían ido a hacer su visita casi diaria. Jin corría a lavar unos moldes y Yoongi estaba comiendo su tercera rebanada de pastel de mandarina.

La campanilla de la puerta sonó y Woozi brincó emocionado cuando vió a su hyung cruzar la puerta con una sonrisa brillante.

—¡Jungkook hyung!

Taehyung creyó haber visto blanco, volteó automáticamente hacia la puerta y casi quiso morirse cuando vio que su ex esposo le sonreía tan afectuosamente a su hijo, que también era suyo.

Woozi enseguida le ofreció una porción de pastel de mandarina que Jungkook aceptó gustoso; el pequeño corrió a la cocina, dándole tiempo a su padre pelinegro de acercarse al rubio que seguía con la mirada perdida.

—Taehyung

—J-jungkook

—Escucha. No voy a montarte una escena, pero espero que sepas que tú y yo debemos hablar.

—Woozi... él te llamó hyung ¿de dónde lo conoces?

—Lo conocí aquí ayer. No voy a decirle nada hasta que te sientas listo.

Taehyung no pudo responder porque prontamente un pequeño pelinegro de ojos saltones llegó extendiendo un plato con pastel hacia su hyung. Jungkook dedicó su atención a su hijo, mientras luchaba por contenerse y no mirar a Taehyung, quien seguía operando en piloto automático.

No quiero el divorcio | KookvDonde viven las historias. Descúbrelo ahora